LeBron, un trono y la historia
LeBron, principal abanderado de la reanudaci¨®n, olfatea un nuevo anillo que le catapulte, camino de los 36 a?os, a lo m¨¢s alto del Olimpo de la NBA.
LeBron huele el anillo. Olfatea, y sabe que est¨¢ cerca, que nadie mejor que ¨¦l sabe lo dif¨ªcil que es ganarlo y que es imposible predecir si, en el futuro, volver¨¢ a tener una oportunidad como esta. LeBron huele que la ocasi¨®n es ¨²nica y que si gana el campeonato, el cuarto de su carrera, podr¨ªa teletransportarse a lo m¨¢s alto del Olimpo del baloncesto y codearse, ya definitivamente, con Michael Jordan, Kareem Abdul Jabbar y compa?¨ªa, llegando incluso a esa consideraci¨®n que todo el mundo quiere, la de acabar siendo el mejor jugador de la historia. El GOAT, como dicen por all¨ª. Algo que en su fuero interno siempre ha perseguido, luchando contra todo y contra todos, dinast¨ªas, estrellas y leyendas. Peleando incluso contra sus propios fantasmas y consiguiendo superar esa oleada de cr¨ªticas que le han perseguido durante toda su carrera y que cada vez se han rendido m¨¢s a una evidencia que empieza a ser objetiva y que impide poner excusa alguna a lo que ya ha conseguido este jugador.
Nunca una temporada ha generado tanta incertidumbre, con meses de par¨®n antes de una reanudaci¨®n eternamente postergada y una cancelaci¨®n que ha sido incluso solicitada y con la que se ha tonteado (y algo m¨¢s) en todo momento. Ah¨ª nunca ha estado LeBron, que vio a los Lakers primeros del Oeste con un r¨¦cord de 49-14 y con cuatro victorias consecutivas justo antes de una caprichosa derrota ante los Nets y el par¨®n definitivo. Los angelinos hab¨ªan ganado a Pelicans, Sixers, Bucks y Clippers antes de eso, confirmando su din¨¢mica ascendente y maniatando a sus rivales en Los ?ngeles con un partidazo de un Rey que quiere recuperar el trono que ocupa, en estos momentos, Kawhi Leonard. Ese polo opuesto con una idea radicalmente distinta (no sabemos si equivocada) a la de James, que se ha quedado como ¨²ltimo reducto de ese baloncesto de antes, en el que se intentaban jugar todos los partidos costara lo que costara. Ah¨ª estaban Jordan y Kobe en el pasado, en contraste con Durant e Irving, que prefieren no arriesgar en sus lesiones. O que Kawhi, claro, que disput¨® 60 partidos el a?o pasado e iba este por el mismo camino. Y s¨ª, hablamos del load management.
LeBron vio una oportunidad y ya olisqueaba en marzo lo que ahora espera con ansias. Miami le confirm¨® como leyenda, el anillo de 2016 le permiti¨® codearse con los mejores de siempre ya casi sin excusas para nadie, y esos mismos pretextos se acabaron con una oda a la ¨¦pica en los playoffs de 2018. Ese solo contra el mundo que le permiti¨® irse de Ohio con los deberes hechos y como un ser celestial de una magnitud inversamente proporcional al que representaba en 2010 cuando, The Decision mediante, se fue por la puerta de atr¨¢s y fue el ser m¨¢s odiado de la NBA hasta que confirm¨® que las cr¨ªticas no llevaban tanta raz¨®n y que los halagos empezaban a cobrar fuerza. LeBron ha sido el m¨¢ximo abanderado de la reanudaci¨®n y, consciente de la oportunidad que tiene, ha llevado su fuerza y su poder dentro de los jugadores (y casi de la propia NBA) al m¨¢ximo, haciendo caso omiso a las peticiones de cancelaci¨®n y creando incluso la disyuntiva moral que supone pedir la vuelta del deporte en el pa¨ªs m¨¢s afectado del mundo por el coronavirus. Incluso ah¨ª, cuando peor pintaban las cosas y con la muerte de George Floyd y protestas multitudinatias en el horizonte, LeBron defendi¨® la reanudaci¨®n, confiando en la burbuja y considerando que jugar era el mejor homenaje posible para las personas racializadas, en particular la comunidad negra que vive (y malvive, por desgracia) en Estados Unidos.
Con casi 36 a?os (los cumplir¨¢ el 30 de diciembre), ganar el anillo en Los ?ngeles supondr¨ªa cerrar el c¨ªrculo en la ciudad m¨¢s glamurosa de los Estados Unidos y con la mejor franquicia (con permiso de los Celtics) de la historia. No es lo mismo ganar en el mercado m¨¢s grande del mundo (por mucho que en los ¨²ltimos a?os los propios Lakers se hayan empe?ado en demostrar lo contrario) que en Ohio, y tampoco con un big three como el que ten¨ªa en los Heat, donde dominar el Este no sal¨ªa tan caro como en los 90. El Oeste, como ya descubri¨® el a?o pasado, es otra cosa bien distinta, y la presi¨®n a?adida de ser la referencia de uno de los pocos equipos con una sombra m¨¢s grande que la suya propia, magnifica una hipot¨¦tica victoria en un a?o con m¨¢s rivales que nunca y una competencia estratosf¨¦rica. Y eso sin contar con la inc¨®gnita de la reacci¨®n al par¨®n de tres meses y el corte que ha tenido una din¨¢mica positiva como la de los Lakers, en contraste con otras entidades a las que les ha podido venir bien una paralizaci¨®n como la que ha habido. El anillo, sea para qui¨¦n sea, tendr¨¢ m¨¢s m¨¦rito a¨²n si cabe ahora que antes, por la dificultad a?adida de gestionar una situaci¨®n in¨¦dita a la que nada ni nadie se ha enfrentado en la mejor Liga del mundo. Ya saben, por eso de los asteriscos.
LeBron luchar¨¢ contra la historia para recuperar su trono, pero si todo va normal, tambi¨¦n tendr¨¢ que hacerlo contra los ya mencionados Clippers. Como en todo, tanto ellos como su estrella han hecho lo contrario que su n¨¦mesis durante la cuarentena. Sin posicionarse, sin salir casi en los medios o sin hablar de reanudaciones o asteriscos, nadie ha sabido nada de Kawhi y poco se ha conocido de su equipo. La estrella, siempre alejada de los focos, intentar¨¢ un nuevo asalto al anillo para haberlo ganado con tres equipos diferentes, algo que tambi¨¦n puede conseguir el propio James. Aparte de esa coincidencia, en nada se parecen ambos jugadores, pero se tendr¨¢n que enfrentar y que emparejar para poder volar a unas hipot¨¦ticas Finales. Nadie sabe que deparar¨¢ dicha eliminatoria (si es que finalmente ocurre) y apenas hay referencias m¨¢s all¨¢ de un r¨¦cord de 2-1 para los Clippers, que remontaron el d¨ªa de Navidad con dem¨¦rito de los Lakers y cayeron en el ¨²ltimo encuentro con un LeBron imperial (28+8+9) que manej¨® el choque de una manera excepcional en las ¨²ltimas posesiones, demostrando su progresi¨®n en el clutch time, esa capacidad resolutiva que algunos le reprochaban en el inicio de su carrera y que ya es casi imposible echarle en cara.
Nadie sabe cu¨¢nto nos queda de LeBron, pero de momento y camino de los 36 a?os, no se atisba baj¨®n alguno en tan prodigioso portento f¨ªsico. As¨ª lo demuestran sus promedios esta temporada: 25,7 puntos, 7,9 rebotes y 10,6 asistencias, l¨ªder por primera vez en su carrera de la NBA en este apartado. Y en 34,9 minutos de juego, menos que nunca. Candidato leg¨ªtimo a un MVP que puede ganar (ser¨ªa el quinto de su carrera), este a?o ha superado al a?orado Kobe Bryant (horas antes de su muerte) para convertirse en el tercer m¨¢ximo anotador de la historia. Y el par¨®n, entre otras cosas, puede quitarle partidos para conquistar la cima de los anotadores, que copa un Jabbar al que si no tiene baj¨®n f¨ªsico puede superar. Otro motivo m¨¢s para elevarlo a un Olimpo en el que Jordan se sigue manteniendo por consenso y en el que algunos ponen al propio Jabbar. Y otro anillo m¨¢s, uno s¨®lo, podr¨ªa encrudecer un debate que los m¨¢s ac¨¦rrimos a His Airness ven con cierto temor y otros con unas ganas desmedidas. Eso s¨ª, entre amores y temores siempre habr¨¢ una divisi¨®n constante y una discusi¨®n continua inherente a la NBA, que siempre ha vivido mucho (y muy bien) de este tipo de circunstancias.
Nadie sabe qu¨¦ pasar¨¢, pero s¨ª que los Lakers estar¨¢n ah¨ª. Aspirando a todo, con una defensa excepcional durante toda la temporada que tendr¨¢ que fortificarse, sin Avery Bradley, en Disney y con las incorporaciones de J.R Smith y un Dion Waiters que no lleg¨® a debutar tras su fichaje. Y nadie sabe qu¨¦ pasar¨¢, pero s¨ª que LeBron tiene una misi¨®n: el anillo. Ese premio para muchos esquivos y que a ¨¦l le ha costado sangre, sudor y l¨¢grimas conseguir. En la tierra prometida, los Lakers quieren volver a la luz y ser la referencia de una Liga que les ha pertenecido, saliendo definitivamente de la peor crisis de su historia. Y LeBron quiere a¨²n m¨¢s, liderarlos al triunfo y consagrar una carrera que parece no tener fin, catapult¨¢ndose, qui¨¦n sabe, a lo m¨¢s alto. Orlando dictar¨¢ sentencia. O la dictar¨¢ el propio James. Muy bueno tiene que ser el rival para ganar cuatro de siete partidos a una sombra tan alargada como la suya. El Rey quiere su corona. LeBron busca su trono y su lugar definitivo en una NBA que es imposible entender sin ¨¦l y cuyas ¨²ltimas p¨¢ginas pueden, por qu¨¦ no, llevar su firma. Todo o nada. Ahora o nunca. LeBron, ante la historia.