No es f¨¢cil soportar a los aficionados de Boston. Salvo que, claro, seas de Boston. Una ciudad de orgullosas tradiciones, tan suya para tantas cosas a partir de su herencia irlandesa, cose gran parte de su tejido social -m¨¢s complejo seg¨²n avanz¨® hacia la modernidad- a trav¨¦s del deporte. C¨®mo no: los aficionados m¨¢s j¨®venes sacan pecho por los Patriots (NFL), el ¨²ltimo invitado a la fiesta pero un estruendo que ha ganado seis veces la Super Bowl desde 2001. Gracias a su impulso, Boston se ha pasado lo que llevamos de siglo pasando facturas a sus rivales tradicionales, en Nueva York o Philadelphia si mira a un pu?ado de kil¨®metros o en la soleada californiana si prefiere cruzar el pa¨ªs.

La d¨¦cada de 2000 fue la de m¨¢s ¨¦xito para la ciudad: seis t¨ªtulos (tres de los Patriots, dos de los Red Sox, uno de los Celtics) y cinco Finales. Pero es que, a continuaci¨®n, la de 2010 trajo otros seis campeonatos (tres, dos y uno esta vez de los Bruins) y, m¨¢s madera, seis Finales m¨¢s esta vez. El t¨ªtulo de los Bruins en 2011 daba a Boston el primer Grand Slam del deporte americano en el siglo XXI: los campeonatos de MLB, NFL, NBA y NHL. Llegaron, adem¨¢s, en solo seis a?os, 4 meses y 9 d¨ªas entre la Super Bowl de los Patriots en 2005 y esa Stanley Cup 2011. S¨ª: as¨ª resulta imposible soportar a los aficionados de Boston.

La madre de todas las dinast¨ªas

Los Patriots son la dinast¨ªa definitiva en la NFL, una competici¨®n ultra exigente y cambiante que desayuna proyectos ganadores y donde la estabilidad es casi siempre una quimera. Donde m¨¢s cuesta forjar planes a largo plazo, la franquicia de Foxborough asent¨® el suyo sobre capas y capas de una historia local que hunde sus ra¨ªces m¨¢s orgullosas en la m¨ªstica de Fenway Park, uno de esos santuarios del deporte estadounidense donde el tiempo parece ausente, detenido; donde las leyendas se hacen literatura, escrituras sagradas. Y por eso nunca mueren. Fenway Park, el hogar de unos Red Sox (MLB) cuyas andanzas se recitan Boston como si fueran parte del catecismo. Y con las que lleg¨® a rivalizar, por imposible que hubiera podido parecer, la m¨ªstica de los Celtics, el orgullo verde, la madre de todas las dinast¨ªas en la historia del baloncesto.

El baloncesto, por cierto, lo invent¨® en 1891 James Naismith, un canadiense de Almonte afincado en Springfield, Massachusetts. A menos de 145 kil¨®metros de Boston. Si se trazara una l¨ªnea que partiera en dos la historia de este deporte, en el eje quedar¨ªa, y es f¨¢cil pensar que no por casualidad, 1950. El a?o en el que Red Auerbach empez¨® a entrenar a los Celtics y en el que lleg¨® al equipo, primero sin mucho entusiasmo de su nuevo entrenador, Bob Cousy. The Houdini of the Hardwood. El Houdini de los parqu¨¦s. El pr¨®logo de una historia que apil¨® once campeonatos entre 1957 y 1969, a partir de las elecciones en el verano de 1956 de Tom Heinsohn y, por encima de todo (muy por encima), el incomparable Bill Russell. El se?or de los Anillos.

Los Celtics de los a?os 50 y 60 son el ¨²nico equipo del deporte profesional estadounidense que ha ganado ocho t¨ªtulos seguidos (1959-66), una cifra que hoy suena a ciencia ficci¨®n. Seguramente porque lo es. En la NBA, hasta los threepeats (tres anillos seguidos) son rara avis: adem¨¢s de esos Celtics, los Lakers de los primeros 50 y del tramo Kobe Bryant Shaquille O'Neal (2000-02) y los Bulls de Michael Jordan, dos veces (1991-93 y 1996-98). Nadie m¨¢s lo ha conseguido. Nunca. Aquellos Celtics son adem¨¢s los ¨²nicos con diez Finales seguidas (ganaron nueve, el 90%). El siguiente equipo con m¨¢s son los Warriors 2015-19, con cinco y un 60% de triunfos (3). Una ¨²ltima dinast¨ªa cuyos r¨¦cords deslumbrantes y derrotas epop¨¦yicas (2016, 2019) hacia su final, al menos tal y como la hemos conocido con Kevin Durant a bordo, obliga a poner en valor a aquellos Celtics que amasaron la mayor¨ªa de los 17 t¨ªtulos de la franquicia. M¨¢s que nadie y en una estela que solo siguen los Lakers (16 en 31 Finales por las 21 de su enemigo del Este). Detr¨¢s, a a?os luz, los seis de los Warriors y los Bulls y los cinco de los Spurs. En la lista de jugadores con m¨¢s t¨ªtulos, Robert Horry (Rockets, Lakers, Spurs: el padre de mil tiros milagrosos en playoffs) se cuela con 7 en una lista que es totalmente celtic: los 11 de Bill Russell, los 10 de Sam Jones, los 8 de KC Jones, Tom Heinsohn, Tom Sanders y John Havlicek, los 7 tambi¨¦n de Jim Loscutoff y Frank Ramsey, los 6 ya a continuaci¨®n del legendario Cousy...

Y, con todo, el orgullo verde fue m¨¢s que eso, algo m¨¢s all¨¢ de las victorias. La devoci¨®n, la disciplina, la responsabilidad y el libreto de Red Auerbach: la ¨²nica estad¨ªstica que importaba eran las victorias, el ¨²nico n¨²mero, sumar m¨¢s puntos que el rival en el marcador final. Su equipo ten¨ªa que vestirse como un campe¨®n y comportarse como un campe¨®n, lo fuera finalmente o no. Orgullo e integridad: esa era la verdadera esencia del celtic pride. Los anillos fueron consecuencia de ello, no al contrario.

Del basket ball al basketball

Tal vez no sea del todo preciso afirmar que los Celtics de Red Auerbach salvaron la NBA. Pero, desde luego, dieron forma a la primera gran, y necesaria, revoluci¨®n del juego. El trayecto de ese equipo, conviene recordarlo, comienza cuando ni siquiera hab¨ªa reloj de tiro y Auerbach aprovechaba la destreza de Bob Cousy para que el base driblara hasta (o eso parec¨ªa) el fin de los tiempos entre rivales desesperados que no ten¨ªan m¨¢s soluci¨®n que hacerle una falta detr¨¢s de otra. Efectivo... pero sopor¨ªfero, una f¨®rmula incapaz de poner al baloncesto en el nivel de pasi¨®n medi¨¢tica que ya ten¨ªan los (la NBA no lo era, desde luego) gigantes tradicionales del deporte en Estados Unidos.

Solo unos a?os despu¨¦s y ya avanzada la d¨¦cada de los 50, los Celtics se hab¨ªan convertido en los padres del baloncesto moderno, ya con Bill Russell como ancla defensiva, reboteando y lanzando pases a media pista, donde Cousy recib¨ªa una bola que no hab¨ªa tocado el suelo e iniciaba unas contras fulgurantes contra las que no hab¨ªa ant¨ªdoto y que, ahora, s¨ª, pon¨ªan a la grada en pie. Canastas en menos de cuatro segundos, algo indefendible para los rivales de entonces e inimaginable solo unos a?os antes. El primer Cousy, justo antes, se hab¨ªa cansado de ver c¨®mo su equipo jugaba en doubleheaders (dos partidos en una misma sesi¨®n) que solo atra¨ªan mucho p¨²blico si en el otro encuentro estaban los Globetrotters, a los que la gente ve¨ªa antes de abandonar en masa el pabell¨®n. Casi nadie se quedaba para ver qu¨¦ pasaba en el siguiente partido.

Entre 1950 y 1956, los Celtics no ganaron t¨ªtulos y amasaron un muy discreto 10-17 en playoffs. A?os de Bob Cousy, el primer base m¨¢gico, todav¨ªa sin Bill Russell. El p¨ªvot, con su inacabable presencia, fue el jugador que cambi¨® la forma de defender y de concebir el baloncesto, que todav¨ªa se llamaba por entonces (realmente hablamos de la prehistoria) basket ball del mismo modo que la NBA segu¨ªa siendo la N.B.A. Con puntos: el recordatorio a unos aficionados todav¨ªa despistados de que era una Liga de nuevo cu?o, el reto?o engendrado en 1949 por la uni¨®n de la BAA (Basketball Association of America) y la NBL (National Basketball League). De aquella BAA que hab¨ªa nacido tres a?os antes sobreviven dos equipos en la misma ciudad: New York Knicks y Boston Celtics.

En aquella primera NBA, la de varios partidos encadenados en el mismo pabell¨®n y poco p¨²blico en las gradas, daban menos motivos de conversaci¨®n los resultados que las peleas entre jugadores en los bares. Cuando unos cuantos de diferentes equipos coincid¨ªan en el mismo local, todos sab¨ªan lo que ven¨ªa a continuaci¨®n en cuanto ve¨ªan a uno quitarse el reloj de forma ceremoniosa. Red Auerbach, en tiempos de gesti¨®n amanuense en los que entrenaba, preparaba los planes f¨ªsicos y hasta los horarios de viaje, participaba en trifulcas y recib¨ªa orgulloso la ira de los aficionados rivales, ya fuera en forma de insultos o de lluvia de huevos desde las gradas. Fue uno de los primeros en, un arma b¨¢sica en el deporte profesional, convertir esas emociones negativas en carburante, el reverso del puro de la victoria que encend¨ªa con los partidos sin terminar, cuando ve¨ªa que el triunfo estaba amarrado. Entre sus grandes virtudes se contaban la capacidad de adaptarse a la evoluci¨®n del baloncesto, cuando no la provocaba personalmente, y de elegir bien a sus jugadores y crear roles ideales para todos.

Tambi¨¦n de sacar lo mejor de las circunstancias, aunque estas no le gustaran. De hecho y en un movimiento trascendental, la NBA tard¨® en posicionarse a favor del reloj de tiro, una obsesi¨®n de Danny Biasone, para el que muchos reclaman m¨¢s reconocimiento en aquella primera evoluci¨®n del baloncesto. Biasone, que entrenaba a Syracuse Nationals (el embri¨®n de Phialdelphia 76ers) en una bolera de Nueva York, hab¨ªa empezado a dar la tabarra con su invento al primer presidente de la liga, Maurice Podoloff, despu¨¦s de que ver c¨®mo los Celtics hab¨ªan ganado a su equipo en los playoffs de 1953 gracias a un partido cerrado con 106 faltas personales y 128 tiros libres, distancia desde la que Cousy sum¨® 30 puntos. Bota que te bota.

Ese invento, que a Auerbach no le gustaba nada, era el reloj de tiro que pasar¨ªa a dar 24 segundos de posesi¨®n por jugada a cada equipo a partir de la temporada 1954-55. El 24 no era aleatorio sino el resultado de dividir los segundos de un partido de 48 minutos (2.880) entre la media de tiros por encuentro (120) de las tres temporadas anteriores. Podoloff no par¨® de repetirlo en los a?os siguientes: esa revoluci¨®n prehist¨®rica, el reloj de posesi¨®n, salv¨® al baloncesto profesional. Y oblig¨® a Red Auerbach a adaptarse... y construir as¨ª, a la fuerza ahorcan, la mayor dinast¨ªa de la historia.

El basket ball se convirti¨® as¨ª en basketball. Las gradas se llenaron y los partidos contaron m¨¢s que las peleas postpartido. Hasta el concepto del sexto hombre fue popularizado por Auerbach, el primero en dar m¨¢s importancia al quinteto que acababa los partidos que al que los empezaba. Frank Ramsey fue el primero con galones en ese rol y John Havlicek el mejor, mucho antes de que heredaran esa tradici¨®n en los dorados a?os ochenta Kevin McHale (que luego fue titular¨ªsimo) o el Bill Walton ya mermado que daba minutos de lujo al legendario equipo que fue campe¨®n en 1986.

Pero, con perspectiva hist¨®rica, si algo se le debe a Auerbach y a Walter A. Brown, el fundador de los Celtics que est¨¢ en el Hall of Fame del baloncesto y del hockey sobre hielo, fue su capacidad para no distinguir entre colores; o para no valorar ning¨²n color que no fuera el verde. Much¨ªsimo antes de que el racismo dejara de ser un problema gigantesco en el baloncesto profesional, entrenador y propietario rompieron moldes cuando quedaba un buen trecho para que se dejara de repetir por la Liga una sarc¨¢stica f¨®rmula sobre los jugadores afroamericanos: "Pon en pista uno si juegas en casa, dos si juegas fuera... y tres si quieres ganar el partido".

Precisamente los Celtics, asentados en una ciudad en la que la cuesti¨®n de raza siempre ha sido extremadamente delicada, fueron los primeros en draftear a un jugador negro: Chuck Cooper, n¨²mero 14 del draft de 1950 y futuro compa?ero de habitaci¨®n de Bob Cousy. Fueron los primeros en poner en pista un quinteto totalmente negro, el 26 de diciembre de 1964, despu¨¦s de que el m¨ªtico Tom Heinsohn quedara en fuera de juego por lesi¨®n: le sustituy¨® en el siguiente partido Willie Naulls, que form¨® junto a KC Jones, Sam Jones, Tom Sanders y Bill Russell. Un quinteto, por cierto, que gan¨® ese partido y los once siguientes. Y fueron los primeros en aupar a un afroamericano al puesto de head coach. Fue el propio Bill Russell, entrenador-jugador a partir de la retirada de Red Auerbach (despu¨¦s general manager hasta los a?os 80) en 1966 y hasta 1969. As¨ª llegaron los dos ¨²ltimos anillos (1968 y 1969) de una dinast¨ªa que fue, precisamente, mucho m¨¢s que anillos.

El genio y su mano derecha

A Arnold Jacob Auerbach, que ya era un guard de buen estilo durante los a?os de la Gran Depresi¨®n, lo empezaron a llamar Red porque era pelirrojo y porque no ten¨ªa precisamente buen car¨¢cter. Su padre era un inmigrante jud¨ªo de Minsk que hab¨ªa dejado Europa a los 13 a?os y que conoci¨® a su madre en Brooklyn, donde el matrimonio pas¨® de regentar una tienda de delicatessen a meterse en el negocio de las lavander¨ªas. Sus planes pasaban por ser profesor, no uno de los personajes m¨¢s importantes de la historia del baloncesto. Uno que dej¨® los banquillos con 938 victorias (un r¨¦cord en aquel 1966) y transform¨® el juego para siempre.

Uno de sus hermanos, Zang, era un reputado dibujante que realiz¨® el primer logo que adorn¨® el centro de la cancha en un Garden de cuyo techo cuelga el n¨²mero 2 en memoria del gran Red. Una referencia a que no ha habido nadie m¨¢s importante para los Celtics m¨¢s all¨¢ de Walter Brown, el fundador y propietario que lo contrat¨® y para el que por entonces (1985) ya se hab¨ªa retirado el n¨²mero 1. En los Celtics, tan gigantesca es esa instituci¨®n, parece (hay ?23! retirados) que se acaba antes contando los n¨²meros que no visten un Garden en el que la historia se comba sobre uno con ese peso que solo se siente en los lugares realmente especiales.

Red Auerbach se reservaba su adorado puro para los ¨²ltimos minutos de los partidos, cuando lo encend¨ªa en se?al de victoria y desataba ufano la ira de los rivales. Muchas veces protegido por dos polic¨ªas en los encuentros fuera de casa, recib¨ªa lluvias de objetos e insultos y le tocaba acudir a los juzgados de cuando en cuando. En Cincinnati, por ejemplo, fue denunciado por romperle las gafas y la mand¨ªbula a un aficionado que le hab¨ªa escupido.

Era otra NBA, sobre la que Bob Cousy sol¨ªa decir que no exist¨ªa nada parecido a la deportividad y en la que te abucheaban por blando "aunque te estuviera asomando el hueso desnudo a trav¨¦s de la pierna". Pero en la que reconoc¨ªa el base que, al final y al cabo, "se cobraba por jugar a un juego de chiquillos". En esa NBA que rascaba el primer atisbo de profesionalidad, los jugadores viajaban por la noche en tren y con escalas ahora incomprensibles y dorm¨ªan, cuando tocaba, en salas de reuniones de hoteles sin ning¨²n glamour. Una liga en la que Auerbach pronto fue detestado porque no se olvidaba nunca de que en el vestuario visitante del Garden faltaran las comodidades m¨¢s obvias (ni jab¨®n, ni toallas...) e hiciera un fr¨ªo helador en invierno y un calor pegajoso en verano. Los partidos, en fin, se ganaban por tierra, mar y aire.

La figura de Auerbach sentado en un banquillo de vieja escuela, rudo y competitivo tambi¨¦n en el peor sentido de la palabra, da forma al Red Auerbach Trophy que se entrega despu¨¦s de cada temporada al Entrenador del A?o en una NBA en la que gan¨® nueve t¨ªtulos como t¨¦cnico, ocho de ellos seguidos, y otros siete como directivo. Fue Entrenador del A?o y Ejecutivo del A?o, convirti¨® a los Celtics en m¨¢s que una franquicia y a la NBA en m¨¢s que una liga profesional de baloncesto. Introdujo las transiciones r¨¢pidas y la defensa feroz para amasar contras fulminantes; Invent¨® o se adapt¨® a lo que inventaban otros, rompi¨® la barrera racial, perfil¨® el rol de sexto hombre y fue, palabra de Bill Russell, un "maestro de la psicolog¨ªa", con un tono y un discurso personalizado para cada jugador en tiempos en los que muchos entrenadores ni se paraban a preguntar a sus disc¨ªpulos c¨®mo estaban. Auerbach rechazaba cualquier negociaci¨®n de contrato y exig¨ªa una lealtad que se encargaba de que la franquicia devolviera, y cre¨ªa a pies juntillas que no hab¨ªa mejor forma de unir a un vestuario y forjar campeones que el propio orgullo por ganar. Un bucle infalible: "?puede haber algo mejor que tener un verano entero para decir que juegas en el mejor equipo de baloncesto del mundo?¡±

De ciudad en ciudad y de hotel en hotel, en tiempos en los que los protagonistas de la NBA llevaban una vida de sensaci¨®n m¨¢s n¨®mada que la actual (menos kil¨®metros pero en condiciones mucho peores), Auerbach conoc¨ªa los mejores restaurantes asi¨¢ticos de cada ciudad con franquicia en la liga. Encargaba por tel¨¦fono la cena despu¨¦s de los partidos y se la com¨ªa en los hoteles, con tal devoci¨®n que acab¨® siendo uno de los propietarios de un restaurante chino en Boston. Autor de siete libros, forj¨® la NBA de Cousy y Russell y gan¨® despu¨¦s en la de Larry Bird, al que se empe?¨® en firmar cuando amenazaba penuria para su equipo a finales de los 70. Ellos dos, Bird y Russell, eran sus jugadores favoritos junto a Magic Johnson, Kareem Abdul-Jabbar y un Michael Jordan que lider¨® la NBA que sigui¨® a la suya. Fallecido en 2006 a los 89 a?os, se perdi¨® lo mejor de LeBron James y la irrupci¨®n de Stephen Curry, Kevin Durant y la tonelada de triples por partido, una revoluci¨®n de la que tambi¨¦n particip¨® como ejecutivo en los primeros a?os 80. El triple, entonces considerado por el New York Times poco m¨¢s que un truco barato, lleg¨® a la NBA en la temporada 1979-80, la de un Larry Bird rookie. El primero lo anot¨® un jugador de, c¨®mo no, los Celtics: Chris Ford.

Auerbach tambi¨¦n fue el primero en tener algo parecido a un departamento de scouting, b¨¢sicamente a base de cruzar llamadas de tel¨¦fono con amigos de todo el pa¨ªs. Lleg¨® a los Celtics casi por casualidad, despu¨¦s de entrenar en institutos de Washington (donde siempre tuvo su verdadera residencia fuera del calendario NBA) y al equipo de la Navy, en el que aplic¨® los fundamentos del juego en el que cre¨ªa, uno de transiciones r¨¢pidas que forzaran situaciones de tres atacantes a toda velocidad contra dos defensas en retirada desordenada.

En la Armada llam¨® la atenci¨®n del multimillonario MIke Uline, que lo contrat¨® para Washington Capitols, en la BAA. All¨ª perdi¨® una Final contra Minneapolis Lakers, cuando todav¨ªa ni sab¨ªa que acabar¨ªa forjando con esa franquicia una rivalidad que marcar¨ªa para siempre la historia del deporte. Y tuvo unos roces con el propio Uline que le mandaron a Duke, la prestigiosa universidad en la que ejerci¨® de asistente y te¨®rico delf¨ªn mientras el entrenador Gerry Gerard peleaba contra el c¨¢ncer. Pero, consumido por el desgaste de esa situaci¨®n, su futuro no estuvo la universidad de Durham y tampoco, no a largo plazo, en Tri-cities Blackhawks, el embri¨®n de Atlanta Hawks donde vivi¨®, en plena reconstrucci¨®n, su ¨²nico a?o en balance negativo como entrenador: 28-29. Otra vez, los problemas con el propietario le hicieron dejarlo y acabar en Boston Celtics... precisamente porque otro propietario, Walter Brown, se hab¨ªa hartado de perder partidos y pregunt¨® a la prensa local por un entrenador que le pudiera dar la vuelta a la situaci¨®n. Le recomendaron que llamara a Auerbach.

Ese verano de 1950 es historia del baloncesto: Red Auerbach fich¨® por los Celtics y drafte¨® (Chuck Cooper, n¨²mero 14) por primera vez en la NBA a un jugador de raza negra. Lo hizo, para colmo, despu¨¦s de no haber seleccionado a Bob Cousy, decisi¨®n que levant¨® ampollas porque el base ya era una sensaci¨®n en el ¨¢rea de Massachusetts tras su cacareado paso por la Universidad de Holy Cross. Auerbach lo consideraba demasiado flashy, un verso suelto dedicado a un juego creativo que no ten¨ªa utilidad en su libreto. Elegido en el n¨²mero 3, Cousy no se puso de acuerdo con Tri-cities Blackhawks, el exequipo de Auerbach, porque estaba montando una autoescuela en Worcester y no quer¨ªa irse a jugar al nada estimulante tri¨¢ngulo Moline-Rock Island-Davenport. Por 4.000 d¨®lares de diferencia (le ofrec¨ªan 6.000, quer¨ªa 10.000) se rompieron las negociaciones y Cousy decidi¨® irse a Chicago Stags... justo cuando la franquicia de Illinois quebr¨®. Ahora s¨ª Walter Brown (le pag¨® 9.000 d¨®lares) se hizo con Cousy.

Antes Auerbach, razonando que a ¨¦l le pagaban para ganar partidos y no para dar espect¨¢culo, hab¨ªa elegido con el n¨²mero 1 al p¨ªvot Chuck Share. Pero, de rebote en rebote, acab¨® con el descartado Cousy a sus ¨®rdenes porque, ya se sabe, la historia se escribe recta pero con renglones torcidos. Auerbach congreg¨® a 45 exjugadores cuando celebr¨® sus 75 a?os y a la fiesta de los 80 acudi¨® hasta su gran enemigo deportivo, un Wilt Chamberlain al que hab¨ªa definido como ¡°aterrador¡± y del que dijo que pod¨ªa hacer en las pistas de baloncesto "cualquier cosa menos ganar a mi equipo". Dirigi¨® a diez jugadores que entrar¨ªan despu¨¦s en el Hall of Fame y a cuatro futuros entrenadores que sumaron siete anillos en los banquillos (Bill Russell, KC Jones, Bill Sharman y Tom Heinsohn). En su ¨²ltimo a?o como t¨¦cnico (cuando dec¨ªa a los rivales "esta es vuestra ¨²ltima oportunidad de venir a por m¨ª¡±) tuvo en su plantilla a Don Nelson, un genio que no gan¨® ning¨²n t¨ªtulo como t¨¦cnico pero fue tres veces Entrenador del A?o y es el que m¨¢s victorias ha sumado en los banquillos NBA: 1.335, tres m¨¢s que Lenny Wilkens. El tercero en esa ilustre lista es ya Gregg Popovich.

Como directivo construy¨® el sublime equipo de los 80. Primero, con el contrato r¨¦cord a Larry Bird (650.000 d¨®lares al a?o en su estreno NBA) para evitar que se volviera a presentar al draft en 1979 (los Celtics se hab¨ªan hecho con sus derechos como junior un a?o antes, con el n¨²mero 6). Despu¨¦s, con la operaci¨®n que se denomin¨® el robo del siglo: el 9 de junio de 1980 cambi¨® dos rondas de draft con los Warriors por Robert Parish y otro pick que ser¨ªa Kevin McHale. Ambos formaron con Bird uno de los mejores frontcourt de la historia, el que reforz¨® el ¨²ltimo Bill Walton en el equipo que gan¨® el anillo de 1986.

Mientras aquel bulldozer de ensue?o (o m¨¢s bien de pesadilla para los rivales) avanzaba hacia el t¨ªtulo, Auerbach preparaba su ¨²ltimo gran golpe: la llegada de Len Bias, al que eligi¨® con el n¨²mero 2 en ese draft de 1986 en el que ten¨ªa el derecho de escoger tan arriba por el traspaso, dos a?os antes, de Gerald Henderson a los Supersonics. Bias, la joya ultra f¨ªsica de Maryland, era un jugador llamado a marcar ¨¦poca y repetir en la NBA sus duelos con Michael Jordan en la ACC. Pero la coca¨ªna acab¨® con ¨¦l solo dos d¨ªas despu¨¦s del draft en el que cre¨ªa que hab¨ªa asegurado el futuro de su franquicia un Auerbach que habl¨® en el funeral del chico ca¨ªdo con 22 a?os: ¡°Este es el golpe m¨¢s duro para la ciudad de Boston desde la muerte de John Fitzgerald Kennedy¡±. La mano de Auerbach, por lo tanto, abarca casi cuatro d¨¦cadas de orgullo verde; aunque esa relaci¨®n, como todas, tuviera sus momentos cr¨ªticos: en el verano de 1978 puso rumbo a Nueva York para aceptar una oferta mareante de los Knicks, cosa que finalmente no hizo porque el taxista que le llevaba al aeropuerto le suplic¨® que se lo pensara bien. En Boston, los equipos son m¨¢s que equipos. Son familia.

Cousy, que no le hab¨ªa entrado por el ojo, acab¨® formando en el quinteto ideal que despu¨¦s hizo Auerbach con jugadores de su tiempo, fueran de su bando o del contrario. Junto al base cit¨® a Jerry West, Elgin Baylor, Bob Pettit y Bill Russelll... con John Havlicek como sexto hombre, claro. Cousy, el Houdini de las pistas (Houdini of the Hardwood) no solo acab¨® siendo un mago que se convirti¨® en la primera gran atracci¨®n de la NBA por su manejo de bal¨®n y sus dribblings pas¨¢ndose la bola por detr¨¢s de la espalda. Tambi¨¦n fue un l¨ªder ultra competitivo y un orgulloso defensor de la primera tradici¨®n celtic: jug¨® trece a?os en el Garden (1950-63), fue all star en los trece y gan¨® seis anillos, todos (eso s¨ª) tras la llegada de Bill Russell. Sin el gigante de Monroe, los Celtics de Auerbach y Cousy hab¨ªan acumulado un 10-17 en playoffs y se hab¨ªan ganado fama de equipo pint¨®n pero perdedor. A partir de 1956, los Celtics siguieron corriendo en ataque pero se pusieron firmes en defensa, con una nueva y muy cruda preparaci¨®n f¨ªsica y m¨¢s control con un tabaco que por entonces era omnipresente en los vestuarios. Hubie Brown siempre dec¨ªa que Cousy llev¨® las victorias y el p¨²blico al Garden, pero que fue Russell el que llev¨® los anillos.

Cousy, uno de los pocos que pod¨ªa permitirse llamar Arnold y no Red a Auerbach, tuvo con Bill Russell una extra?a relaci¨®n personal perfectamente reflejada en el maravilloso libro The Last Pass, de Gary Pomerantz. Reconocido como un innovador y uno de los primeros genios de una NBA por entonces industriosa, dura hasta lo violento, entr¨® diez veces en el Mejor Quinteto de la temporada y lider¨® la NBA en asistencias ocho veces seguidas entre 1953 y 1960. Su n¨²mero 14, por supuesto, tambi¨¦n cuelga del techo del Garden. Es, ahora con 91 a?os, una de las grandes leyendas de una franquicia cuya especialidad es, precisamente, construirlas.

La era de las wilsonburgers

El bal¨®n sal¨ªa despedido, a veces hasta las mismas gradas, con una violencia tremenda. Una mancha ovalada y marr¨®n con las letras de la marca comercial, Wilson, que hac¨ªa pensar a los aficionados en una hamburguesa que volaba de su plato en el peor momento. Por eso a los tapones de Bill Russell, el gigante de casi siete pies y 224 cent¨ªmetros de envergadura, se les empez¨® a llamar wilsonburgers. Hamburguesas con el logo de Wilson.

No es del todo descabellado pensar que es probable que si Bill Russell no hubiera existido se considerar¨ªa hoy a Wilt Chamberlain, lo m¨¢s parecido a Superman que ha pisado las pistas de baloncesto, el mejor jugador de la historia. As¨ª de simple, as¨ª de tremendo. Chamberlain promedi¨® en su carrera m¨¢s de 30 puntos y casi 23 rebotes. Fue cuatro veces MVP, 13 All Star, meti¨® 100 puntos en un partido (2 de marzo de 1962) y cogi¨® 55 rebotes en otro (24 de noviembre de 1960). Ambos son r¨¦cords que, tal vez, no se batir¨¢n jam¨¢s. Pero solo gan¨® dos anillos, el segundo ya con 35 a?os y en unos Lakers en los que acab¨® reconvertido en ancla defensiva, reboteador e iniciador de contras desde su zona: acab¨® convertido en Bill Rusell. Porque mientras que Chamberlain fue muchos chamberlains en su carrera (hasta lider¨® una vez la NBA en asistencias b¨¢sicamente porque se propuso hacerlo), Bill Russell fue siempre Bill Rusell. Sus cara a cara llenaron gradas cuando eso no era precisamente f¨¢cil. Llamados "la batalla de los titanes" o "la gran colisi¨®n", sol¨ªan ser un mal trago para Chamberlain por mucho que promediara en ellos 29,9 puntos y 28,1 rebotes por los 14,2 y 22,9 de Russell. Pero este se llev¨® 57 de esos 94 partidos en los que jugaron uno contra otro por los 37 de Chamberlain. La eterna frustraci¨®n de Superman.

Chamberlain se qued¨® en dos anillos porque perdi¨® mil series de playoffs contra el mismo enemigo, desfondado por tener que correr arriba y abajo durante todo el partido, por la defensa individual de Russell y la exigencia constante de la percusi¨®n en el pick and roll de los Celtics. Bill Russell, a base de llevarse esas batallas colosales, gan¨® once t¨ªtulos en solo trece a?os de carrera... M¨¢s que nadie, desde luego, y m¨¢s que cualquier franquicia que no sean sus Celtics o los Lakers. Un r¨¦cord incre¨ªble que solo iguala en el deporte estadounidense Henri Richard (NHL). De hecho, solo Robert Horry (Rockets, Lakers Spurs) gan¨® siete sin haber jugado en aquellos Celtics que ¨¦l convirti¨® en terror¨ªficos. Todos los dem¨¢s que han alcanzado esa cifra formaron parte de ese equipo: los tambi¨¦n siete de Jim Loscutoff y Frank Ramsey, los ocho de John Havlicek, Tom Sanders, KC Jones y Tom Heinson y los 10 de Sam Jones, que podr¨ªa haber ido antes a los Lakers de no ser porque opt¨® por regresar a la universidad y cumplir con sus obligaciones con el servicio militar.

Para colmo y sin querer, Chamberlain hizo tambi¨¦n rico, para los est¨¢ndares de la ¨¦poca, a un Bill Russell que se llev¨® un contrato de 100.001 d¨®lares cuando su gran rival hab¨ªa firmado uno de 100.000. Russell pas¨® despu¨¦s apreturas, hundidas sus inversiones en el negocio de la restauraci¨®n en Boston y en exportaciones desde Liberia, donde hab¨ªa so?ado con irse a vivir tras su retirada. Tampoco cuaj¨® ni como entrenador ni como comentarista televisivo, y la NBA no pudo meterlo en su circuito de leyendas activas hasta hace quince o veinte a?os. Desde entonces s¨ª es un fijo en All Star, Finales, celebraciones...

En los ¨²ltimos tiempos Russell, despu¨¦s de una vida marcada por la lucha contra el racismo y el resentimiento con los medios de comunicaci¨®n y la sociedad estadounidenses, s¨ª ha sido estandarte activo de una NBA que puso su nombre al trofeo del MVP de las Finales. Antes, en a?os oscuros, ni se present¨® a la ceremonia de retirada de su n¨²mero 6 en el Garden ni a la de su inclusi¨®n en el Hall of Fame. Hab¨ªa conocido la pobreza, la segregaci¨®n y las humillaciones. De su Luisiana natal a Oakland, donde creci¨® en una situaci¨®n de extrema necesidad a la que solo vio salida cuando lleg¨® la oportunidad de jugar en College. Hab¨ªa visto a su abuelo defender un colegio de ni?os negros de la llegada de los hombres del Ku Klux Klan, a su madre ser insultada por polic¨ªas que le dec¨ªan que se quitara su "vestido de blanca". Y vio despu¨¦s, casi de forma rutinaria, como no se le valor¨® lo suficiente en tiempos en los que un negro no pod¨ªa ser el mejor en nada porque, sencillamente, no era conveniente.

Solo la Universidad de San Francisco apost¨® por ¨¦l gracias a que contaba con Phil Woolpert, uno de esos entrenadores que, no abundaban por entonces, no hac¨ªan distinciones raciales. Rechaz¨® a los Globetrotters porque ni se dirigieron a ¨¦l para contratarle y hablaron solo con el propio Woolpert, como si fueran a negociar por una mercanc¨ªa. Vio como su compa?ero Tom Heinsohn fue nombrado Rookie del A?o en 1957 aunque ¨¦l promedi¨® casi 15 puntos y 20 rebotes y cambi¨® el perfil de juego de los Celtics. De hecho, le espet¨® a Heinsohn que le deb¨ªa "al menos la mitad" de los 300 d¨®lares que el forward se hab¨ªa embolsado como ganador del premio.

March¨® con Martin Luther King por Washington en lo que defini¨® como "el mayor orgullo de su vida", se fue de Kentucky antes de un amistoso porque los restaurantes no serv¨ªan comida para ¨¦l y el resto de afroamericanos de su equipo. Y se enfrent¨® a p¨²blico y prensa de los Celtics: muchos no entend¨ªan que ni siquiera se parara a firmar aut¨®grafos a los ni?os. Y no lo entend¨ªan, as¨ª era aquella sociedad, aunque ve¨ªan como sufr¨ªa ataques como el asalto de su casa por unos v¨¢ndalos que realizaron pintadas racistas en las paredes y defecaron en las camas. Russell llam¨® "un circo de pulgas del racismo" a Boston, una ciudad con la que tard¨® mucho en reconciliarse y donde tiene una estatua en el Ayuntamiento desde 2013. Dos a?os antes, por todas esas trazas de lucha y golpes contra muros vergonzosos, hab¨ªa recibido la Medalla de la Libertad de manos de Barack Obama.

Mucho m¨¢s que Cousy y Russell

La gran dinast¨ªa de los Celtics la forj¨® Red Auerbach de Bob Cousy a Bill Russell, alfa y omega de un equipo que acab¨® siendo pr¨¢cticamente invencible, tambi¨¦n tras la retirada del base de Manhattan en 1963, despu¨¦s de los seis primeros anillos. Bill Russell, incluidos los dos que gan¨® como entrenador-jugador, acab¨® con once. Pero hubo muchos m¨¢s protagonistas en una finalmente incre¨ªble historia de t¨ªtulos, all stars, jugadas incre¨ªbles, estad¨ªsticas de leyenda y plazas bien ganadas en el Hall of Fame. Todos estos jugadores tambi¨¦n formaron los huesos de la dinast¨ªa y son historia de los Celtics... y de la NBA:

CHUCK COOPER: Una menci¨®n al primer jugador afroamericano drafteado en la NBA. Los Celtis de Walter Brown y Red Auerbach hicieron saltar por los aires la barrera racial con su pick 14, el primero de segunda ronda, en 1950. El t¨¦cnico acababa de llegar al equipo y ese verano termin¨® haci¨¦ndose tambi¨¦n, de carambola, con Bob Cousy. Cooper solo estuvo cuatro a?os en Boston y se fue antes de la llegada de Bill Russell y de la era de los anillos, pero tiene su cap¨ªtulo en los libros de historia. Junto a ¨¦l llegaron a la NBA, tambi¨¦n en 1950, Nat 'Sweetwater' Clifton y Earl Lloyd. El primero fue all star en 1957 y el segundo, campe¨®n en 1955.

JOHN HAVLICEK: Una gigantesca leyenda que falleci¨® en abril de 2019 y el autor del robo m¨¢s famoso de la historia de la NBA, el del m¨ªtico grito "Havlicek stole the ball" del narrador Johnny Most. Su acci¨®n defensiva en un crucial saque de banda de Hal Greer dej¨® a los Sixers de Wilt Chamberlain sin opci¨®n de remontar (110-109) en los ¨²ltimos cinco segundos del s¨¦ptimo partido de la Final del Este de 1965, en el Garden. Pero Havlicek fue mucho m¨¢s, primero el sexto hombre perfecto y despu¨¦s el l¨ªder junto a Dave Cowens del brillante equipo de los 70 (fue MVP de las Finales de 1974). Gan¨® ocho anillos, fue trece veces all star, tiene su n¨²mero 17 retirado y fue un atleta tremendo que tambi¨¦n hab¨ªa sido elegido por los Browns de la NFL (los Celtics le dieron el n¨²mero 7 del draft de 1962). Hondo solo se perdi¨® m¨¢s de siete partidos en una temporada, y jug¨® 16 a?os en tiempos en los que eso era mucho m¨¢s complicado que ahora. Buen tirador, excepcional defensor y perfecto para el juego en transici¨®n que prefer¨ªa Auerbach, Havlicek es sencillamente un gigante en una franquicia llena de ellos.

SAM JONES: Uno de los primeros grandes escoltas de la NBA, era en realidad un base/escolta/alero que fue famoso por su letal tiro desde media distancia (ultra efectivo a tablero) y su capacidad para abrir la pista y anotar en los momentos calientes de los playoffs. Su pick and roll con Bill Russell volv¨ªa loco a Wilt Chamberlain y es uno de los tres ¨²nicos (con Russell y KC Jones) que estuvo en los ocho anillos seguidos del glorioso tramo 1959-66. Tiene el n¨²mero 24 retirado en el Garden, fue cinco veces all star, promedi¨® 17,7 puntos en doce a?os con los Celtics y es el ¨²nico jugador de la historia que ha ganado 10 anillos al margen de los 11 de Russell.

TOM HEINSOHN: Jug¨® nueve a?os en los Celtics y gan¨® ocho anillos (solo pinch¨® en 1958). Despu¨¦s gan¨® otros dos como entrenador (1974 y 1976) y fue durante d¨¦cadas emblem¨¢tico comentarista en las retransmisiones del equipo de una ciudad recorrida de punta a punta por su carisma: "es el padrino de Boston", sol¨ªa decir Cousy de un Heinsohn que tambi¨¦n fue el compa?ero ideal de Bill Russell en las zonas. Un ala-p¨ªvot duro, pele¨®n y competitivo que ten¨ªa tambi¨¦n toque para anotar con varios registros. Promedi¨® en su carrera m¨¢s de 18 puntos y casi 9 rebotes, fue seis veces all star y su n¨²mero 15 est¨¢ retirado por unos Celtics que le eligieron con el pick territorial en su decisivo draft de 1956, el mismo en el que lograron hacerse con Russell, al que gan¨® el premio de Rookie del A?o. Eso le supuso un gran disgusto al p¨ªvot, que interpret¨® que los prejuicios racistas le hab¨ªan dejado sin un galard¨®n que seguramente merec¨ªa. Lleg¨® a los celtics desde Holy Cross, la misma universidad de Massachusetts en la que jug¨® Bob Cousy.

KC JONES: Ocho anillos en ocho Finales (solo Bill Russell y Sam Jones tienen m¨¢s) para el eterno acompa?ante de Russell: gan¨® con ¨¦l los dos t¨ªtulos universitarios en San Francisco, viaj¨® con ¨¦l a la NBA a trav¨¦s del draft de 1956 y tambi¨¦n estuvo en el equipo que gan¨® el oro ol¨ªmpico en Melbourne antes de debutar en la liga profesional. Base tenaz y excelente defensor que pens¨® en hacer carrera en la NFL, est¨¢ en el Hall of Fame y tiene su n¨²mero 25 retirado por unos Celtics a los que luego hizo dos veces campe¨®n como entrenador en los 80. Era el temible equipo que gan¨® los anillos de 1984 y 1986 con Larry Bird como jugador franquicia. Si se descartan a?os de entrenador-jugador (caso de Bill Russell) es el ¨²nico afroamericano con m¨¢s de un t¨ªtulo de la NBA como t¨¦cnico.

BILL SHARMAN: Sali¨® del draft de 1950, como Cousy, pero tampoco lleg¨® directamente al primer proyecto de Red Auerbach en Boston. Si el base lo hizo finalmente ese mismo verano pero de carambola, Sharman pas¨® una temporada en los Capitols antes de una d¨¦cada de verde en la que sum¨® cuatro t¨ªtulos, fue ocho veces all star y se gan¨® que su n¨²mero 21 cuelgue del techo del Garden. Era un combo guard (base-escolta) bajito que se complementaba de maravilla con Cousy y anotaba con mucha eficiencia, uno de los primeros que explot¨® los contactos rivales para sumar desde la l¨ªnea de tiros libres. Despu¨¦s, llev¨® la esencia de esos Celtics al eterno rival, unos Lakers que con ¨¦l como entrenador (y KC Jones como asistente) ganaron en 1972 el t¨ªtulo que tanto se hab¨ªa resistido desde el traslado a L.A.

BAILEY HOWELL: No tiene su n¨²mero retirado (el 18) por unos Celtics en los que jug¨® cuatro a?os. Pero aparece en esta lista porque es dif¨ªcil imaginar los ¨²ltimos anillos de la dinast¨ªa (1968 y 69, los del Russell entrenador-jugador) sin sus puntos y su eficiencia. Rondaba la veintena con altos porcentajes y, nada habitual en su tiempo, un instinto notable para meterse en la zona y sacar buenos tiros cerca del aro. Esa capacidad le hizo ser un jugador menos reconocido que otros... pero clave en el ocaso de la era Bill Russell.

FRANK RAMSEY: Otro miembro del Hall of Fame y otro con su n¨²mero (el 23) retirado. El primer verdadero sexto hombre que cre¨® Red Auerbach, antes de perfeccionar ese rol con Havlicek y explotarlo al m¨¢ximo con el primer Kevin McHale. Combo guard especialista en enchufar nada m¨¢s entrar desde el banquillo, gan¨® siete anillos y tuvo momentos tan colosales como los playoffs de 1959, cuando promedi¨® 23,2 puntos y 6,2 rebotes.

SATCH SANDERS: No era una gran estrella ni produc¨ªa grandes n¨²meros (algo m¨¢s de 9 puntos y 6 rebotes en sus trece a?os en Boston), pero gan¨® ocho anillos en los que fue importante como especialista defensivo. Un 1,98 capaz de secar a los p¨ªvots rivales y de formar una pareja temible en su zona junto a Bill Russell. Jerry Lucas o Willis Reed sufrieron su tremenda capacidad f¨ªsica, otra arma que supo maximizar a la perfecci¨®n Red Auerbach.

DON NELSON: Sigue siendo el t¨¦cnico con m¨¢s victorias de la historia de la NBA (1.335) y sum¨® tres galardones de Entrenador del A?o aunque no pudo ser campe¨®n en los banquillos. Pero s¨ª lo consigui¨® cinco veces como jugador de los Celtics, desde el ¨²ltimo a?o de Red Auerbach (1966) a los t¨ªtulos de los 70 como acompa?ante de Havlicek y Dave Cowens. Fue otro sexto hombre que se asent¨® tras llegar desde los Lakers y aport¨®, sobre todo, puntos con buenos porcentajes en el frontcourt. Tiene su n¨²mero 16 retirado en el Garden, aunque nunca volvi¨® a Boston para dirigir al equipo en sus m¨¢s de tres d¨¦cadas en los banquillos de la NBA.

Especialistas en ganar a los Lakers

Los Celtics de la gran dinast¨ªa arrancaron con la llegada en 1950 de Red Auerbach y Bob Cousy. Pero no despegaron, despu¨¦s de amasar un nada prometedor 10-17 en playoffs durante los siguientes a?os, hasta el verano de 1956, cuando aterrizaron a la vez Tom Heinshon, Bill Russell y KC Jones (que se incoroporaria m¨¢s tarde). En la temporada 1956-57 ganaron el primero de los once anillos en trece a?os que levantaron una leyenda todav¨ªa hoy imposible de superar.

Ese primer bloque campe¨®n ya ten¨ªa a Cousy, Heinsohn, Russell, Bill Sharman, Frank Ramsey... y tambi¨¦n cuentas pendientes con unos playoffs en los que se hab¨ªan acostumbrado a quedarse muy cortos. Nunca m¨¢s: en trece a?os jugaron doce Finales y ganaron once. Solo se quedaron sin disputar la de 1967 (Sixers-Warriors) y sin ganar la de 1958. En ese tramo superaron tres veces a St Louis Hawks (3-1), siete a los Lakers (7-0, seis con la franquicia ya en L.A. y una todav¨ªa en Minneapolis) y una a los Warriors, por entonces en San Francisco.

Aunque luego los anillos llegaron en tromba, cost¨® de forma endemoniada romper lo que empezaba a ser una maldici¨®n y adquirir el gen ganador que acab¨® definiendo a la franquicia. Las Finales de 1957 contra los Hawks, las primeras con dos debutantes en la lucha por el anillo desde 1951, fueron una serie abrasadora en la que se jugaron siete partidos, cuatro se resolvieron por dos puntos y el ¨²ltimo se fue a dos pr¨®rrogas, algo que no ha vuelto a pasar en un s¨¦ptimo de una Final.

Los Celtics se enfrentaban a los dos jugadores que hab¨ªan dado por el pick 2 que usaron en Bill Russell (Cliff Hagan y Ed Macauley) y a un por entonces devastador Bob Pettit que promedi¨® en la serie m¨¢s de 30 puntos y 18 rebotes y se fue a 39+19 en ese s¨¦ptimo en el que pas¨® de todo: primero Bob Cousy, aterrado, no toc¨® ni aro en un tiro libre que habr¨ªa dado un +3 a los Celtics al final de la segunda pr¨®rroga y con cinco segundos por jugar. Un jaque mate en tiempos en los que no hab¨ªa l¨ªnea de tres. Pero fall¨®, y los Hawks tuvieron un ¨²ltimo ataque en el que bordaron lo casi imposible y fallaron lo m¨¢s sencillo: el entrenador-jugador Alex Hannum lanz¨® la bola desde su zona de saque contra el tablero de los Celtics, con la esperanza de que el rechace fuera a las manos de Pettit. El hail mary sali¨® sorprendentemente bien... pero a Pettit tambi¨¦n le tembl¨® el pulso en un tiro que normalmente met¨ªa con los ojos cerrados.

Los Celtics ganaron ese sudado primer anillo pese al 2/20 en tiros de Cousy y el 3/20 de Sharman. Ante el pavor de los veteranos, surgieron los novatos: 19 puntos y 32 rebotes de Russell (22,9 de media en la eliminatoria) y 37 puntos y 27 rebotes de Heinsohn. Fueron campeones casi de milagro y despu¨¦s de la tangana del tercer partido, en el que Sharman juraba y perjuraba que su aro no estaba a la altura reglamentaria, y de las docenas de huevos que le cayeron a Auerbach. Acababa de nacer una dinast¨ªa de leyenda, una que solo sufri¨® un traspi¨¦s en 1958 antes de enlazar, algo que ahora parece poco m¨¢s que ciencia-ficci¨®n, ocho t¨ªtulos consecutivos.

En ese lunar de 1958, y en revancha ante unos Hawks rabiosos, los Celtics cayeron 4-2 despu¨¦s de que Bill Russell se torciera un tobillo en el tercer partido. Una lesi¨®n que marc¨® evidentemente la Final aunque Auerbach no quiso buscar excusas: "Nos han ganado, no hay m¨¢s". Incluso sin Russell, los Celtics dieron la sorpresa en el cuarto partido para empatar a dos y solo perdieron el quinto y el sexto por dos (100-102) y un punto (110-109). Y despu¨¦s de que Pettit firmara un ¨²ltimo encuentro legendario: 50 puntos, entre ellos 19 de los ¨²ltimos 21 del equipo que gan¨® el ¨²nico anillo en la historia de los Hawks y el ¨²ltimo de una plantilla sin jugadores afroamericanos. Y que regres¨® a las Finales para perderlas en 1960 y 1961, las ¨²ltimas de unos Hawks que no han vuelto a pisarlas. Una racha que no acaba nunca y que solo empeoran los Kings, que no han peleado por el anillo desde 1951.

De las cinco primeras Finales, solo unas tuvieron un rival distinto: los Lakers de 1959, todav¨ªa en Mine¨¢polis y ya con el m¨ªtico Elgin Baylor en n¨®mina. Fue el primero (4-0 incontestable) de la serie de ocho t¨ªtulos seguidos, todos hasta que Auerbach dej¨® los banquillos en 1966. Ese tramo de leyenda incluy¨® el primer duelo Russell-Wilt Chamberlain en unas Finales (1964, 4-1 ante los Warriors de Wilt, Thurmond y Meschery) y cuatro victorias ante unos Lakers que pudieron matar la maldici¨®n en el primer duelo desde el traslado a Los ?ngeles, en 1962: 4-3 para los Celtics, que ganaron el s¨¦ptimo 110-107 despu¨¦s de que Frank Selvy (que hab¨ªa anotado dos canastas en los ataques anteriores) fallara a cuatro metros del aro un tiro franco que habr¨ªa cambiado la historia en el Garden. En vez de eso, los Lakers no fueron campeones hasta 1972, cuando ten¨ªan el toque celtic de Bill Sharman y KC Jones en el banquillo, y dejaron pendiente derrotar en unas Finales a los Celtics hasta 1985, ya en el auge del Showtime; los tiempos de Magic Johnson.

En 1962, Elgin Baylor anot¨® 61 puntos en el quinto partido... pero pudieron m¨¢s los 40 rebotes en el s¨¦ptimo de Russell, que cogi¨® en toda la Final 189 (27 de media). En 1965 una lesi¨®n de rodilla del propio Baylor dej¨® sin opciones a los Lakers y un a?o despu¨¦s, en 1966, los angelinos convirtieron un 3-1 en 3-3 pero perdieron en el s¨¦ptimo encuentro. Desde entonces, solo se ha llegado a 3-3 desde un 3-1 una vez m¨¢s en la lucha por el t¨ªtulo: en 2016, los Cavs de LeBron James acabaron poniendo un 3-4 hist¨®rico despu¨¦s de tres victorias seguidas ante los Warriors del 73-9. Tras el 1-0 de los Lakers en aquella serie del 66, Auerbach anunci¨® (como si quisiera echar carburante para la remontada) que su relevo en el banquillo ser¨ªa Bill Russell. Para que en la NBA hubiera por primera vez un entrenador afroamericano hab¨ªan tenido que rechazar el cargo Cousy, Ramsey y Hensohn.

Los Celtics alargaron su dinast¨ªa de forma casi improbable con Russell haciendo doblete banquillo-pista. En 1967, los Sixers de Wilt Chamberlain airearon sus verg¨¹enzas con un 4-1 que incluy¨® 140 puntos en el quinto y decisivo partido, sin rastro del orgullo y la defensa que hab¨ªan sido se?as de identidad de unos Celtics que, sin embargo, ganaron los dos siguientes t¨ªtulos, los dos ante los Lakers. En 1968, con las Finales ya en mayo, los Lakers perdieron en la pr¨®rroga en el quinto, con 2-2 en el Garden, y el sexto en el Forum. Y un a?o despu¨¦s firmaron una de las mayores pifias de la historia de las Finales. Muy favoritos contra unos Celtics ya casi sin fuerzas, y con el big three Jerry West-Elgin Baylor-Wilt Chamberlain, cayeron 3-4 despu¨¦s de estar 2-0 y 3-2. Un desastre que aire¨® las obvias desavenencias de las tres estrellas angelinas y el poco control de la situaci¨®n del entrenador, Butch van Breda Kolff.

Fue el primer a?o en el que se dio un MVP de las Finales y el ¨²nico hasta hoy en el que ganador estaba en el bando derrotado: Jerry West, que promedi¨® 38 puntos y m¨¢s de 7 asistencias y jug¨® dos formidables partidos (53 y 41 puntos) hasta que Bill Russell orden¨® dobles marcajes contra ¨¦l a partir del tercero. En el cuarto de la serie, los Celtics salvaron (89-88) la vida con una canasta milagrosa de Jones despu¨¦s de que se pitara de forma muy pol¨¦mica que Elgin Baylor hab¨ªa pisado fuera del campo con los Lakers por delante (87-88) y siete segundos por jugar. En el s¨¦ptimo partido (106-108) Don Nelson tambi¨¦n anot¨® otro tiro que parec¨ªa destinado a quedar en nada y sell¨® una sorpresa descomunal.

Y el desastre de unos Lakers consumidos por su propia maldici¨®n (a d¨ªa de hoy Jerry West sigue odiando el color verde) y por la osad¨ªa del entonces propietario, Jack Kent Cooke, que coloc¨® miles de globos en el techo del Forum y reparti¨® flyers con las instrucciones sobre c¨®mo ser¨ªa la celebraci¨®n. Ese documento circul¨® por el vestuario visitante antes del partido, ya con West enfadad¨ªsimo con Cooke desde que hab¨ªa salido a calentar y hab¨ªa visto los globos en el techo del pabell¨®n. No hab¨ªa necesidad de tentar demasiado a la suerte, y menos si eras un equipo que, se volvi¨® a demostrar, no ten¨ªa ninguna en cuanto aparec¨ªa enfrente un coloso verde que acab¨® ah¨ª, en el dorado Forum y con 11 t¨ªtulos en 13 a?os. Nunca nadie ha hecho nada semejante y si hubiera que apostar, lo m¨¢s f¨¢cil es pensar que nadie lo har¨¢. Jam¨¢s. Por eso los Celtics son un equipo eterno. Mucho m¨¢s que una franquicia.