LeBron: la Bah¨ªa, el legado y los altares de la NBA
El alero de los Cleveland Cavaliers disputa su novenas Finales de la NBA, la octava seguida y la cuarta contra los Golden State Warriors.

Cuatro a?os seguidos de las mismas Finales, la primera tetralog¨ªa de la historia del deporte estadounidense, conllevan una inevitable sensaci¨®n de dej¨¤ vu. Pero, dentro de un obvio patr¨®n de repetici¨®n, hay movimientos (algunos s¨ªsmicos: Kevin Durant, Kyrie Irving¡) que cambian los ¨¢ngulos y que transforman total o parcialmente la perspectiva. Desde luego estos Warriors no son el equipo c¨¢ndido y fresco del Strenght In Numbers, que lleg¨® a las Finales como un hurac¨¢n destinado a quedarse pero tambi¨¦n como un grupo de boy scouts que contemplaba fascinado toda la parafernalia de la lucha por el anillo. Como si en el vetusto Oracle, que llevaba cuarenta a?os sin acoger una Final, el peso de la historia hubiera ca¨ªdo a plomo con la redecoraci¨®n y los convoyes de la NBA acumul¨¢ndose en el inacabable p¨¢rking que rodea a ese pabell¨®n cuya silueta ahora se difumina, mientras los Warriors apuntan al lujoso Chase Center del otro lado de la Bah¨ªa, como lo que es: una reliquia de otros tiempos para el deporte profesional estadounidense.
Los Warriors han cambiado. Bastan cuatro a?os, y m¨¢s en estos tiempos de hiperconectividad a los que el Chase Center va a servir de altar, para pasar ser de rebeli¨®n contracultural a poder f¨¢ctico. Ya se sabe: muere como un h¨¦roe o vive lo suficiente para convertirte en villano. Y de eso sabe seguramente m¨¢s que nadie LeBron, que ha muerto y resucitado tantas veces a los ojos de la opini¨®n p¨²blica que durante alg¨²n tiempo cost¨® saber qu¨¦ color predominaba en el caleidoscopio. Del LeBron insolente al LeBron conquistador y de ah¨ª al funeral vikingo tras su fuga a Miami, la redenci¨®n del hijo pr¨®digo y unos a?os en los que ha desempe?ado tantos roles como los Warriors le han obligado¡ o permitido. Del llanero solitario de 2015 al vengador regresado del infierno de 2016 y el competidor en paz consigo mismo de 2017.
Les guste o no a los dos protagonistas, hay un regusto de historia de amor/odio en las horas previas a esta Final, un enfoque distinto a la rivalidad mucho m¨¢s descarnada que se respiraba hace un a?o, cuando segu¨ªa muy fresco el recuerdo de la cruenta batalla de 2016. Para los Warriors, LeBron es una especie de Jason Voorhees que siempre regresa, secuela tras secuela. Para LeBron, los Warriors son la ¨²ltima frontera, casi la ¨²nica medida que le mantiene en la tierra y al mismo tiempo la prueba final de su grandeza: un equipo ya de por s¨ª hist¨®rico tuvo que fichar a Kevin Durant para superar una derrota contra ¨¦l. No la derrota: el trauma, la inseguridad que recorr¨ªa la columna vertebral como un chasquido el¨¦ctrico. Como la alianza inacabable de Vengadores contra Thanos o la reuni¨®n de la Liga de la Justicia para hacer frente a Steppenwolf. Para una nueva generaci¨®n de aficionados, LeBron es la criatura monstruosa que siempre regresa, pese a las cuchilladas o la monta?a de cascotes sobre su cuerpo aparentemente muerto, con un cambio brusco de c¨¢mara y un efecto de sonido terror¨ªfico.
La historia de LeBron, ligada a los Warriors

Los Warriors, sin querer, han ayudado a LeBron a superar su etapa post LeBron, a construir un legado que poco tiene que ver con ese 3-5 en Finales que tiene muchas papeletas (esa es la realidad) de ser 3-6 dentro de unos d¨ªas. Mucha gente ha aprendido a apreciarle de verdad a base de verle caer echo jirones, con una franquicia (m¨¢s: una ciudad y toda su leyenda negra) sobre sus hombros inacabables. En esta saga que va por el cuarto cap¨ªtulo ha sido villano, h¨¦roe, patr¨®n y m¨¢rtir: todo. Y ha bordado todos los papeles. Recuerdo que en el c¨®mputo global de los tres Warriors-Cavs anteriores, LeBron es l¨ªder en puntos (591, 448 Stephen Curry), rebotes (219, 178 Tristan Thompson), asistencias (165, 111 Curry), robos (33, 31 Green) y tapones (24, 16 Green).
As¨ª que inevitablemente, y con los Spurs de Popovich ya lejos en el retrovisor, LeBron ha ligado su historia a la de los Warriors. A una Bah¨ªa a la que regresa casi 20 a?os despu¨¦s de sus veranos de partidos AAU con los Oakland Soldiers, ya una sensaci¨®n en la era de internet y entre las aparentemente inofensivas historias que construyeron la primera leyenda del LeBron que acab¨® en la portada de Sports Illustrated (¡°el elegido¡±) y firmando por 90 millones con Nike antes de jugar un solo minuto en la NBA: el chico que se com¨ªa un helado de dos bolas justo antes de salir a jugar. Que hab¨ªa sido reclutado desde Akron, donde hab¨ªa llevado una vida n¨®mada, de apartamento en apartamento, entre violencia y drogas y sostenido por la perseverancia de su madre Gloria, que lo tuvo a los 16 a?os, y el apoyo de la familia de su primer entrenador, Frankie Walker, que le acogi¨® en su casa como a un hijo m¨¢s. El chico que convirti¨® en sensaci¨®n nacional al instituto de St. Vincent.St. Mary, donde los partidos pasaron a jugarse en la pista del equipo universitario porque reun¨ªan a m¨¢s de 4.000 personas, y el que se iba en verano a esos torneos AAU de la Costa Oeste para acercarse m¨¢s a la diana de los ojeadores universitarios. Parad¨®jicamente, esos partidos demostraron que era tan bueno que ni iba a pasar por la NCAA. De hecho, ¨¦l mismo se quejaba amargamente por no poder adelantar incluso m¨¢s su salto a la NBA porque ¡°hay jugadores de tenis que disputan torneos profesionales con 14 a?os¡±.
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Los altares de la NBA
Por entonces Danny Ainge dijo que solo hab¨ªa cuatro o cinco jugadores que no traspasar¨ªa a cambio de LeBron. En 2007, Tim Duncan le susurro despu¨¦s de derrotarle que la NBA ser¨ªa irremediablemente suya. Y lo ha sido, pero la unanimidad ha tardado. El pulido de su imagen p¨²blica, el ascenso de la figura intachable y combativa, la voz social firme, la rendici¨®n al jugador/drag¨®n que con 33 a?os y en su decimoquinta temporada en la NBA juega mejor que nunca¡ y juega m¨¢s que nunca. Son 3.769 minutos antes de las Finales, un 15% m¨¢s que Jrue Holiday, el segundo que m¨¢s ha estado en pista en la temporada NBA. De los protagonistas de la serie, el siguiente es Klay Thompson con 3.150. Stephen Curry no pasa de 2.204. En estos playoffs lleva 18 partidos, 11 de m¨¢s de 40 minutos, 7 de m¨¢s de 40 puntos. A los Celtics los elimin¨® descansando menos de dos minutos en los dos ¨²ltimos, jugados en 48 horas. Despu¨¦s, exprimido y sentado en el suelo del vestuario, desmadejado, dej¨® una foto que ser¨¢ hist¨®rica. Como la que le inmortaliz¨® celebrando con el p¨²blico de The Q su canasta ganadora ante los Raptors. Como las grandes instant¨¢neas de Michael Jordan o Ali, algo que se siente en las entra?as, pero todav¨ªa sin el poso de la perspectiva. Alg¨²n d¨ªa las veremos y recordaremos que vivimos de principio a fin una carrera ¨²nica cuyo final apunta ya sin duda al pante¨®n de la historia del baloncesto. Cuando llegue el momento, cada uno tendr¨¢ que valorar exactamente en qu¨¦ posici¨®n.

LeBron lleva 100 partidos y va a batir, con 104 como m¨ªnimo, su r¨¦cord en una temporada. Va a jugar su novena Final cuando solo tres franquicias tienen m¨¢s en total: los inalcanzables Lakers y Celtics y los Warriors, que llegan a diez precisamente en esta de 2018. Y la octava seguida, lo que proyecta su sombra hacia los Celtics de Bill Russell, hace seis d¨¦cadas. Es el m¨¢ximo anotador de unos playoffs antes de las Finales por encima del Hakeem Olajuwon de 1995 (612 puntos por 594). Aquellos Rockets, por cierto, son el ¨²nico equipo que siendo como m¨¢ximo cuarto de la Regular Season gan¨® el anillo. El precedente al que puede aferrarse LeBron y el que inspir¨® la m¨ªtica frase de Rudy Tomjanovich: ¡°Nunca subestimes el coraz¨®n de un campe¨®n¡±. En paz con lo que le rodea, LeBron aterriza en las Finales reconociendo que sinti¨® que estos Cavs podr¨ªan quedarse incluso fuera de los playoffs, por consenso su peor acompa?amiento a la lucha por t¨ªtulo desde el equipo que perdi¨® 4-0 con los Spurs en 2007 (Larry Hughes, Pavlovic, Gibson, Gooden, Ilguauskas, Varejao¡). Y que la temporada hab¨ªa sido como un paso por Cedar Point, el gran parque de atracciones de Ohio: ¡°Subidas, bajadas, idas y venidas, rosas, espinas en las rosas¡¡±.
Este LeBron que reta a los Warriors aparentemente sin opciones demasiado reales es el LeBron preferido por mucha gente, como si hiciera falta un rival as¨ª para justificar un apoyo que en realidad tiene que ver con acabar apreciando en plenitud lo que aborrec¨ªan cuando se fue a Miami o cuando hac¨ªa el ganso en sus primeros viajes con el Team USA. Es un LeBron elevado a los altares, consciente de lo que ha llegado a significar como jugador, capaz de completar una profec¨ªa que le puso en el ojo de Am¨¦rica, literalmente, cuando era todav¨ªa un ni?o. El LeBron que juega con su hija a pie de pista, que se a¨ªsla solo y envuelto en hielo despu¨¦s de victorias que le exigen un precio que casi ning¨²n otro jugador podr¨ªa pagar. No en esta era de baloncesto en la que ha jugado 168 partidos de playoffs desde 2011, en su traves¨ªa de ocho a?os sin faltar a las Finales: 2095 d¨ªas entre el s¨¦ptimo Lakers-Celtics de 2010 (el 78% de los 540 jugadores de la NBA ni hab¨ªan llegado a la liga) y el primer Warriors-Cavaliers de hoy. Ese LeBron que es un kaiju en la pista, Godzilla salido del infierno, y un deportista ejemplar y vulnerable fuera de ella. El jugador que ten¨ªa un trono hecho a medida pero que lo dej¨® atr¨¢s para alcanzar, precisamente ahora y cuando en realidad tendr¨ªa que estar caminando un declive que parece no llegar nunca, un lugar mucho m¨¢s elevado: los altares de la NBA, los huesos de la historia del juego. Aunque pierda estas Finales o precisamente porque es muy, muy probable que las pierda.
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