Fiasco de los Thunder: ?Se est¨¢ agotando el sistema Westbrook?
Con dudas sobre el futuro de Paul George y Carmelo y despu¨¦s de una temporada decepcionante, los Thunder entrar en fase de reflexi¨®n.


Despu¨¦s de todo el ruido de los ¨²ltimos meses, se cierra en Oklahoma City Thunder una temporada de 48 victorias y 2-4 en playoffs despu¨¦s de una de 47 y 1-4 con mucho menos armamento y mucho mejor sabor de boca final. El proyecto 2017-18 ha acabado en fracaso. Y conviene recordar que hablamos de una franquicia absolutamente enraizada a su ciudad desde su traslado (2008) pero con un list¨®n muy alto: ocho viajes a playoffs en diez a?os. Nada se puede explicar, tampoco esta temporada, sin entender aquel trasvase desde Seattle y, sobre todo, la saga de ascenso, gloria, fuga y ca¨ªda en desgracia de Kevin Durant.
Sam Presti, uno de los mejores general managers de la NBA (tambi¨¦n ahora que la cosa no ha ido como se esperaba) sujet¨® al equipo tras aquel shock del verano de 2016 a partir de la figura de Russell Westbrook, cuya continuidad lleg¨® a estar tambi¨¦n en entredicho. Ese a?o mesi¨¢nico de triples-dobles y declaraciones de amor y fidelidad, que ahuyent¨® la amenaza de derribo, est¨¢ tambi¨¦n detr¨¢s de esta temporada de identidad confusa, estoy seguro, y lo estar¨¢ de cualquier paso que den los Thunder en el futuro a corto plazo. Seguramente la franquicia (y la ciudad) necesitaban precisamente aquello y desde luego Presti entendi¨® que se trataba de un trance excepcional y no de un modelo sostenible. Y por eso este proyecto por ahora fallido, no sabemos si en su a?o I o en su ¨²nico a?o. Pero desde luego al general manager no se le pueden pedir cuentas solo porque el plan se le haya desviado de lo planeado.
Billy Donovan, se?alado a la fuerza
?Y al entrenador? Desde luego Billy Donovan sale muy se?alado de esta temporada. En la primera le salv¨® el microclima de aquella final del Oeste en la que los Thunder fueron el mejor equipo de la temporada durante cuatro partidos, hasta el 1-3 que los Warriors convirtieron en 4-3. En su segundo a?o, el de los triples-dobles, el equipo funcion¨® por encima de lo previsto y no fue, en todo caso, un a?o para juicios t¨¦cnicos. Todo lo que pas¨® en OKC se consumi¨® en carne viva o llevando la cuenta de rebotes y asistencias de Westbrook. Pero este a?o el equipo s¨ª necesitaba un entrenador. En pista, en el vestuario y en el div¨¢n del psicoanalista. Y Billy Donovan ha pasado de perfil, con cara de vamos a ver qu¨¦ va pasando y con la misma sensaci¨®n que ha transmitido la franquicia de que les ha acabado hipnotizando su propio discurso: no pasa nada, hace falta paciencia, fase de acople, cuando llegue la hora de la verdad ser¨¢ otra cosa. Ya sin Durant, parece que la pol¨ªtica de dejar hacer de Donovan tiene un techo claro y demasiado templado. Y en definitiva, desde el simple punto de vista del juego, ha construido francamente poco.
La plantilla se hizo para volver a la relevancia, convertirse en wild card a la espalda de Warriors y Rockets y, no hay que olvidarlo, mezclar competitividad instant¨¢nea con el cortejo a Paul George, en alquiler hasta junio. Lo primero se consigui¨®, lo segundo solo se insinu¨® y es dif¨ªcil saber qu¨¦ ha pasado con lo tercero, aunque los periodistas que husmean el d¨ªa a d¨ªa del equipo juran que la qu¨ªmica (en lo personal) del grupo no ha sido mala. Paul George puede haber jugado su ¨²ltimo partido con los Thunder. O no. Es imposible saber qu¨¦ pasa por la cabeza de los jugadores en situaciones as¨ª pero, desde luego, los Lakers y todos los dem¨¢s que le quieren habr¨ªan firmado un desenlace como este: temporada discreta, playoffs para olvidar, no mucho m¨¢s feeling en pista del justo. La temporada de Paul George ha sido muy buena, su broche final horrendo con un ¨²ltimo partido en el que, agotado f¨ªsica o mentalmente (y no es excusa), se entreg¨® a la m¨¢s absoluta renuncia: 5 puntos por 6 p¨¦rdidas y 2/16 en tiros. Una mancha en su curr¨ªculum, carburante para el debate sobre c¨®mo jugar en partidos as¨ª al lado de Westbrook. Porque todos los caminos llevan a Westbrook.
La lesi¨®n de Roberson, la ca¨ªda de Carmelo
La lesi¨®n de Andre Roberson en enero es un factor real en todo lo que ha sucedido: un candidato a defensor del a?o cuya ausencia modific¨® el rating defensivo de 97,6 a 107,1. Encargado de tapar agujeros y cohesionar lagunas, formaba parte de un n¨²cleo llamado a defender en playoffs por pura imposici¨®n f¨ªsica. Sin ¨¦l, y pese al parche de Brewer, se cay¨® esa parte del plan. Y m¨¢s con defensores horrendos como Carmelo Anthony o cada vez m¨¢s malos que buenos como (otra vez) Westbrook. Carmelo (2 asistencias totales en los seis partidos), por cierto, ha hecho que los Thunder jugaran en primera ronda, seg¨²n NBA Math, como un equipo de 16 victorias con ¨¦l en pista y como uno de 51 sin ¨¦l. La principal raz¨®n de que el big three se quedara en amago y en la peor temporada de su carrera con una diferencia atroz sobre cualquier otra, un Carmelo que al final dej¨® incluso de intentarlo (y quiz¨¢ jug¨® demasiado: el equipo necesitaba entrenador) ha promediado en playoffs 11,8 puntos con un 37% en tiros. Carmelo tiene una player option de casi 28 millones para la pr¨®xima temporada, una sombra que se alarga sobre un Presti que hizo en su momento lo que ten¨ªa que hacer. Carmelo llegaba para ser tercera opci¨®n, y en ese rol parec¨ªa un lujo que Daryl Morey, ahora el dirigente de moda con toda la raz¨®n, se obsesion¨® con tener en los Rockets. A veces, simplemente, las cosas no salen bien.
Si Paul George se va y Carmelo se queda con esos 28 millones, el escenario ser¨¢ sombr¨ªo para unos Thunder que tarde o temprano podr¨ªan quedarse sin conejos en la chistera de su arquitecto. Como la NBA escribe recto pero con renglones torcidos, hasta el contrato de Westbrook podr¨ªa haber entrado en cuenta atr¨¢s hacia una visi¨®n revisada de lo que en su d¨ªa fue un acuerdo que la franquicia quer¨ªa hacer, ten¨ªa que hacer y definitivamente hab¨ªa acertado haciendo. El base (camino de los 30 a?os) firm¨® una s¨²per extensi¨®n (35% del cap, 205 millones por cinco a?os) que arranca este pr¨®ximo verano y que le otorg¨® el m¨¢ximo garantizado de la historia: 233x6 a?os. Llegar¨¢ a su player option de 2022 en una temporada anterior de 43,8 millones de d¨®lares.
El dilema Russell Westbrook
El problema es que la pura contradicci¨®n que ahora mismo es Westbrook empieza a resultar agotadora, a veces en el mejor sentido de la palabra. Otras, en el peor. Lleva dos temporadas promediando un triple-doble, y ese asunto estad¨ªstico, con todo lo bueno que encierra como punto de partida, se ha convertido en el perverso campo de batalla que cita a sus detractores y sus devotos. Es un jugador sin grises y sin grises se le juzga. En cierto modo, tiene que ser as¨ª. Extraordinario y arrebatador, Westbrook es ¨¦lite de la NBA. Es un jugador ¨²nico en un sentido muy puro del t¨¦rmino: no ha habido otro como ¨¦l. Es todo eso concentrado en una monta?a de m¨²sculo, carisma y energ¨ªa. Pero tambi¨¦n es, cada vez m¨¢s, un jugador sobre el que ya se puede dudar en t¨¦rminos de ganar a lo grande y de mejorar a sus compa?eros (no de apilar victorias para su equipo en Regular Season). Quiz¨¢ necesite un roster muy determinado a su alrededor, quiz¨¢ necesite un tipo de entrenador muy concreto. O quiz¨¢ esto, lo que hemos visto durante una d¨¦cada de baloncesto excesivo, sea lo que es Russell Westbrook.
Y, si fuera as¨ª, los mismos Thunder que ten¨ªan que darle la mega extensi¨®n acabar¨ªan teniendo un problema.
El sexto partido ante los Thunder fue una especie de microcosmos que englob¨® todo lo que es Westbrook, ahora mismo. Un villano heroico o un h¨¦roe malvado: 46 puntos pero 43 tiros, 5 asistencias por 5 p¨¦rdidas, 7 triples anotados pero 12 fallados. 20 puntos en el tercer cuarto pero 1/8 en los ¨²ltimos 5 minutos. En un equipo sin sost¨¦n por ejecuci¨®n y sistema (la ant¨ªtesis de los fant¨¢sticos Jazz que les han talado por la base), se acaba llegando al cansado trabalenguas sobre d¨®nde deja de sostener a su equipo y empieza a perjudicarlo. O todo lo contrario. Porque a veces parece que solo empuja pero tambi¨¦n que es el ¨²nico que empuja. Su selecci¨®n de tiro no mejora, y durante su r¨¢faga de triples del tercer cuarto parec¨ªa que Snyder sab¨ªa que todo acabar¨ªa yendo bien (aunque sea por los pelos) si Westbrook segu¨ªa eligiendo los mismos tiros. Ha pasado muchas veces. Un p¨ªvot como Rudy Gobert absorbe por s¨ª mismo buena parte de lo mejor del base, at¨®mico cuando decide ir hacia el aro. Lo que queda es lo que ha sucedido en la serie: ese Westbrook de distancia larga e instinto vengador gana partidos, pero no eliminatorias. No a equipos tan buenos en su armaz¨®n como los Jazz.
Los triples-dobles est¨¢n ah¨ª. Westbrook ha hecho grandes partidos sin firmarlos y ha hecho malos partidos mientras aumentaba la cuenta. Los Thunder ganan mucho m¨¢s cuando los logra, pero ni son el patr¨®n oro que airean sus defensores ni la mentira que denuncian sus cr¨ªticos. Los ha perseguido, muchas veces dando espect¨¢culo y alguna tambi¨¦n con cierto sonrojo. Pero as¨ª se suceden las Regular Season, hechas de tantas noches de baloncesto. La cuesti¨®n no est¨¢ ah¨ª sino en la escasa evoluci¨®n de su juego y en el peligroso encastillamiento al que, creo, le condujo la temporada pasada. En esta le vimos empezar con m¨¢s tiento, tratando de que los nuevos dejaran de serlo cuanto antes¡ y el equipo arranc¨® 8-12. Al final los Thunder mutaron en lo que parece que tienen que ser con Westbrook. Al menos, con el base en pista y un entrenador como Donovan en el banquillo. No tenemos otro baremo: cuando estaba Scott Brooks tambi¨¦n estaba Kevin Durant.
La prueba de que los n¨²meros acaban siendo muy relativos es que un triple-doble de media (eso y m¨¢s cosas) vali¨® un MVP y otro ha desembocado en una temporada de sensaciones? frustrantes y muy mal rematada en playoffs, donde el equipo se aferraba a un descorche que nunca lleg¨®. El let Westbrook be Westbrook, necesario en su d¨ªa para reivindicarle como un jugador diferente, no se deber¨ªa convertir en un mantra que impida que se le pueda salvar de s¨ª mismo, algo que todos los jugadores han necesitado en un determinado momento. Tambi¨¦n los que han acabado siendo los mejores. O precisamente ellos especialmente.
Sin cumplir 30 a?os y con unas virtudes tan particulares, parece un pecado rendirse con Russell Westbrook. Pero hay un momento en el que el exceso tiene que dar paso a la precisi¨®n o volveremos inevitablemente a partidos como el sexto en Salt Lake City, noche de hogueras en la que los Thunder, una met¨¢fora del curso, se ahogaron en un final en el que fallaron siete tiros en el ¨²ltimo minuto, cinco en un lapso ag¨®nico de 28 segundos. No sabemos cu¨¢ndo podremos revisar este feo examen 2017-18 porque no sabemos qu¨¦ pasar¨¢ con George o con el contrato muerto de Carmelo. Ni siquiera sabemos qu¨¦ pasar¨¢ con Donovan, si es que pasa algo. Pero lo cierto es que ahora mismo se puede cuestionar de forma leg¨ªtima si Westbrook es un destinatario ¨®ptimo de lo que por mercado es merecidamente suyo: m¨¢s de 200 millones de d¨®lares para determinar el futuro a medio plazo de su equipo. Y es una l¨¢stima porque en definitiva hablamos de uno de los jugadores m¨¢s arrebatadores de la ¨²ltima d¨¦cada.
El lugar que ha alcanzado en este cap¨ªtulo 2008-2018 se lo tiene muy bien ganado. Pero creo que esta ha sido la temporada en la que hemos intuido que viene el siguiente tramo, el que definir¨¢ de forma definitiva su legado como jugador. Si es as¨ª, ser¨ªa tambi¨¦n el momento de repensar algunas cosas.Tanto por su parte como por la de los que construyen su equipo. Porque eso son los Thunder: su equipo.