A la final con dolor
Rafa Nadal jugar¨¢ su 14? final en Roland Garros. Y nunca ha perdido ninguna. La gesta es de una dimensi¨®n gal¨¢ctica, c¨®smica, estelar¡ Ya hace tiempo que se nos agotaron los adjetivos y las comparaciones. Hay, sin embargo, dos detalles que la convierten en algo diferente a sus predecesoras. La primera es ese regusto agridulce que dej¨® la dolorosa retirada de Alexander Zverev, cuando ambos brindaban una semifinal que proyectaba a legendaria. Los dos gladiadores llevaban tres horas y siete minutos de batalla y ni siquiera hab¨ªan resuelto el segundo set, que se encaminaba hacia otro desempate, despu¨¦s de la remontada de Nadal en la manga inaugural. A nadie le gusta ganar un partido de esta manera. Por eso Rafa no pudo celebrar ni su pase a la final, ni su 36 cumplea?os, como la ocasi¨®n se merec¨ªa.
El segundo detalle est¨¢ m¨¢s relacionado con otra cojera que no es la de Zverev. Ya no es ning¨²n secreto que Nadal arrastra una dolencia cr¨®nica en un pie desde hace muchos a?os, agravada recientemente, que puede combatir dentro de la pista s¨®lo gracias a la pertinente medicaci¨®n, pero que le limita en los entrenamientos e incluso en su vida cotidiana. La lesi¨®n sobrevolaba en esta edici¨®n por cada actuaci¨®n y por cada declaraci¨®n de Rafa, y ha habido unas cuantas, que han rodeado de misterio el futuro del espa?ol en el tenis, y particularmente en Roland Garros. Hay cierta sensaci¨®n, o temor, de que cada presencia de Nadal pueda ser la ¨²ltima. Incluso si no tuviera decidido retirarse, un enigma que s¨®lo resolver¨¢ el tiempo, nadie puede pronosticar cu¨¢nto va a continuar en activo el 21 veces ganador de Grand Slam. Ojal¨¢ le queden todav¨ªa algunos a?os m¨¢s. Pero eso lo decidir¨¢ su pie. Y su cabeza. Que Rafael Nadal juegue en la Philippe Chatrier siempre es especial, pero este domingo lo puede ser mucho m¨¢s¡ por si acaso estuvi¨¦ramos ante un ¨²ltimo baile en Par¨ªs.