Hablar de f¨²tbol con Domingo Villar
A veces apenas conoces a una persona, pero en la conversaci¨®n aparece el f¨²tbol y, de pronto, sientes que la conoces de toda la vida. Porque hay personas a las que no le preguntar¨ªas por su trabajo, pero por supuesto le preguntar¨ªas si un jugador se merece la titularidad, y en esos sanedrines improvisados se forja una confianza del todo ¨ªntima. Todas las veces que coincid¨ª con el escritor Domingo Villar hablamos del Celta, sin excepci¨®n. La ¨²ltima vez, el pasado mes de diciembre, reunidos en un pazo gallego dirimiendo el veredicto de un premio literario, como en una novela de Agatha Christie, hablamos de Javier Mat¨¦, del Chacho Coudet, pasamos revista a la cantera y valoramos el estado de las obras del estadio. El Celta era el veh¨ªculo con el que conducir c¨®modamente hacia pasiones compartidas.
Leo Caldas, el lac¨®nico inspector de una comisar¨ªa de Vigo protagonista de las novelas de Domingo Villar no es, sin embargo, futbolero. En sus novelas no se desplaza a Bala¨ªdos, no pena por los alrededores de Castrelos despu¨¦s de una derrota ni se enfunda bufandas cuando toca celebrar. Siempre he sospechado que Leo Caldas no fue escrito como un celtista irremediable porque desde Bala¨ªdos no se ve el mar, s¨®lo las gaviotas, y en todas las novelas de Villar el mar es un protagonista m¨¢s, tal vez el mayor. El mar, el olor que deja la marea baja, la R¨ªa observada desde el otro lado, ¡°desde donde se ven las bateas como un escuadr¨®n de barcos de guerra¡±.
Domingo Villar pertenec¨ªa a esa cantera de escritores que no hicieron del f¨²tbol el centro de su escritura, pero cuya afici¨®n siempre ha estado presente, como Irvine Welsh o Mart¨ªn Amis. El escritor brit¨¢nico Julian Barnes escribi¨® una vez que ser un seguidor de toda la vida del Leicester significaba ¡°haber pasado d¨¦cadas entre una leve esperanza y una decepci¨®n agotadora¡±. Supongo que hasta celebr¨® el t¨ªtulo de Premier League de su equipo en el a?o 2016. A Domingo Villar le le¨ª en una entrevista decir que su idea de felicidad era estar en la grada con sus hijos el d¨ªa que el Celta ganase la Copa o la Liga. Domingo Villar falleci¨® el pasado mi¨¦rcoles, de una forma inesperada y devastadora, con demasiada felicidad pendiente.