El ¡®Snowpiecer¡¯ de la Superliga
Hace unos a?os un argelino me pregunt¨® por la ciudad 'Celta de Vigo'. El hombre estaba convencido de que en las R¨ªas Baixas hab¨ªa una ciudad con el nombre de un equipo de f¨²tbol y de que los vigueses ¨¦ramos en realidad celtadevigueses. ?l hab¨ªa o¨ªdo hablar de (Celta de) Vigo porque el Celta ven¨ªa de jugar la Champions. De jugar la Champions y de descender a segunda inmediatamente despu¨¦s. En ambos casos el m¨¦rito estuvo detr¨¢s del resultado final. Y los aficionados vivimos meses de pura emoci¨®n, arrancados de la cotidianidad, disfrazados de revelaci¨®n y fracaso, dolor y gloria, poniendo nuestro nombre en el atlas de medio mundo.
Esa meritocracia es lo que se perder¨ªa con la Superliga. Una liga cerrada, con acceso cerrado, s¨®lo puede conducir a emociones cerradas. Y s¨ª, se plantea con cinco invitados cada a?o por m¨¦ritos deportivos, pero son invitados a una cena en la que siempre se sirve lo mismo y los comensales son invariables. Los cinco extras recuerdan a esos invitados extravagantes que los anfitriones llevaban a sus casas en 'La Cena de los idiotas' para pasar el rato. Si no puede echarte un Celta de Vigo de turno de una competici¨®n europea d¨®nde queda la emoci¨®n. La Superliga se convierte en un viaje en c¨ªrculos, en la l¨ªnea circular de metro.
El f¨²tbol moderno es un fiel reflejo del mundo moderno, una sociedad profundamente desigual en la que el poder concentra cada vez m¨¢s poder y donde como espectador estableces una relaci¨®n m¨¢s clientelar que pasional con las cosas. Lo es tambi¨¦n gracias a instituciones o futbolistas que hoy critican la Superliga, pero que fijan mundiales en pa¨ªses que vulneran los derechos humanos, o cobran cheques firmados por jeques. No vamos a dejar de consumir f¨²tbol por ello, seguro que nos adaptamos r¨¢pido al nuevo formato, pero en algunos aficionados de equipos modestos, cuando termina el partido de liga de nuestro equipo, se produce una desconexi¨®n cada vez mayor durante el resto de la semana. Cada vez sentimos el f¨²tbol de arriba m¨¢s lejano y menos afectivo. Parece que viaj¨¢semos en el vag¨®n de cola del tren de la pel¨ªcula ¡®Snowpiecer¡¯. Miramos el mismo paisaje que los de la Superliga, pero con bastante peor asiento.