El cl¨¢sico de la gran decepci¨®n: la derrota que m¨¢s cala en Messi
?Qu¨¦ ganamos y qu¨¦ perdemos con la queja cuando el partido se acaba?
El cl¨¢sico dej¨® sonrisas para los blancos, l¨¢grimas para los azulgrana y una imagen inusual cuando apenas restaban 10 minutos para que Gil Manzano pusiera fin al diluvio que dej¨® a todos los jugadores empapados y temblorosos. Tanto que Messi incluso pidi¨® un cambio de camiseta de juego e interior. Si la remontaba era posible, mejor aligerar peso. Pero no pudo ser.
Fue una de las im¨¢genes del partido y, tambi¨¦n, una met¨¢fora de lo que supone esa derrota, la primera en cuatro meses. Un lastre. Suficiente para amargarle una liga que tras un nuevo tropiezo del Atl¨¦tico de Madrid sigue teniendo demasiados novios. Al Bar?a le val¨ªa todo menos la derrota y el del s¨¢bado era de esos partidos en los que quedar en ¡®tablas¡¯ hubiera sabido a victoria.
Es cierto que un empate no era tampoco lo que buscaba un F¨²tbol Club Barcelona venido a m¨¢s desde hace semanas y que, por primera vez, depend¨ªa de ¨¦l mismo para conseguir una liga que aguarda pr¨¢cticamente al girar la esquina. Tras meses a la deriva, el equipo azulgrana por fin atisbaba tierra. La victoria era el objetivo, el empate en Valdebebas, sin embargo, era m¨ªnimamente necesario para no volver a naufragar y perder de nuevo un rumbo que le ha costado casi una temporada entera trazar.
Pero ocurri¨®. El Bar?a no supo amedrentar a un Real Madrid que no quiso perder un segundo. El Bar?a empez¨® despleg¨¢ndose como ¨¦l solo sabe, y el Real Madrid fulmin¨® a la contra como solo ¨¦l sabe. Todo se dilu¨ªa en un partido algo m¨¢s que pasado por agua, con una lluvia que emborronaba a una figura m¨¢s que las dem¨¢s: Leo Messi. La noche del s¨¢bado, el 10 firm¨® una nueva racha: la de partidos sin participar en ning¨²n gol en todas las competiciones (siete partidos seguidos).
El argentino quiso, se atrevi¨®, pero no pudo. La derrota ante un eterno rival al que hace muchos partidos que no logra desestabilizar, pesa como el agua acumulada en su camiseta. El Bar?a perdi¨® ante el Real Madrid en la primera parte y, aunque puso todo de su parte en la segunda para sacar el punto valioso del empate, ya era tarde. Cay¨® derrotado. El Bar?a y Messi.
En el deporte se gana y se pierde. Y algunas veces, se gana y se aprende. Para que ocurra lo segundo, deportistas y entrenadores deben aprender a gestionar la derrota, una lecci¨®n pendiente que brill¨® por su ausencia la noche del s¨¢bado, como en tantos otros partidos. El enfado por el arbitraje no es patrimonio del F¨²tbol Club Barcelona y no quiero entrar en sus razones pues no soy ni estadista ni historiadora. Mi foco est¨¢ lejos de eso: est¨¢ en c¨®mo se gestiona bien o mal la (inevitable) decepci¨®n y la (opcional) queja.
Perder es normal. Enfadarse tambi¨¦n. Instalarse en la queja, sin embargo, es contraproducente. Un enfado no cambia un resultado. Todos los jugadores lo saben. De hecho, s¨ª algo puede hacer es llevarnos es a la p¨¦rdida de control, lo que solo empeorar¨¢ el resultado.
Enfadarse es com¨²n. Tambi¨¦n le ha pasado este fin de semana a Jon Rham en el Masters. Es una de las emociones m¨¢s poderosas: te pone en acci¨®n, te activa y te impulsa a revelarte con toda tu energ¨ªa contra algo que te parece injusto. Enfadarse es normal. Extenuar la derrota mediante la queja sin hacer un ejercicio de autocr¨ªtica antes, no deber¨ªa serlo. Tras la derrota, viene el an¨¢lisis, no la queja.
El s¨¢bado Piqu¨¦ asalt¨® al ¨¢rbitro al final del partido (y sin haber jugado) y Koeman en rueda de prensa reclamaba un mejor arbitraje. Jugamos, perdemos, nos enfadamos. Con nosotros mismos o con el mundo. Con nosotros mismos o contra el ¨¢rbitro. Lejos de entrar a valorar si las razones est¨¢n o no justificadas, quiero terminar con una reflexi¨®n: ?qu¨¦ ganamos y qu¨¦ perdemos con la queja cuando el partido se acaba?
Cuando no se han cumplido sus expectativas, un deportista tiene dos opciones: o se ancla al enfado y a lo que pas¨®, y sigue malgastando tu energ¨ªa en algo que no puede cambiar.
O aprende todo lo posible de la situaci¨®n, avanza y crece. Como dijo Arist¨®teles: ?Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy f¨¢cil. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el prop¨®sito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo?.
El enfado es una emoci¨®n m¨¢s de las muchas que aparecen en escena, durante y despu¨¦s del partido o competici¨®n: miedo, rabia, impotencia... Para aumentar el rendimiento aprendiendo a las tus emociones y pensamientos saboteadores en competici¨®n, cre¨¦ un Programa de Mindfulness Deportivo Online. ?Quieres echar un vistazo?