Bajo sospecha
Cuando uno se enfrenta a un Madrid-Getafe un martes lluvioso de invierno sabe que no corre el peligro de ser golpeado precisamente por el s¨ªndrome de Stendhal. Pero con lo que nadie contaba era con un gol de Mendy. Posiblemente ni ¨¦l mismo. Aunque no deber¨ªa sorprender tanto en este diezmado Madrid, donde un doblete de Varane, una volea de Carvajal o un gol a bal¨®n parado de Casemiro parecen las ¨²nicas alternativas a Benzema. Mendy es como un tren en mitad de la noche: no sabes d¨®nde te lleva, pero transmite una reconfortante sensaci¨®n de seguridad. Todo en el franc¨¦s es un fascinante enigma. A veces uno lo observa en el campo y nunca sabe qu¨¦ puede suceder a continuaci¨®n. Durante breves lapsos de tiempo da la impresi¨®n de que se hubiera olvidado por completo de jugar al f¨²tbol, como Pepe cuando entr¨® al vestuario diciendo que se llamaba Pablo, y en la siguiente jugada sorprende a propios y extra?os con un eslalon por la banda, una el¨¢stica en el Camp Nou o un centro de esos con m¨²sica. Cualquier cosa es posible. Del despeje en semifallo a la folha seca, el repertorio de Mendy parece un poster de helados Frigo que te lleva del calippo al magnum almendrado. Mendy juega as¨ª, como si tocara jazz al piano siguiendo un ritmo que solo escucha ¨¦l. A veces parece Beethoven, a veces solo sordo.
A un joven Mendy de 14 a?os le dijeron que no podr¨ªa volver a andar con normalidad por una artritis en la cadera. Y por instantes parece como si el esp¨ªritu de aquella lesi¨®n se apoderase de ¨¦l hasta que un compa?ero le grita "Madasgascar" y sale de la hipnosis, convirti¨¦ndose repentinamente en la versi¨®n zurda del Thuram del 98. Tal vez no sea el jugador m¨¢s imaginativo ni el m¨¢s virtuoso que haya pasado por el Madrid. Acostumbrados a laterales izquierdos t¨¦cnicamente prodigiosos en Chamart¨ªn, Mendy es un recordatorio de que no todos los d¨ªas es Navidad. Y, sin embargo, es el fichaje m¨¢s solvente de los ¨²ltimos a?os junto a Courtois. Lo cual dice mucho de ¨¦l y poco de la planificaci¨®n deportiva.
Con todo, existe cierta displicencia hacia los Mendy de la vida, a los que se les presupone tan solo f¨ªsico y rigor defensivo. Cuando un equipo saca el bal¨®n jugado desde atr¨¢s corriendo riesgos hasta con el portero, estamos ante un equipo del futuro en el que se nota el influjo de Cruyff y matices de salida lavolpiana. Cuando Mendy no se precipita y la trata de sacar sin volverse loco, asumiendo ciertos riesgos, todos nos llevamos las manos a la cabeza y nos decimos que es un insensato. Alguna vez le¨ª que el talento estaba siempre bajo sospecha. Los jugadores como Mendy ni siquiera gozan de tal privilegio.