Messi camina...o revienta
Un debate perverso. Los datos de Messi casi nunca han enga?ado. Mientras la mayor¨ªa de jugadores de la ¨¦lite del f¨²tbol profesional corren entre 10 ¨® 12 kil¨®metros, el argentino ha sido capaz de capitanear el olimpo de los dioses del f¨²tbol, manejando las dos ecuaciones que marcan la diferencia entre la excelencia y la virtud: el manejo del espacio-tiempo en la toma de decisiones y aprender a dosificar los esfuerzos, demostrando que su mejor entrenamiento es el partido. Messi quiere jugar siempre, pero casi nunca supera los diez kil¨®metros y camina mucho en los partidos. Lo que sorprende de su inicio de temporada no es su deambular, sino la falta de gol, excepci¨®n hecha de los penaltis, mucho m¨¢s que su falta de actitud defensiva. Los goles siempre apagaron todos los debates.
La mitificaci¨®n del astro. Tendemos a convertir en deidades a personas de carne y hueso, que juegan como nadie al f¨²tbol, pero que padecen como cualquier hijo de vecino cuando los contextos no son los adecuados. El episodio del burofax, su deseada marcha del club, el desapego constatado, la inestabilidad institucional, su futuro en el aire, la marcha de Su¨¢rez o el mal momento de Jordi Alba, su otro gran surtidor de goles, son demasiados elementos para no entender que el contexto de Messi no es el mejor para dar su mejor versi¨®n goleadora.
Una soluci¨®n nada sencilla. Para que el regreso de Messi sea completo tiene que volver a encontrar un contexto adecuado, dentro y fuera del c¨¦sped. Lo segundo puede ser incluso m¨¢s dif¨ªcil que lo primero, pero pensar que no va a volver m¨¢s pronto que tarde es no entender la grandeza del que est¨¢ acostumbrado a levantarse de las adversidades. Solo se llega a ser el mejor desde la testarudez.
El problema de Koeman. El t¨¦cnico holand¨¦s habla mejor en la sala de prensa que su equipo sobre el terreno de juego. Su Bar?a a¨²n no tiene trazo, ni solidez defensiva y tiene un problema irresoluble por la falta de centrales. Sus centrocampistas no fluyen y eso redunda en una falta de continuidad en el juego. Esa ecuaci¨®n tan dif¨ªcil de resolver ya la tuvieron otros entrenadores anteriores del Barcelona, pero los goles de Messi han escondido debajo del c¨¦sped muchos problemas. Claro que no es f¨¢cil gestionar a los mejores. El m¨¦rito y la diferencia de los grandes entrenadores es hacer sentirse importante a todos, sabiendo que no todos son iguales.