Carlos Sainz, el depredador
Los resultados suelen ser la herramienta m¨¢s fiable para medir el talento de un deportista, al menos la m¨¢s habitual o eficaz. Sin embargo, previamente los detalles pueden resultar muy esclarecedores al respecto. Sobre todo en las disciplinas del motor, donde el ¨¦xito pasa ineludiblemente por la comuni¨®n de hombre y m¨¢quina en la b¨²squeda de la excelencia, una combinaci¨®n que no siempre es posible. En el GP de Portugal, Carlos Sainz ha refrendado que no es uno m¨¢s en la F¨®rmula 1 y que su potencial se encuentra todav¨ªa por explotar. Lo mejor est¨¢ por llegar, no me cabe la menor duda. Entre otras cosas porque es un aut¨¦ntico depredador, quiz¨¢ sea una cuesti¨®n gen¨¦tica... Sus primeras vueltas en Portimao, cuando unas apenas perceptibles gotas de lluvia complicaron las condiciones, me han parecido sencillamente sublimes.
Donde muchos ven riesgo, el madrile?o identifica una oportunidad que se lanza a exprimir como si no hubiera un ma?ana. Lo previsible es que la normalidad se recuperase en pocos minutos, como as¨ª fue, pero Sainz ni se plante¨® que su arrojo pod¨ªa quedar tan solo en un brindis al sol. Una pista delicada y un piloto con tantas ganas como manos son garant¨ªa de espect¨¢culo. As¨ª que ha sido bonito ver de nuevo a un espa?ol al frente de un gran premio, simbolog¨ªa de que quien lo hace una vez puede repetirlo en el futuro. S¨®lo es cuesti¨®n de que se conciten las circunstancias propicias. En su caso dir¨ªa que puramente mec¨¢nicas, cuando Sainz disponga de un monoplaza competitivo lo que ha mostrado en Portugal dejar¨¢ de ser una excepci¨®n para convertirse en frecuente. Tiempo al tiempo.
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