?Qui¨¦n da m¨¢s? La rivalidad como catalizador del ¨¦xito
Ante la existencia de un rival a la altura, un deportista solo puede hacer dos cosas: bloquearse o superarse.

??Sabes una cosa James? El m¨¦dico me dijo que tener un enemigo en la vida puede ser una bendici¨®n, que el hombre sensato obtiene m¨¢s de sus enemigos que de sus amigos? Niki Lauda a James Hunt en ¡®Rush¡¯.
La rivalidad existe desde que el mundo el mundo. Si no que se lo digan a Ca¨ªn y Abel, los primeros fratri-rivales de la ¡®humanidad¡¯. De hecho, si el mundo es mundo es porque en la historia se han sucedido rivales y rivales con ganas de llegar antes que el otro y llegar a m¨¢s. Porque la rivalidad es el mejor catalizador hacia el ¨¦xito y el deporte nos brinda ejemplos cada fin de semana.
Con Marc M¨¢rquez fuera de la competici¨®n, surgen nuevas rivalidades que sirven para mantener la magia que atrae a quienes amamos este deporte. La carrera de ayer en MotorLand puso de relieve que, sin Marc en la pista, Mir, Vi?ales, Rins y compa?¨ªa no iban a dudar un segundo en pelear por lo m¨¢s alto. Lo hicieron. Tanto que, en lo que va de temporada, ocho pilotos se han alzado con la victoria y los cuatro primeros puestos de la clasificaci¨®n general apenas tienen 15 puntos de diferencia. Nuevas rivalidades, m¨¢s abiertas, m¨¢s inesperadas, m¨¢s ef¨ªmeras, m¨¢s ligeras, surgen en cada gran premio. Quiz¨¢ porque, todos en su fuero interno, saben que el aut¨¦ntico rival, acecha a la vuelta de la esquina.
La existencia de un ¡®gran¡¯ rival puede cambiarlo todo. Y puede mejorarlo a todo. Sin M¨¢rquez y con Rossi a media asta, hasta Dovi, parece necesitar un rival claro que le permita correr con su mejor versi¨®n. Que Marc volver¨¢ es un hecho, pero no est¨¢ claro qui¨¦n ser¨¢ el rival que le ayude a seguir ¡®brindando¡¯ carrerones y remontadas ¨¦picas como la que le dej¨® fuera de la competici¨®n. Mir, Vi?ales, Dovi, Quartararo¡ Este a?o, el vencedor se llevar¨¢ dos t¨ªtulos: el de mejor piloto y el de rival a batir.
La historia del deporte est¨¢ llena de rivalidad para disfrute del p¨²blico. No hay disciplina que no tenga su parejita. Desde Karpov y Kasparov, pasando por Messi y Ronaldo, Michael Schumacher y Mika Hakkinen o Roger Federer y Rafael Nadal. En todos estos deportistas, la rivalidad les ha hecho ser mejores y hacer mejores al otro.
Existen muchos deportistas que aprenden a ser mejores superando a sus rivales pero los hay que viven la rivalidad o la existencia de alguien que les puede medir y dar un buen repaso como una losa. Un techo de cristal. La rivalidad no siempre es como un tobog¨¢n y a veces puede actuar m¨¢s bien como un pantano en el que uno de los dos deportistas se ve atrapado sin poder salir a flote.
Ante la existencia de un rival a la altura, un deportista solo puede hacer dos cosas: bloquearse o superarse, por muy diferente o muy antag¨®nico que sea tu rival. La historia quiso que Niki Lauda y James Hunt se enfrentaran durante los a?os 80. Un duelo de titanes que les hizo alcanzar la gloria en la F¨®rmula 1 y en la que los dos supieron medirse para crecer. Como muchas veces he dicho: solo los esp¨ªritus grandes pueden darnos grandes lecciones, en el deporte y tambi¨¦n en la vida. Lauda y Hunt estaban hechos de esa pasta, algo que recoge de forma excelente la pel¨ªcula Rush. Y que analizamos en este art¨ªculo.
Por una parte, encontramos a James Hunt, un vividor, el ni?o bonito de la F¨®rmula 1. piloto que buscaba emociones intensas dentro y fuera de la pista y persegu¨ªa sentirse envidiado y admirado a partes iguales. Hunt era capaz de olvidarse de todo cuando estaba al volante, porque solo a velocidad de v¨¦rtigo consegu¨ªa valorar su propia vida.
En el otro extremo, Niki Lauda, el calculador que sent¨ªa que su deber como el mejor piloto no pod¨ªa ser otra cosa que ganar. Compet¨ªa por el puro placer de competir, con paciencia y m¨¦todo, calculando cada movimiento, pero arriesgando solo lo imprescindible en cada carrera. Dos caminos diferentes de perseguir la misma meta: la victoria.
La pel¨ªcula nos deja una gran lecci¨®n (de entre muchas): para superar a tu rivalidad, debes conocerlo y admirarlo. Solo desde la admiraci¨®n y el respeto mutuo, s¨ª, pero siendo implacables. Cada uno sab¨ªa cu¨¢l era la fortaleza del contrario: Niki admiraba la capacidad de Hunt para arriesgar. Hunt admiraba la autoexigencia de Niki. El espejo les daba la clave para mejorar y esa admiraci¨®n que se profesaron fue imprescindible para que quisieran ser mejores carrera tras carrera en los a?os dorados de la F¨®rmula 1.
En el deporte no hay enemigos, solo rivales, pero en esta frase extra¨ªda de Rush, el sustantivo en boca de Lauda ilustra bien a lo que me refiero:
¡°?Sabes una cosa James? El m¨¦dico me dijo que tener un enemigo en la vida puede ser una bendici¨®n, que el hombre sensato obtiene m¨¢s de sus enemigos que de sus amigos. F¨ªjate en nosotros: empezamos siendo nada, con las manos vac¨ªas, y gracias a nuestra rivalidad los dos somos ahora campeones del mundo¡±.
De nuevo, la mente se convierte en el m¨²sculo que decide si la existencia de un rival mejor te puede hacer superar tus propios resultados o te deja fuera. Ante la comparaci¨®n, la mentalidad del deportista escoge: enfocar o bloquear. Crecer o desaparecer.