Desde que nos llaman consumidores de series se escucha menos eso tan demod¨¦ de que el f¨²tbol es el opio del pueblo. Mientras Tebas y Rubiales pelean por los viernes y los lunes, el sol nunca se pone en Netflix, Amazon Prime, HBO, Movistar + y compa?¨ªa, y el divertirse hasta morir de Neil Postman es ley. Seguimos viendo series por encima de nuestras posibilidades.
Esa sobredosis inunda un g¨¦nero no tan nuevo, pero que se nos est¨¢ yendo de las manos: las series documentales de f¨²tbol. El documental balomp¨¦dico ha existido siempre (Garrincha, alegr¨ªa do povo, de 1963, primera obra maestra) y su auge a partir de los 90 vino a compensar la ausencia de cine de ficci¨®n sobre f¨²tbol y a mejorar la forma de contar historias con bal¨®n. Hoy el ¨¦xito de la cultura de las series ha llegado al f¨²tbol.