La irrefrenable naturaleza del deporte
Siempre me ha admirado la fuerza con que la Naturaleza se resiste al Hombre, y pelea por mantenerse all¨¢ donde la queremos expulsar. Hierbas crecen en hendiduras casi invisibles, las ra¨ªces de los ¨¢rboles levantan carreteras a?ejas, en las fachadas de las casas encuentran rincones donde anidar avispas o ara?as, las aves instalan sus nidos bajo los aleros, los jabal¨ªes se cuelan en Madrid, halcones prosperan en los rascacielos de Manhattan, en cuyas calles aparecen mapaches... Por todas partes la Naturaleza se resiste a abandonar lo que es suyo y vuelve, con una fuerza irrefrenable, a manifestarse donde parecer¨ªa imposible.
As¨ª veo ahora el deporte, s¨ªmbolo de los mejores impulsos de nuestra especie, tratando de reconquistar lo que el coronavirus nos quita. Aqu¨ª y all¨¢ reclama su derecho y se asoma. A veces de forma raqu¨ªtica, como esas hierbas de las hendiduras, otras veces con la salud y arrogancia de los halcones de Manhattan. El f¨²tbol, el golf, los coches, las motos, el baloncesto, el ciclismo, el boxeo, ahora intenta el tenis, pronto el atletismo... Todo con dificultades, sin p¨²blico, envolviendo a los participantes en una engorrosa campana de asepsia, pero el deporte no se ha rendido al coronavirus, como la Naturaleza no se ha rendido a nuestros abusos.
Claro, que hay contratiempos, v¨¦ase el empantanamiento de nuestra Segunda Divisi¨®n, que ya se nos hace insoportable, o los problemas del b¨¦isbol y el snooker. Y hubo que empujar un a?o m¨¢s all¨¢ los JJ OO, la Eurocopa, la Copa Am¨¦rica de f¨²tbol... Pero este verano el deporte muestra su naturaleza irrefrenable y despliega mal que bien sus calendarios, cumpliendo su papel natural de expresar la capacidad del Hombre de superar desaf¨ªos. Ahora tocan las grandes competiciones europeas de clubes. Y no dejo de pensar que la gran fiesta al salir de este t¨²nel ser¨¢n los JJ OO, un a?o aplazados, cuyo regreso ser¨¢ como el arco¨ªris tras el diluvio.