La rosa p¨²rpura del f¨²tbol
Han tirado al pobre Cervantes. Y no s¨¦ de qu¨¦ nos extra?amos. En el f¨²tbol llevamos un siglo y pico derribando monumentos de futbolistas y entrenadores a los d¨ªas de haberlos erigido por suscripci¨®n popular. A Di St¨¦fano le silbaron, existen los cul¨¦s anticruyffistas, y mi Espanyol llevaba dos buenos resultados post pandemia, les subimos a un pedestal, y en un mediod¨ªa aciago ya quer¨ªamos cargarnos a medio equipo y hacerles comer la placa.
Hemos vuelto a las viejas costumbres con las caras de B¨¦lmez proyectadas en las tribunas vac¨ªas y esa especie de Milli Vanilli del sonido ambiente en la banda sonora, y as¨ª vamos aguantando el tir¨®n. Pero a m¨ª me est¨¢ pasando como a Mia Farrow en La rosa p¨²rpura de El Cairo, estos partidos sin p¨²blico, desangelados, multiplican mis ganas de atravesar la pantalla para saltar al campo a jugar con mi equipo, o con cualquiera que est¨¦ en apuros. Por eso he buscado en Woody Allen alguna explicaci¨®n al sentido m¨¢s hondo del f¨²tbol: empec¨¦ en estos tiempos oscuros sin f¨²tbol, y he encontrado algunas pistas, ya en plena sobredosis diaria de partidos, leyendo su autobiograf¨ªa.

Lo m¨¢s cerca del f¨²tbol que ha estado nunca el genial gafotas de Manhattan, aparte del d¨ªa que un amigo m¨ªo le puso a su estatua en Oviedo una bufanda del Sporting, fue cuando ¨¦l y Soon-Yi fueron invitados a una fiesta de quien pensaron que era su colega Roman Polanski. Result¨® que el tal Roman de la Costa Azul que tantas ganas ten¨ªa de verle era Abramovich, el milllonario ruso due?o del Chelsea. Pero Woody, que pese a su imagen de al¨¦rgico al deporte es un fan¨¢tico de los Yankees y de los Knicks, tiene alguna idea de por qu¨¦ el f¨²tbol nos puede salvar. La filosof¨ªa alleniana se basa en que la ¨²nica resistencia a lo inexorable de la vida est¨¢ en distraerse: magia en cualquiera de sus formas cin¨¦filas o beisbol¨ªsticas para Woody, belleza para los fil¨®sofos cursis, goles para los futboleros, qu¨¦ m¨¢s da. Todo para no pensar en la muerte. Y eso, lamentablemente, no incluye que tu equipo descienda.