No sin mi nueve
La retirada de Aduriz es el ¨²ltimo cap¨ªtulo de una historia triste. De todas las historias de la Historia del f¨²tbol, la historia del nueve que se retira es la m¨¢s triste de todas. Un drama para los que no sabemos vivir sin ariete. El ocaso del centrodelantero lo vislumbraba Vicente Verd¨² hacia 1980 en su glorioso ensayo El F¨²tbol: mitos, ritos y s¨ªmbolos. "Se desnutren en labores que enferman su naturaleza", dec¨ªa el sabio.
Pero el nueve empez¨® a joderse cuando Di St¨¦fano descubri¨® que era tan bueno que pod¨ªa liarla por todo el campo como nueve organizador, sigui¨® con aquellas selecciones brasile?as modernas desde finales de los 70 que jugaban sin portero y pasaban del delantero centro (?alguien recuerda a Serginho en Espa?a 82?), continu¨® con aquellos nueves de entrenador mat¨¢ndose a correr con los centrales (trabajo de equipo, se dec¨ªa), sustituidos en el minuto 60 y con tres goles por temporada, y lo ha acabado de joder el superpoder goleador de Messi. Matamos al nueve cuando empezamos a a?adirle adjetivos. Fue sin¨®nimo de gol hasta que empez¨® a ser nueve falso, nueve trabajador, nueve que cae a bandas, nueve y medio.
Lo saben bien en el Real Madrid, donde miran a Haaland so?ando en realidad con otro siete (Mbapp¨¦), despu¨¦s de minusvalorar la ausencia de un nueve al pensar que entre los dem¨¢s gambeteadores compensar¨ªan la marcha de Cristiano Ronaldo, que no era nueve, es cierto, pero era un 7.911: un siete, un nueve y un once cubriendo todo el frente de ataque.
El gol ya llegar¨¢, piensan mientras se celebra a esos futbolistas que dicen preferir un pase de gol a marcarlo (casi siempre porque se les hace de noche ante la porter¨ªa) y se ensalza lo accesorio. En un mundo con cada vez menos centros al ¨¢rea, el centrodelantero se difumina y est¨¢ obligado a transformarse. Es tiempo de dieces, de medias puntas, de centrocampistas de posesi¨®n y de centrales sobrepreciados con buena salida de bal¨®n. Pero la realidad es tozuda. Cuando un nueve se va, siempre se lleva sus goles con ¨¦l.