Los grandes se hacen hueco
El deporte nunca para. Desde el 1 de enero al 31 de diciembre, no hay jornada sin eventos. Pero el pleno se reparte de manera equilibrada, cada competici¨®n sabe d¨®nde est¨¢ y cada disciplina se asienta en sus fechas. Pasa con los Grand Slams de tenis, con las grandes vueltas ciclistas, con los majors de golf, con las reuniones de atletismo¡ Cada cita ocupa su hueco. Lo conoce el aficionado, y a¨²n mejor el deportista, que ajusta sus picos de forma para rendir en esos d¨ªas que tiene marcados en rojo en su programaci¨®n anual. Todo esto ha saltado por los aires con el coronavirus, que ha reventado los calendarios. Ahora mismo, el ciudadano s¨®lo piensa en salir del t¨²nel: en salvaguardar su salud, en superar con entereza los encierros, en mantener la moral, en rehacerse del batacazo econ¨®mico¡ Pero m¨¢s all¨¢ del virus, sigue habiendo vida. Cada empresa, y el organizador deportivo tambi¨¦n lo es, estudia en el horizonte c¨®mo podr¨¢ recuperarse del revolc¨®n. Los aplazamientos, en lugar de cancelaciones, est¨¢n destinados a proteger la tradici¨®n, pero tambi¨¦n el negocio. Es l¨®gico.
Roland Garros, un cl¨¢sico de primavera, se ha mudado a la frontera del verano y el oto?o. El Giro de Italia, su primo hermano ciclista, estudia irse a la ca¨ªda de las hojas, aunque a¨²n no descarta arrancar el 29 de mayo con una versi¨®n m¨¢s corta. S¨®lo buscan su salvaci¨®n, durante un trance que sacude a la sociedad completa. El traslado del Grand Slam ha provocado una lluvia de cr¨ªticas. Del US Open, que siente la competencia cercana. De la Laver Cup, donde Federer mira bien por su negociete. Y de diferentes tenistas, que ven trastocada su preparaci¨®n con esta brusca transici¨®n de la pista r¨¢pida a la tierra. Hay que entender a todos, porque los movimientos van a causar trastornos, sin duda, aunque el excepcional escenario que asola el mundo ahora necesita m¨¢s la tolerancia y la comprensi¨®n.