Maneras de perder
Cuando el Madrid pierde, pierde de una forma espectacular. No necesariamente de una manera bella. Ni siquiera digna. Simplemente estrepitosa, como la demolici¨®n controlada de un rascacielos. Ves el edificio cay¨¦ndose y no puedes hacer nada al respecto. Tan solo queda mirar y esperar a que pase la enorme polvareda levantada. Morir viendo en bucle centros est¨¦riles de Lucas V¨¢zquez. Buscar en los bolsillos del abrigo por si guardamos el ticket-regalo de Militao. Hacer listas mentales de altas y bajas. Algunos analistas dicen que en el Benito Villamar¨ªn el equipo mostr¨® signos de desidia desde el minuto uno. Se equivocan. El Madrid llevaba perdiendo este partido desde el mi¨¦rcoles. No s¨¦ por qu¨¦, pero yo ya hab¨ªa visto todo esto. Yo ya hab¨ªa escuchado a Robinson diciendo que este Madrid no juega a nada. Yo ya hab¨ªa visto a Fekir destrozando a Militao. El partido no fue m¨¢s que el vago recuerdo de una pel¨ªcula de la que te sabes hasta los di¨¢logos.
Hay quien dice que ser del Madrid es lo f¨¢cil. No tienen ni idea. Crec¨ª con dos Ligas consecutivas perdidas en la ¨²ltima jornada en Tenerife. Crec¨ª siendo remontado por el Odense dan¨¦s. Crec¨ª viendo c¨®mo a mi jugador favorito, Gica Hagi, se lo llevaba un equipo de la segunda divisi¨®n italiana, que es como si tu primera novia te deja por un italiano calvo. Crec¨ª viendo c¨®mo nos eliminaba el Torino de Mart¨ªn V¨¢zquez, que es como si tu segunda novia te deja por tu mejor amigo. Crec¨ª creyendo que alg¨²n d¨ªa vendr¨ªan Caf¨², Zanetti y Gullit. Crec¨ª con los restos del naufragio de una Quinta del Buitre de la que apenas quedaban las carcasas. Crec¨ª oyendo hablar del esp¨ªritu de la remontada, pero nunca vi ninguna. Crec¨ª sin gloria, con el recuerdo de las Copas de Europa parpadeando inalcanzable como la luz verde al final del embarcadero de Gatsby. Crec¨ª como musgo bajo la sombra del cruyffismo. Luego vinieron d¨ªas de vino y rosas, s¨ª, pero no olvido esos a?os de traves¨ªa por el desierto. Tengo una especie de astilla en el alma de la que no me puedo desprender.
El domingo reconoc¨ª a ese Madrid de mi infancia, el Madrid impredecible, presa de los nervios, incapaz de soportar la presi¨®n, dubitativo, timorato. Un Madrid que hace internacionales a todos sus rivales. Sin orden ni mando ni instinto asesino. Tirando de arrebatos y fogonazos de ¨¦pica que enmascaran problemas estructurales. Me asust¨¦, porque esta pel¨ªcula ya la hab¨ªa visto. Spoiler: ganan los otros. Solo conf¨ªo en una roulette zidanesca de guion al final.