Arco¨ªris sobre los estadios
Es posible que el pr¨®ximo Messi tenga ahora once a?os y sea espa?ol. Tambi¨¦n puede ser que tenga once a?os, sea espa?ol y est¨¦ descubriendo que se siente atra¨ªdo por un amigo. En el segundo de los casos, es muy probable que tarde o temprano el pr¨®ximo Messi deje el f¨²tbol por otra actividad en la que no se sienta obligado a elegir entre su pasi¨®n y el amor. El pasado diciembre, la Premier League y los veinte clubes que la componen se sumaron a la campa?a Rainbow Laces de la asociaci¨®n LGTBI Stonewall, que persigue erradicar la homofobia en el f¨²tbol. Las im¨¢genes que dej¨® la campa?a fueron preciosas. Jugadores, clubes e hinchadas lucieron multicolores en grader¨ªos y cuentas de RRSS, cordones de botas y banderines de c¨®rner, camisetas y brazaletes de capit¨¢n. Queda mucho trabajo (y lucha), pero el mensaje era contundente: si eres hom¨®fobo, en el f¨²tbol ingl¨¦s no tienes lugar.
En Espa?a, gestos aislados aparte, el peso de la lucha por la inclusi¨®n en el f¨²tbol recae exclusivamente sobre los hombros de esos colectivos LGTBI. No es suficiente y no es justo. Hace falta una acci¨®n conjunta, en la que los m¨¢ximos estamentos del f¨²tbol, instituciones, clubes y jugadores se den la mano por un bien com¨²n, que no es otro que erradicar la intolerancia de las gradas y el c¨¦sped.
Salir del armario en el f¨²tbol profesional masculino no debe ser una heroicidad. El gesto, importante para alcanzar la normalidad de un ¨¢mbito que sigue estando en ese sentido d¨¦cadas atr¨¢s de cualquier otra esfera p¨²blica, llegar¨¢ cuando se den las circunstancias, cuando estadios, escuelas y clubes de f¨²tbol sean m¨¢s amables e inclusivos. En ese sentido, es importante subrayar que la lucha por los derechos de las personas LGTBI nos corresponde a todos. Porque un f¨²tbol excluyente no merece la pena. Porque es bueno y bonito y justo que el arco¨ªris luzca sobre los estadios. Porque la mejor liga del mundo ser¨¢ la m¨¢s inclusiva.
El pr¨®ximo Messi, Pel¨¦, Maradona puede estar ahora mismo pensando en dejar el f¨²tbol. Si eso sucede, si lo deja, pierde ¨¦l y perdemos nosotros. Pierde el f¨²tbol. Pero si cambiamos el mensaje, si lo que se le transmite es que no es ¨¦l quien sobra, sino el hom¨®fobo, el excluyente, entonces ganamos todos. El f¨²tbol ser¨¢ mucho mejor.