Las ebikes en el Camino de Santiago
El arzobispado niega la Compostela a los ciclistas que realicen la peregrinaci¨®n con asistencia el¨¦ctrica.
De no haberlo le¨ªdo en la web de ¡®El Pa¨ªs¡¯ y con la firma de un periodista del prestigio de Paco Nadal hubiera pensado que se trataba de una de esas noticias falsas tan de moda en los ¨²ltimos tiempos, bulos que corren como la p¨®lvora por muy inveros¨ªmiles que resulten. Pero no, desde luego que no es una broma, entre otras cosas porque el asunto tiene poca gracia: seg¨²n las informaciones que maneja Nadal, desde la Oficina de Acogida del Peregrino del Camino de Santiago no se concede la Compostela a los peregrinos que realicen la ruta con una bicicleta el¨¦ctrica.
Este documento en cuesti¨®n es el que acredita, expedido por la Iglesia, que se ha realizado el Camino cumpliendo una serie de requisitos. En concreto, se exige completar los ¨²ltimos 100 kil¨®metros a pie o el doble en bicicleta. Aunque parece ser que no en cualquiera de ellas, el Arzobispado de Compostela no tiene a bien catalogar a las pedelec como bicis y ha decidido arrebatar a sus usuarios el derecho a conseguir la Compostela.
El diploma, para la mayor¨ªa de los peregrinos excepto aqu¨¦llos con unas creencias religiosas muy arraigadas, no suele ser m¨¢s que un mero recuerdo de la experiencia. Yo complet¨¦ el Camino de Santiago en dos ocasiones, 2000 y 2004, obviamente con bicicletas convencionales, por suerte mi forma f¨ªsica me lo permit¨ªa todav¨ªa. La primera de ellas ni siquiera recog¨ª la Compostela y en la segunda s¨ª que lo hice¡ aunque no sabr¨ªa decir en que caj¨®n de un armario de mi casa descansa. Por tanto, la cuesti¨®n no tendr¨ªa m¨¢s trascendencia de lo anecd¨®tico de no ser por la incomprensible discriminaci¨®n que sufren las ebikes con ello.
Desconozco cu¨¢les son los criterios que ha seguido el arzobispado para llegar a la conclusi¨®n de que el esfuerzo en una bicicleta con asistencia el¨¦ctrica es insuficiente para merecer semejante reconocimiento. O si han encargado a un sacerdote deportista que compruebe cu¨¢nto se cansa pedaleando con un motorcillo en el eje o si alguien les ha convencido de que una pedelec es una moto. Iron¨ªas al margen, la situaci¨®n tan s¨®lo puede justificarse como fruto de un desconocimiento clamoso del tema, del funcionamiento de esta variedad de bicicleta y de la exigencia f¨ªsica que reportan.
No deber¨ªa olvidar la Iglesia la oportunidad que la tecnolog¨ªa, concretada en la incuestionable ayuda de la asistencia el¨¦ctrica, concede a muchos peregrinos para afrontar un desaf¨ªo que de otro modo les resultar¨ªa quiz¨¢ inabordable. Me parece que, confundidos en su desinformaci¨®n, los responsables de semejante disparate han perdido de vista la esencia de este viaje espiritual, personal o l¨²dico, que cada cual lo afronta como mejor le parece.
Si alguien debiera huir de cualquier tipo de prejuicio, clasismo o distinci¨®n me parece que deber¨ªa ser una instituci¨®n que se cimenta sobre valores bien opuestos. Y tampoco creo que vayan muy sobrados de clientes como para andarse con exquisiteces¡ o chorradas.
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