El tab¨² de la depresi¨®n
Liz Cambage lo tiene todo para ser feliz. Es una deportista de ¨¦xito, una de las mejores jugadoras mundiales de baloncesto. Pero de tiempo en tiempo, se siente atenazada, se bloquea durante d¨ªas, se a¨ªsla en una habitaci¨®n¡ "Est¨¢s sola, bajo esas enormes y oscuras olas. Y te ahogas". Cambage confes¨® p¨²blicamente esta semana que sufre problemas de salud mental. No es una excepci¨®n en el deporte. En las ¨²ltimas fechas, cada vez son m¨¢s quienes deciden dar el salto y compartir su experiencia. La depresi¨®n o la ansiedad siempre han sido tab¨², porque el deportista se ve obligado por su propia ambici¨®n, por sus t¨¦cnicos insaciables, por sus clubes, por los medios y por la afici¨®n, a proyectar una imagen de superh¨¦roe invencible e invulnerable. Por eso, cuando est¨¢ mal, muchas veces no lo cuenta.
El tab¨² se est¨¢ superando. En los ¨²ltimos meses, s¨®lo en Espa?a, conocimos los casos de la remera Anna Boada, retirada cuando aspiraba al podio ol¨ªmpico; de Alex Abrines, que ha regresado al Bar?a tras su baja en la NBA; de la tenista Paula Badosa, la promesa que se frustr¨® al ver que no avanzaba; de la atleta Sabina Asenjo, que ha parado sin fecha de retorno; de la waterpolista Roser Tarrag¨®, que vuelve a triunfar tras dos a?os en la estacada¡ Antes hubo otros: Edurne Pasaban, Andr¨¦s Iniesta¡ La depresi¨®n no se trata socialmente con la naturalidad de otras lesiones. Muchos coinciden en lo mismo: cuando caen al pozo, no saben a qui¨¦n pedir ayuda. El deporte deber¨ªa tener siempre especialistas en enfermedades mentales en sus estructuras. La NBA lo acaba de imponer. Se necesitan tanto como un fisio.