Zidane, Pep, Pochettino... el f¨²tbol se anima
Los ¨²ltimos pasos
Una Liga que acaba, una ilusi¨®n que se mella, una victoria que explica el sacrificio de los d¨ªas, el bochorno de las derrotas, las recuperaciones del ¨¢nimo y del juego. El f¨²tbol, un juego que es im¨¢n que parece a¨²n un deporte infantil, en el que seres humanos en edad adulta a¨²n se ponen de corto para convertir en ilusi¨®n a¨²n lo que es sobre todo un negocio. Ahora estamos a unos pasos de acabar el campeonato principal, y aun luchan abajo, contritos, grandes equipos a los que la realidad empeque?ece ante el miedo al abismo del descenso. Otros, all¨¢ arriba, piensan en arreglar los desperfectos de una temporada en la que las cosas no fueron las so?adas.
Los claros clarines
Entre todos los que ahora se piensan qu¨¦ pas¨® est¨¢ el Real Madrid. ?C¨®mo fue que el campe¨®n se halle, antes de que acabe la lucha, desistiendo de su personalidad? No ha habido mejor fil¨®sofo de esta pr¨¢ctica de afrontar la derrota que Zinedine Zidane. Si se lee a Albert Camus, su paisano, y lo confronta con los claros clarines que afronta en este ¨²ltimo instante de su equipo, al que tanto le sigue dando, hallar¨¢ reliquias que sirven para comparar su filosof¨ªa con la del Nobel de El rev¨¦s y el derecho. Como a Camus, a Zidane le asiste esta m¨¢xima: "El sol que rein¨® sobre mi infancia me priv¨® de todo resentimiento".
La met¨¢fora de ZZ
Zinedine Zidane habla en met¨¢fora. ?l tiene la soluci¨®n del futuro inmediato. Se la dice a la almohada y a su presidente, por el que (eso dijo cuando volvi¨®) est¨¢ de nuevo en el banquillo madridista. Zidane se parece mucho al personaje que hizo Peter Sellers en la pel¨ªcula Bienvenido, m¨ªster Chance. Chance era un jardinero sin fortuna que se hab¨ªa educado viendo la televisi¨®n y atendiendo un jard¨ªn ajeno. Cuando murieron los due?os de ese jard¨ªn se lanz¨® a las calles. Con las met¨¢foras que hab¨ªa aprendido de ambas actividades, la televisi¨®n y el jard¨ªn, se convirti¨® en un sentencioso ciudadano que lleg¨® a ser el principal asesor del presidente de Estados Unidos.
El futuro
"El futuro es lo que no hay", le dijo un muchacho de un barrio muy castigado de Bogot¨¢ a un periodista que le pregunt¨® por el porvenir. Esa intenci¨®n de Zidane de dibujar el futuro con nombres propios es lo que ahora se hacen incluso los aficionados infantiles. ?Qu¨¦ hay en un nombre?, se preguntaba Shakespeare. Los nombres propios han de llenarse de contenido. El Barcelona estaba el s¨¢bado lleno de nombres propios, y pudo pasarle lo mismo que le ocurri¨® con el Huesca. Los nombres propios no juegan al f¨²tbol, de modo que ellos no son ¨²nicamente los que hacen el futuro. Ah, el futuro, qu¨¦ tiempo tan dif¨ªcil de conjugar...
Pep y Pochettino
Parece una pareja de c¨®mic, Pep Guardiola y Mauricio Pochettino. La eliminatoria de Champions League que le gan¨® este ¨²ltimo al t¨¦cnico catal¨¢n de los ¨¦xitos azulgrana fue una de las m¨¢s bellas gestas del f¨²tbol de los ¨²ltimos tiempos, o al menos de los tiempos del f¨²tbol tal como sol¨ªa ser. Ese partido en el campo del Manchester City deber¨ªa grabarse en la retina de la memoria de los aficionados para cont¨¢rselo a los ni?os que no vieron gestas que est¨¢n en la nebulosa de los que asomaron a este deporte cuando a¨²n resonaban los clarines de Rub¨¦n Dar¨ªo. El f¨²tbol naci¨® para gestas como la que protagoniz¨® el Tottenham. Ya entonces, supongo, se hablar¨ªa de manos en el ¨¢rea o de los ¨¢rbitros. Pero el f¨²tbol es m¨¢s que eso, y esta vez los responsables del arte fueron Pep y Mauricio. Menudo d¨²o.
La frase
"Ya se oyen los claros clarines, la espada se anuncia con vivo reflejo; ya viene, oro y hierro, el cortejo de los paladines". Rub¨¦n Dario, Marcha Triunfal.