La pega o le pega
Las conexiones de Carrusel le pueden servir a cualquier estudioso de la lengua para delimitar las zonas del la¨ªsmo, s¨®lo con examinar las expresiones ¡°la pega¡± y ¡°le pega¡± en la boca de sus narradores.
¡°La peg¨® muy fuerte¡± (a la pelota) les sonar¨¢ muy mal a los hablantes de gran parte de Espa?a, pero no a muchos originarios de la zona norte. ?C¨®mo resolver este problema que tienen los norte?os?
Les contar¨¦ en secreto un truco muy ¨²til. Si usted duda entre decir ¡°la peg¨®¡± o ¡°le peg¨®¡±, haga la siguiente prueba: cambie ¡°la¡± por ¡°lo¡± y vea si esa oraci¨®n ser¨ªa posible. Antes de decir ¡°la peg¨® una patada muy fuerte a la pelota¡±, piense si dir¨ªa tambi¨¦n ¡°lo peg¨® una patada muy fuerte al bal¨®n¡±. Ya ve que le suena rara esta segunda opci¨®n; as¨ª que en ese caso, solamente sirve ¡°le¡± (¡°le peg¨® al bal¨®n¡±).
Ahora bien, si decimos ¡°la peg¨® en el ¨¢lbum¡± (una estampa), tambi¨¦n valdr¨ªa ¡°lo peg¨® en el ¨¢lbum¡± (un cromo). Como ah¨ª s¨ª es posible el cambio de g¨¦nero, cabe entonces el pronombre ¡°la¡±. Eso tiene que ver con la diferencia entre complemento directo y complemento indirecto, pero con ese truco no hace falta meterse en m¨¢s l¨ªos.
Baste decir que en el caso del verbo ¡°pegar¡± aplicado al f¨²tbol, se sobrentiende el complemento directo ¡°una patada¡± (que se omite): ¡°El jugador le peg¨® (una patada) a la pelota¡±, ¡°el jugador le peg¨® (una patada) al bal¨®n¡±. Pero no ¡°el jugador la peg¨® (una patada) a la pelota¡± ni por tanto ¡°el jugador lo peg¨® una patada al bal¨®n¡±. Si no se sobrentendiese ¡°la patada¡±, estar¨ªamos hablando de que el bal¨®n es pegado directamente a alg¨²n sitio (a la pared, por ejemplo; con cola).
Much¨ªsimas personas creen imposible desentra?ar estos mecanismos gramaticales de los pronombres. Y desde luego que no resulta nada f¨¢cil. El empleo considerado correcto en el espa?ol culto s¨®lo se puede adquirir por el contacto frecuente con un lenguaje esmerado (bien en la lectura o bien en el entorno) o por residir en zonas donde no se producen esos desv¨ªos de la norma general.
Sin embargo, los la¨ªsmos no se deben censurar (ni siquiera considerar err¨®neos) cuando se ci?en al ¨¢mbito familiar o al entorno geogr¨¢fico donde esos rasgos se dan. Ahora bien, s¨ª que se espera que hablen con mayor cuidado los profesionales del lenguaje que se dirigen a p¨²blicos m¨¢s amplios.
Si usted no es uno de ellos, d¨¦jese llevar y no le d¨¦ m¨¢s vueltas.