Piqu¨¦, ese eterno ¡®enfant terrible¡¯
?Caray con el Cl¨¢sico descafeinado! A la hora de la verdad fue un partido bravo, brusco, con tensi¨®n en todo lo alto, que dej¨® cuatro goles y un reguero de pol¨¦micas. Pese a no haber puntos en juego hizo honor a la expectaci¨®n que provoca en todo el mundo. El Madrid, desde luego, ten¨ªa inter¨¦s en ganar este partido, por el valor que tiene cualquier victoria en un Cl¨¢sico y por el af¨¢n de chafarle al Bar?a la posibilidad, que ya parece muy f¨¢cil de materializarse, de acabar LaLiga invicto. El saldo final del partido fue que el Bar?a casi lo consigui¨®: a¨²n le quedan tres partidos, pero ¨¦ste era el m¨¢s dif¨ªcil, y jug¨® la mitad del mismo con diez.
Eso explica la felicidad final del equipo blaugrana, que dio la vuelta ol¨ªmpica ante su gente, como campe¨®n del doblete, con Iniesta homenajeado en su ¨²ltimo Cl¨¢sico y con la coda de Piqu¨¦ oficiando de eterno ¡®enfant terrible¡¯, convocando al ¡®staff¡¯ para hacerle al equipo el pasillo que el Madrid no le hizo. Eso me sobr¨®, como me sobran tantas cosas de Piqu¨¦, encantado con su papel de provocador oficial y evidentemente feliz de estirar el chicle del enojoso asunto del pasillo. Forma parte del tipo de gente a la que le encanta eso. Se le perdona, dicho sea de paso, porque como jugador es soberbio. Un ejemplo sobre el campo, un trasto fuera de ¨¦l.
Gran Cl¨¢sico, en todo caso, que desbord¨® por su pasi¨®n al ¨¢rbitro, Hern¨¢ndez Hern¨¢ndez, que quiz¨¢, como se maliciaba Iturralde en su an¨¢lisis de la v¨ªspera, lo esperaba m¨¢s tranquilo de lo que fue. Una bronca cerca del descanso entre Sergio Ramos y Luis Su¨¢rez lo encanall¨® de golpe, y a partir de ah¨ª el ¨¢rbitro naufrag¨®, encaden¨® errores y llen¨® de tabasco un guiso que muchos tem¨ªan que fuera demasiado soso. El sistema design¨® para este partido a un hombre que no estuvo a la altura de las circunstancias. Los jugadores no le ayudaron, pero tan cierto es eso como que se desmandan m¨¢s cuanto m¨¢s d¨¦bil ven al ¨¢rbitro.