Kubala, un h¨¦roe rom¨¢ntico del f¨²tbol
Ladislao Kubala fue el pen¨²ltimo h¨¦roe rom¨¢ntico del f¨²tbol, y a¨²n no ha nacido uno que sea el ¨²ltimo y que sea como ¨¦l. Barrido de su patria por la guerra de Hitler, fue uno de aquellos h¨²ngaros errantes que recalaron en la Europa que no hab¨ªa abrazado el comunismo, y su tierra, incluso su patria, pas¨® a ser Espa?a, como la de aquellos legendarios Zoltan Czibor y Sandor Kocsis, que alcanzaron una gloria menor pero que se nutrieron de las mismas mieles amargas del hero¨ªsmo de posguerra. En el f¨²tbol Kubala fue un maestro y el ¨²nico futbolista del mundo que defendi¨® los colores de tres selecciones: Hungr¨ªa,Checoslovaquia y Espa?a. Quien le empat¨® en genio, o en potencia, fue Ferenc Puskas, que lleg¨® al Madrid y le puso dinamita a la historia blanca.
Aquella ¨¦poca era especial para el f¨²tbol: hab¨ªa un amateurismo en la devoci¨®n por los colores, y esa pasi¨®n se trasladaba a la grada: Kubala combinaba la golfer¨ªa con el genio; como Puskas, era capaz de vivir una farra antes de un partido dif¨ªcil y rendir luego como si hubiera habido una de las concentraciones exigentes que se viven hoy. En el caso de Kubala, la devoci¨®n barcelonista por su trabajo en el campo anulaba cualquier reticencia sobre sus excesos privados; lo que la afici¨®n ten¨ªa por ¨¦l era tal devoci¨®n que el grader¨ªo prefer¨ªa que Kubala jugara, a toda costa, frente a otros titulares indiscutibles, como Luis Su¨¢rez, que fue, adem¨¢s, su competidor y su amigo.
Y no era s¨®lo querido por el grader¨ªo: sus compa?eros sent¨ªan su generosidad en el campo. El ¨²ltimo domingo, en Carrusel, coment¨® don Luis Su¨¢rez, su compa?ero en aquella c¨¦lebre delantera (Tejada, Evaristo, Kubala, Su¨¢rez y Czibor), que Kubala no s¨®lo met¨ªa goles, pues sab¨ªa c¨®mo meterlos, agarrando la pelota, escondi¨¦ndola con su cuerpo macizo, sino que era un pasador extraordinario. Como comparar es ocioso en estos casos, hab¨ªa en aquel Kubala de filigrana y de potencia (en el disparo, en la disposici¨®n del cuerpo en ataque, en su manera de asociarse) algo del Messi de hoy, que ha pasado de ser un individuo en la cancha a participar como pivote en un equipo, como pas¨® con Kubala en los a?os 60 del Barcelona, en el que resulta imprescindible para todas las l¨ªneas.
Fue siempre un futbolista atento a los otros; su amistad con Alfredo Di St¨¦fano, con quien comparti¨® historia y retiro (jugaron juntos en el Espa?ol, cuando sus equipos respectivos prescindieron de ellos), es una de las leyendas aleccionadoras del f¨²tbol.
A Kubala lo tent¨® la selecci¨®n nacional. Un art¨ªculo de Alfredo Rela?o en El Pa¨ªs (26 de junio de 1980) resume las horas del declive en esta faceta: Desde el Mundial de Argentina los fracasos han superado a los ¨¦xitos. Kubala empa?¨® su historial en los tres ¨²ltimos a?os. Luego de ese fracaso que, como dice el ahora director de AS, empa?¨® su vida como seleccionador, se dedic¨® a divulgar su teor¨ªa y pr¨¢ctica del f¨²tbol. Y Emilio P¨¦rez de Rozas recogi¨® en el mismo peri¨®dico su m¨¢xima principal: ¡°Querer amar la profesi¨®n, tenerle cari?o, gustarte¡±.
?l la quiso, hasta el final. Cuando ya su memoria estaba nublada sigui¨® siendo un hombre requerido y admirado, por lo que fue. Muri¨® el 17 de mayo de 2002. Su leyenda sigue viviendo, y hacen muy bien sus compatriotas en prolongarla. Fue un h¨¦roe rom¨¢ntico del f¨²tbol y de aquella di¨¢spora tan importante para el f¨²tbol espa?ol.