Un furtivo nunca es un cazador
¡°El ni?o aborrec¨ªa la muerte, en particular la muerte airada y alevosa, y el Furtivo se jactaba de ser un campe¨®n en este aspecto¡±. Las ratas (Miguel Delibes).
?A qui¨¦n no le gustar¨ªa vivir en un mundo perfecto? Un mundo en el cual no existieran defectos, problemas, hambre, enfermedades... pero esta no es la realidad de la vida, pues ni la perfecci¨®n ni la utop¨ªa existen. En la realidad que vivimos hay problemas, enfermedades, hambre, problemas... algunos con un buen final, otros por desgracia, no.
El sector de la caza tampoco es un mundo de color de rosa, aunque muchas veces nuestra pasi¨®n nos hace transmitir esa sensaci¨®n con nuestras palabras.
La caza tambi¨¦n tiene sus defectos, sus males y, como todo, unos se pueden solucionar, y otros no.
Uno de nuestros mayores males, y que tanto da?o nos hace a todo el colectivo, es el mal llamado "cazador furtivo", y digo mal llamado porque ser furtivo no es ser cazador, pero cu¨¢nto nos compromete a todos los cazadores. Un mal, que s¨ª tiene soluci¨®n.
Quiz¨¢, por una mala cultura transmitida a lo largo de los a?os, para muchos puede que no est¨¦ mal visto; incluso puede ser rom¨¢ntica la figura de ese cazador que se echaba al monte para poder conseguir alimento y pieles para los suyos robando las piezas a grandes terratenientes. Eso era supervivencia, algo a que actualmente queda muy lejos de la realidad.
Hoy en d¨ªa, esa figura rom¨¢ntica ya no existe. El furtivismo va ligado generalmente a la codicia de un trofeo y siempre a un negocio econ¨®mico. Esto es uno de los mayores males que tenemos en el mundo de la caza, en el que todo nuestro trabajo y toda nuestra pasi¨®n son destruidos cada vez que una noticia salta a los medios de comunicaci¨®n que se ha detenido a un cazador furtivo.
No, un furtivo no es un cazador.
La ¨²nica forma de frenar este mal est¨¢ en nuestras manos, siendo nosotros mismos, todo el colectivo cazador, el que denuncie estas pr¨¢cticas ilegales. No podemos callar o mirar hacia otro lado cada vez que alguien presume de haber abatido una pieza il¨ªcita o fuera de temporada en cualquier finca espa?ola, sea de quien sea su propiedad.
Es nuestro deber y obligaci¨®n como cazadores de verdad ir de la mano junto al Seprona o Agentes Forestales para denunciar estos delitos y prevenirlos.
A estas alturas de mi post, m¨¢s de uno se estar¨¢ echando las manos a la cabeza sorprendido, pero no, no podemos decir que cuidamos y conservamos la naturaleza cuando somos c¨®mplices en silencio de criminales que destruyen nuestra fauna.
No podemos consentir que con el patrimonio natural de todos se enriquezcan unos pocos desalmados. El delito lo cometen tanto los que ofrecen abatir piezas sin permisos como los que pagan por ello. Y con nuestro silencio nos est¨¢n robando un poquito de cada uno de nosotros y, lo m¨¢s importante, de nuestros montes.
Durante toda la vida me han ense?ado a tener respeto a un animal, no a un trofeo. Me han inculcado que la caza es esfuerzo, no tirar a un animal desde un coche.
Me han ense?ado a que unas veces se gana y otras se pierde: no siempre el lance es una victoria. Me inculcaron a no dejar huella de cada paso que daba en el campo. Me ense?aron a respetar las vedas. Me ense?aron a cazar sin arma, solo con unos prism¨¢ticos, sin necesidad de tener trofeos colgados en una pared ni medallas de bronce, plata... Ser una parte m¨¢s de la naturaleza y, como a m¨ª, a la mayor¨ªa de los cazadores de este pa¨ªs.
Por eso, desde aqu¨ª, quiero animar a todos los cazadores a ser valientes. No permitamos que el furtivismo sea parte del mundo de la caza o lo relacionen con ella. Y aunque pensemos que cada uno de nosotros solo somos un granito de arena, juntos sumamos m¨¢s hect¨¢reas que monte tiene nuestro pa¨ªs.
Nosotros somos los que podemos luchar y vencer este mal, pues si no, esta terrible enfermedad ser¨¢ la que acabe con la caza, y no lo podemos consentir.