La caza y el relevo generacional, cuidemos nuestros campos
Contemplar los ojos de un ni?o cuando se encuentra frente a su primera salida al campo de la mano de su padre, madre, t¨ªo, abuelo¡ no tiene precio.
Contemplar los ojos de un ni?o cuando se encuentra frente a su primera salida al campo de la mano de su padre, madre, t¨ªo, abuelo... no tiene precio, es algo que, a d¨ªa de hoy, no consigo poder explicar.
El brillo de sus ojos delata que lleva tiempo esperando ese d¨ªa lo que tanto llevaba pidiendo. Pero todo a su debido tiempo: las prisas en el campo no son buenas consejeras.
A¨²n recuerdo mi primera salida cineg¨¦tica, pero nada tiene que ver con los sentimientos que despiertan en m¨ª... Los ojos de mi peque?o cuando le dijimos que, al d¨ªa siguiente, ten¨ªa que madrugar mucho. Sus preguntas sin orden, titubeantes, nerviosas, sabiendo la respuesta, pero todo por asegurarse que no era una broma, que no ser¨ªa para dejarle en casa de sus abuelos mientras yo me dirig¨ªa a donde ¨¦l quer¨ªa ir.
Sus movimientos por momentos se volv¨ªan torpes, incapaces de sujetar los nervios que le com¨ªan por dentro. Sus abrazos y besos solo se ve¨ªan interrumpidos por sus idas y venidas para preparar sus atuendos y dem¨¢s aperos que tantas ganas ten¨ªa de estrenar. Coloc¨® su escopeta paralela de juguete junto a la m¨ªa.
Cuando por fin ten¨ªa todo preparado, me dej¨® con la miel en los labios, esperando que se sentara a mi lado para que le explicara una y mil veces lo que har¨ªamos durante la jornada de caza; pero no, se sent¨® en la cama de su querido amigo de juegos, a contarle qu¨¦ por fin, al d¨ªa siguiente, le acompa?ar¨ªa al campo a cazar.
Esa imagen de c¨®mo compart¨ªa ese momento tan m¨¢gico para ¨¦l con su perro, termin¨® por derretirme. Me sent¨¦ a su lado, a escucharle c¨®mo le explicaba que ya era morralero, y no s¨¦ c¨®mo fue, pero lleg¨® a tal punto de relajaci¨®n que se durmieron los dos.
La sonrisa que ahora mismo -escribiendo estas l¨ªneas, se refleja en mi cara- es la que nunca pierdo cada vez que ese momento, magia pura, regresa a mi memoria.
Desde hace un lustro, pertenezco a una asociaci¨®n, sin ¨¢nimo de lucro, en la que trabajamos por el relevo generacional de la caza: Juvenex.
La importancia que tiene transmitir a los m¨¢s peque?os y j¨®venes una correcta educaci¨®n medioambiental, basada en el amor y respeto a la naturaleza, es nuestra raz¨®n de ser.
Inculcamos que hay una cascada de opciones para disfrutar del campo: coger setas o esp¨¢rragos, una ruta de senderismo, observar animales... Que salgan de las ciudades y descubran todo los que nos regala nuestro campo.
Es una forma de hacer que j¨®venes y ni?os, aprendan a querer y respetar el medio ambiente y disfruten, disfruten mucho de ¨¦l.
Dentro de ese amor por el medio ambiente y la conservaci¨®n, por supuesto, est¨¢ la caza, con todo lo que esta maravillosa forma de vida, conlleva: aprender a escuchar el campo, conocer cada h¨¢bitat, cada especie, de lo que se alimentan, sus ciclos, la flora y un extenso etc¨¦tera.
No podemos dejar de ense?ar todos estos valores a nuestros relevos; nada puede robarnos poder disfrutar de esos ojos y, mucho menos, podemos renunciar a compartir nuestra forma de vida con nuestros seres queridos.
Por eso, desde aqu¨ª, me gustar¨ªa que cada uno de nosotros luchemos para que nuestros ni?os puedan disfrutar de esta pasi¨®n el d¨ªa de ma?ana.
Pero la ¨²nica forma de poder darles este regalo es cuidando y conservando nuestros campos, y sobre todo aprender del mimo y cari?o con el que estos peque?os cuidan nuestro entorno en cada salida a la naturaleza.