El ¨®valo que no lo es

Las 500 millas de Indian¨¢polis irrumpieron hace dos semanas en nuestras vidas y con ellas la palabra ¡°¨®valo¡±, que muchos periodistas usaron para referirse a la forma del circuito.

Pero ?es un ¨®valo?

M¨¢s bien parece que no.

El ¨®valo, como se deduce con facilidad, debe parecerse a un huevo. Porque de ah¨ª viene esta palabra: de ¡°ovum¡±, en lat¨ªn; de donde sale tambi¨¦n el adjetivo ¡°oval¡±.

Uno de los m¨¢s famosos usos de este adjetivo se aplica al despacho del presidente de Estados Unidos en la Casa Blanca. Pero el llamado ¡°despacho oval¡± s¨ª tiene forma de ¨®valo.

El Diccionario define as¨ª el sustantivo ¡°¨®valo¡±:

¡°Curva cerrada, con la convexidad vuelta siempre a la parte de afuera, de forma parecida a la de la elipse, y sim¨¦trica respecto de uno o de dos ejes¡±.

Eso de ¡°la convexidad vuelta siempre a la parte de afuera¡± significa que la curva se traza de manera que se va alejando del eje o del centro del ¨®valo, como sucede con el borde de un cuenco. Digamos, simplificando, que la curva convexa va hacia afuera y la c¨®ncava hacia dentro.

Pero resulta que el circuito de la capital del Estado de Indiana no responde a esa definici¨®n acad¨¦mica, porque su trazado no forma un ¨®valo sino un rect¨¢ngulo con las esquinas redondeadas. Aquel recinto consta por tanto de dos largas rectas, de otras dos m¨¢s cortas y de cuatro curvas. As¨ª que no se parece mucho a un huevo.

Pero ?c¨®mo se llama esa figura geom¨¦trica?

Entre dise?adores se dice que es ¡°un rect¨¢ngulo redondeado¡± o ¡°un rect¨¢ngulo ovalado¡±. Y estas expresiones se aplican tanto a un trazado con dos rectas y dos grandes curvas (por ejemplo, una pista de atletismo) como al referido de Indian¨¢polis que consta de cuatro rectas y cuatro curvas.

Resulta curioso que en los medios de comunicaci¨®n rara vez se llame ¡°¨®valo¡± a un vel¨®dromo o a una pista de atletismo, y que sin embargo se haya aplicado al famoso aut¨®dromo norteamericano.

La imprecisi¨®n ya viene de origen. En Estados Unidos se denomina ¡°oval circuits¡± a cerca de una veintena de trazados que se parecen, m¨¢s o menos, a un ¨®valo; y que reciben carreras de la IndyCar. Esa traducci¨®n literal se ha dado por buena aqu¨ª sin mayor cuidado.

Parece que la precisi¨®n, el rigor, la verdad, importan cada vez menos. Pero eso pasa sobre todo, claro, en el despacho oval.