C車mo debe ser la camiseta
Como todav赤a no conocemos la camiseta del a?o venidero pero s赤 que el club ha renovado con Nike, buen socio, ya podemos dirigirnos a los dos para evitar un duelo en el puente cuando nos la ense?en. A un lado los que la idean y la hacen; al otro quienes la aman y la compran. La camiseta del Atl谷tico de Madrid es su bandera hecha blusa, aceptando este principio es f芍cil pasar el puente juntos en lugar de disputarlo, lo que adem芍s de un espect芍culo del peor g谷nero ser赤a una falta de inteligencia digna de estudio: la prosperidad del negocio depende de los aficionados y hay que complacerles, no desafiarles. En la lealtad al origen tampoco hay que ponerse estupendos. Aunque no me importar赤a ir tan lejos, admito que no es menester repetir el modelo que trajo Elorduy de Southampton, las primeras rayas rojas y blancas que arrinconaron para siempre el blanquiazul de las dos mitades. Vale con que se asemejen a la maravillosa del doblete, que a su aire es el remedo de la que llevaba Adelardo cuando una y otra vez alzaba copas para regocijo de la hinchada. Tampoco ha de desconocerse la complicaci車n que tiene para un dise?ador ajustarse a normas r赤gidas, pero colores ?eso faltar赤a! y ancho de franja debieran ser inamovibles en las equipaciones atl谷ticas. A partir de ah赤, ol谷 la imaginaci車n: desde el amor a la Historia hemos visto camisetas preciosas de la firma americana para los clubes m芍s grandes del mundo. Como el Aleti, que ese anagrama s車lo lo cosen a la ropa de los gigantes.
Otro aspecto debiera contemplarse: la relaci車n camiseta-谷xito. ?Hay gafes? No lo s谷, pero lo temo. ?Cosas gafes? Puede ser, puede ser. Con un espanto de zamarra, heterodoxa y lejana, nos fuimos a segunda; no tienten a los hados m芍s siniestros que con un descenso tuvimos suficiente: s車lo se lo deseo a mi peor enemigo. Eso s赤, de todo coraz車n.