El Kun, ese violento
El Kun, ese violento, con furia desmedida acometi¨® al defensa rival y le propin¨® un tremendo tibiazo y peron¨¦aceo en los tacos, seis como los toros, seis, del indefenso zaguero, pobre muchacho. No contento con su desaforada acci¨®n, el Kun, ese violento, insisti¨® en el ataque animal contra otro de los miembros de la defensa adversaria y ayud¨¢ndose del menisco de su rodilla derecha y buena parte de los ligamentos, impact¨® como un ob¨²s contra la suela del tranquilo lateral, que no tuvo otro remedio, ante semejante atentado, que recrimin¨¢rselo con frases cari?osas, llenas de entra?ables recuerdos familiares, en tanto el Kun, ese violento, simulaba en el suelo, asistido por un gotero de pega, y mientras Villal¨®n encargaba m¨¢s pr¨®tesis a Andorra. El ¨¢rbitro no pic¨®. Bien, se?or colegiado, bien.
Conocemos al Kun, ese violento; en su carrera tiene varias yugulares segadas con la mirada, doce estrabismos provocados por fintas traidoras que cruzan los ojos del contrario tras un bal¨®n que no ven ?intolerable, intolerable! Bizcos para siempre; un ciento de c¨®licos misereres de marcadores que ridiculizados en la primera parte, sufrieron el mal en el descanso para no salir en la segunda ?intolerable, intolerable! Esos muchachos descompuestos, se?or Kun, tienen madre; ha provocado fracturas de cadera con regates nunca vistos y que por lo tanto deber¨ªan estar prohibidos, carreras de diez metros en las que saca cinco a quien la mide con ¨¦l ?es eso compa?erismo? Saltos de cabeza en los que levanta medio metro sobre tipos mucho m¨¢s altos, insolente ?para qu¨¦ hizo Dios a los peque?os peque?os y a los grandes grandes? No es de extra?ar que suma a esos gigantes de fr¨¢gil coraz¨®n en severas depresiones. ?Puede consentirse que un individuo as¨ª siga jugando en nuestra Liga y adem¨¢s en el Aleti? Gracias, se?ores ¨¢rbitros, muchas gracias. No puede ser, fuera con ¨¦l. Vosotros s¨ª lo hab¨¦is entendido. Ah, y una vez, hace mucho, marc¨® un gol con la mano.