Doraemon: Story of Seasons, An¨¢lisis PS4. La Puerta M¨¢gica sigue funcionando

Hablar de Doraemon es hacerlo de un fen¨®meno cultural no solo en Jap¨®n sino en todo el mundo. Es su icono, un emblema aprovechado de mil maneras en productos comerciales que van m¨¢s all¨¢ del c¨®mic y el anime. La obra de Fujiko Fujio lleva durante d¨¦cadas en emisi¨®n, tambi¨¦n en Espa?a, y cuando supimos que una licencia como Story of Seasons (lo que antes conoc¨ªamos como Harvest Moon) iba a acoger este nombre con todos sus personajes, los aficionados lo recibimos con los brazos abiertos. Tras su paso por PC y Nintendo Switch, es el momento de comprobar qu¨¦ tal est¨¢ la versi¨®n de PlayStation 4 de Doraemon: Story of Seasons.

Durante estas ¨²ltimas semanas hemos dedicado varias decenas de horas a regresar a Natura, el territorio donde nos emplaza esta particular aventura. Sobre el papel, ?qu¨¦ podr¨ªa salir mal? Si te gustan t¨ªtulos como Stardew Valley, Animal Crossing o los ya citados y, para m¨¢s inri, simpatizas con Doraemon aunque sea m¨ªnimamente, est¨¢ formula funciona. Y as¨ª es, funciona. Porque todo se siente familiar y, al final del d¨ªa, te das cuenta de que este preciosista estilo art¨ªstico funcionar¨ªa a la perfecci¨®n incluso sin estos personajes. Eso dice bien del juego, que a pesar de contar con muchas limitaciones respecto a la saga madre y falta de atrevimiento, presenta los suficientes incentivos y a?adidos como para prestarse a ser visitado cada d¨ªa al menos durante un breve periodo de tiempo. Siempre te est¨¢ esperando, no te agobia, te recompensa y tiene magia.

Natura siempre nos aguarda nuestra llegada

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Para que nos hagamos una idea r¨¢pida, nos pondremos en la piel de Nobita, que un d¨ªa se encontrar¨¢ la granja en ruinas. Ante este descorazonador escenario, tendremos que recuperar la vida que caracterizaba a este lugar junto a Doraemon, Shizuka, Gigante y Suneo mientras vivimos aventuras y nos acostumbramos a una vida basada en la agricultura y la ganader¨ªa, en que la naturaleza siempre tiene algo que darte con la ¨²nica condici¨®n de que t¨² le ofrezcas un cuidado.

Para nosotros la experiencia ha sido esta vez distinta a cuando jugamos en Nintendo Switch porque, al contrario que hace un a?o, esta vez no hemos tenido m¨¢s remedio que jugar en televisor. Y no lo decimos como algo necesariamente malo, ni mucho menos, pero hemos de tener en cuenta que se pierde esa versatilidad en un videojuego que se presta a partidas cortas. Por lo dem¨¢s, las im¨¢genes hablan por s¨ª solas: luce espectacular. Se acaban los calificativos para definir un t¨ªtulo tan expresivo y llamativo en casi cada esquina, con matices visuales que parecen estar dibujados en acuarela y que reaccionan ante cualquier impacto de luz. Ese poder contemplativo de Doraemon: Story of Seasons sirve tambi¨¦n para camuflar las carencias del t¨ªtulo, que las tiende, puesto que insistimos no es tan completo ¡ªni lo pretende¡ª como otras entregas de la serie, especialmente aquellas de hace a?os de las que tan bien ha aprendido la escena independiente.

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Eso no impide que se respeten unos valores y se?as de identidad: sigue siendo un Story of Seasons. La personalizaci¨®n de la granja es considerable. A pesar de ser algo pesado en las primeras horas por un empe?o constante en explicar las cosas una y otra vez, cuando nos dejan ser libres todo empieza a fluir con la velocidad que nos gustar¨ªa. Los cultivos crecen, los habitantes suman en cantidad y las historias paralelas empiezan a resonar en nuestra lista de actividades. Todo eso sumado a la posibilidad de criar animales, imprescindibles en la tarea agraria por los recursos que nos ofrecen; o la construcci¨®n de muebles, limitada pero muy sencilla de utilizar para los m¨¢s peque?os del hogar.

Este ¨²ltimo aspecto no es balad¨ª. Doraemon: Story of Seasons es declaradamente infantil porque busca eliminar las barreras que otros como Stardew Valley pueden suponer a los menos familiarizados con el g¨¦nero o a esos hijos y primos que se enfrenten por primera vez a un t¨ªtulo de este cariz. ?Es una buena puerta de entrada? Absolutamente. De hecho, huelga decir que es un buen videojuego porque parece estar pensado para facilitar las cosas lo m¨¢ximo posible. Hay cosas que no cambian: nos levantamos a las seis de la ma?ana y nos acostamos cuando se hace de noche, con todas las tareas de cultivo y ganado que podamos hacer en el transcurso; desde plantar semillas, regar, segar o quitar malas hierbas. Si no te gustan este tipo de cosas, este t¨ªtulo no va a hacerte cambiar de opini¨®n. Si por el contrario terminas vi¨¦ndote enganchado a propuestas as¨ª, esta obra no es menos.

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Hay un elemento fundamental en videojuegos de gesti¨®n agraria en que Doraemon: Story of Seasons cumple a medias: el sistema de progresi¨®n. De nada hubiera servido que te dieran todas las herramientas desde el principio, porque de ese modo no podr¨¢s apreciar el valor que tiene conseguir cada mejora. Adem¨¢s, se agradece que hayan decidido no prescindir del ya asentado sistema de miner¨ªa. Visitar otros territorios para encontrar materiales es siempre muy satisfactorio por el poder de la sorpresa, de la incertidumbre. El problema es que el proceso es m¨¢s lento de lo esperado y de lo que nos han acostumbrado otros competidores: se tarda mucho tiempo en mejorar esas herramientas. Para entendernos, requiere mucho proceso de grindeo.

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Poco a poco se termina compensando tan pronto como desbloqueamos la Puerta hacia Cualquier Lugar, otra forma de referirnos al viaje r¨¢pido, as¨ª como otros detalles de calidad de vida de los que ya hablamos en el an¨¢lisis original. A destacar, la Nube de Lluvia, para regar varios cultivos al mismo tiempo. La localizaci¨®n es excelente, por cierto, y el rendimiento es id¨¦ntico al de la versi¨®n de PC; mejora en matices a lo que vimos el a?o pasado en Nintendo Switch, aunque no por ello logra reducir los molestos tiempos de carga de algunos tramos. A pesar de todo, es una l¨¢stima que Doraemon: Story of Seasons no se atreva a ser excelente, que no intente siquiera reflejarse en la gran cantidad de posibilidades que ofrecen otros sin por ello renunciar a la simplicidad en su barrera inicial.

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