Los primeros mundos virtuales online: MUD1

La historia de los MMO es profusa y sumamente apasionante. Si buscamos el origen de su estela nos topamos con la d¨¦cada de los 70, momento en el cual se establece el primer mundo virtual online en el ordenador de un campus. Para situarnos en dicha era debemos hacer un ejercicio de imaginaci¨®n y olvidar Internet tal y como lo conocemos. El primer precedente data de la lejana era preinternet. Hablamos de un periodo en la historia donde las universidades e instituciones gubernamentales estaban interconectadas a ARPANET. Mediante un ordenador, los usuarios pod¨ªan acceder a un sistema de comunicaci¨®n nunca visto. La puerta hacia un ciberespacio donde compartir, consultar y, por supuesto, jugar.

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En lo que hoy en d¨ªa parecen monstruosas antiguallas, algunos estudiantes aficionados a los videojuegos experimentaban con lenguajes de programaci¨®n. Surg¨ªan as¨ª peque?os experimentos interactivos con gran potencial donde los chavales echaban las tardes. El motor creativo de estos j¨®venes era el amplio universo de Dungeon & Dragons y las aventuras conversacionales que arrasaban en la d¨¦cada de los 70. La conjunci¨®n de sus elementos m¨¢s caracter¨ªsticos plant¨® la semilla del primer mundo virtual.

Pero, ?qu¨¦ define a un mundo virtual? Pues en primer lugar se trata de un entorno ficticio que simula nuestra realidad. Puede ambientarse en cualquier ¨¦poca y contiene elementos con los que el jugador interact¨²a. En segundo lugar, el mundo alberga jugadores representados mediante avatares que se comunican en tiempo real. Por ¨²ltimo, es un mundo persistente. Todo lo que hagamos dentro quedar¨¢ grabado.

Hace m¨¢s de 40 a?os algunos jugadores pudieron formar parte de este momento crucial en la industria.

Mundos virtuales en texto

A finales de 1978, Roy Trubshaw, un avispado estudiante de la universidad brit¨¢nica de ESSEX, comienza a programar un juego de rol inspirado en Zork, su aventura conversacional favorita. Lo bautiza como MUD (Multi-User Dungeon) en honor al t¨ªtulo, el cual ten¨ªa previsto lanzarse con el nombre de ¡®Dungeon¡¯. Al igual que Zork, su creaci¨®n es una aventura basada en texto en el que los jugadores se desplazan a trav¨¦s de una serie de ubicaciones y ejecutan acciones tecleando palabras o frases. Sin embargo, su reto?o ven¨ªa con una novedad brillante bajo el brazo: el multijugador. Un grupo de usuarios podr¨ªa participar en un mundo envuelto de fantas¨ªa e interactuar entre s¨ª. Y una cosa as¨ª a finales de los 70 no ten¨ªa parang¨®n.

La primera versi¨®n del juego fue un mero prototipo con unas pocas ubicaciones enlazadas. Al cabo de unos meses apareci¨® una segunda versi¨®n m¨¢s sofisticada ya apodada como MUD. Aunque la m¨¢s robusta sali¨® del horno en 1980, como resultado de la visi¨®n de un nuevo socio, Richard Bartle.

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Roy rezumaba talento como programador, pero el universo que estaba elaborando se ca¨ªa a pedazos al carecer de una base de dise?o. La entrada en el campo de Richard Bartle, un apasionado de Tolkien y D&D, fue la br¨²jula que le faltaba a Roy en su viaje. Su primer trabajo fue realizar una conexi¨®n l¨®gica entre localizaciones y, seguidamente, la implementaci¨®n de desaf¨ªos en forma de puzles y enemigos.

Modelando el mundo

Roy se gradu¨® de la universidad y desapareci¨® del mapa. Autom¨¢ticamente el desarrollo pas¨® a manos de Richard, quien sigui¨® con el proyecto en modo lobo solitario. ¡°Cuando dej¨® Essex, tom¨¦ el control total. En ese punto, no hab¨ªa objetivo para los jugadores, y solo una comunicaci¨®n primitiva¡±, indicaba Richard. Este reescribi¨® buena parte del c¨®digo para hacerlo m¨¢s funcional y coherente. A?adi¨® multitud de habitaciones (lleg¨® a la increible cifra de 600, con un area inspirada en Fraggle Rock) y rompecabezas cooperativos, aplicando sobre el dise?o global un aura ¡®tolkiana¡¯. As¨ª forj¨® el apasionante mundo al que llam¨® simplemente ¡®The Land¡¯.

Est¨¢s de pie en un camino angosto entre The Land y de donde vienes. Al norte y al sur se encuentran las peque?as estribaciones de un par de majestuosas monta?as, con un gran muro que las rodea. Hacia el oeste, el camino contin¨²a, y a lo lejos se puede ver una caba?a con techo de paja frente a un antiguo cementerio. La salida es hacia el este, donde un manto de niebla cubre el camino secreto por el que entraste a The Land.

En aquel tiempo, la ¨²nica manera de entrar a MUD era a trav¨¦s de los ordenadores de la universidad, pero ESSEX puso los medios para que los usuarios pudieran conectarse desde casa a la red JANET para as¨ª disfrutar del juego. Los d¨ªas laborables en horario de madrugada, y el fin de semana durante casi todo el d¨ªa, individuos acced¨ªan con un modem a ese m¨¢gico microcosmos. Los 36 usuarios simult¨¢neos que aceptaba el juego pronto se qued¨® en un n¨²mero peque?o. MUD ten¨ªa largas colas de jugadores deseosos por conectar con el ordenador DEC-10 de ESSEX y vivir la experiencia. Asimismo, la adicci¨®n de muchos j¨®venes con MUD se tradujo en facturas telef¨®nicas de v¨¦rtigo.

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Los jugones que nacieron en la bonita ¨¦poca de la fibra ¨®ptica tal vez se pregunten...?c¨®mo diantres pod¨ªan conectarse en aquellos d¨ªas? La peli Juegos de Guerra ofrece una buena demostraci¨®n. La edad de piedra de Internet que solo unos pocos afortunados pudieron experimentar.

El t¨ªtulo era reconocido por los estudiantes de la universidad y en c¨ªrculos de forofos de los videojuegos, pero su radio de alcance estaba limitado geogr¨¢ficamente. Pero esa barrera se iba a sortear en la primavera de 1980 cuando ESSEX se uni¨® a ARPANET. A partir de ese momento, usuarios externos del otro lado del charco descubrieron con entusiasmo el considerado primer MMO de la era preinternet.

Richard implement¨® mejoras destinadas a dotar al t¨ªtulo de caracter¨ªsticas claves del rol. Los personajes ten¨ªan atributos que afectaban a la resoluci¨®n de acciones. Y los ¡®stats¡¯ aumentaban mediante los puntos de experiencia que se consegu¨ªan al derrotar monstruos o resolver acertijos. Asimismo, dependiendo del n¨²mero de puntos, se ten¨ªa acceso a t¨ªtulos honor¨ªficos.

En su reto por ampliar la aventura, Richard descubri¨® fascinado c¨®mo los jugadores actuaban siguiendo sus particulares designios. Ellos eran realmente los que constru¨ªan MUD. Muchos se ganaron unas p¨¢ginas en el libro de an¨¦cdotas del dise?ador:

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¡°El cementerio fue muy ¨²til para Gwyn el Wizard en sus d¨ªas mortales mientras se abr¨ªa camino hacia ese rango elevado. Es bastante f¨¢cil para los novatos entrar accidentalmente, y les toma un tiempo encontrar c¨®mo salir (?escribe la direcci¨®n OUT!). As¨ª que Gwyn esperaba al comienzo del laberinto, masacraba a cualquiera que entrara, luego corr¨ªa m¨¢s adentro y se dorm¨ªa. Dormir te hace recuperar los puntos de resistencia perdidos en las peleas y, por lo general, es muy peligroso en caso de que alguien se tropiece contigo. ??Pero qui¨¦n te encontrar¨ªa en un laberinto ?!¡±

R¨¢pidamente los veteranos se hicieron con el mando de ¡®The Land¡¯. Su sed de poder gener¨® el fen¨®meno PK (player killer), jugadores que no dudaban en atacar a otros para robarles puntos. Y tampoco mostraban piedad con los pobres cervatillos que pon¨ªan un pie por primera vez en el juego. Los veteranos conoc¨ªan el mapeado al dedillo y se las ingeniaban para llegar antes que el resto a las habitaciones donde reaparec¨ªan los tesoros tras el reseteo del mundo. Con estas artima?as, multitud de jugadores alcanzaron el rango m¨¢ximo de puntuaci¨®n llamado ¡®wizard¡¯, algo as¨ª como un modo dios con grandes poderes para modelar el mundo (b¨¢sicamente acced¨ªan al modo debug). Hac¨ªan y deshac¨ªan a su antojo, por lo que Richard deb¨ªa ir a la zaga con el fin de limitar su alcance. Los Wizard se convirtieron en una especie de GMs e implantaron unas normas de conducta para que, reci¨¦n llegados y expertos, convivieran en armon¨ªa. Con el paso del tiempo, los jugadores forjaron lazos de amistad y camarader¨ªa en aquellas misteriosas tierras. Y los v¨ªnculos m¨¢s profundos trajeron consigo el amor. A lo tonto, las primeras bodas se celebraron en MUD.

"Quer¨ªamos que el juego tuviera pura libertad, que permitiera a las personas ser ellas mismas", comentaba Richard. "Introdujimos clases y niveles de personajes porque quer¨ªa que las personas tuvieran alguna indicaci¨®n de sus propios m¨¦ritos personales, en funci¨®n de lo que hicieron, en vez de donde nacieron. Es por eso que no soy fan de los juegos gratuitos en que simplemente puedes comprar progreso. Eso es una total contravenci¨®n de lo que est¨¢bamos tratando de hacer con MUD. Est¨¢bamos creando una verdadera meritocracia. No porque pensara que una meritocracia era la ¨²nica forma verdadera, sino que si ¨ªbamos a tener un sistema en el que la gente subiera de nivel, la meritocracia era el enfoque menos malo¡±.

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En sus a?os de vida, el t¨ªtulo conocido en sus or¨ªgenes como Essex MUD o MUD1 se transform¨® en un g¨¦nero prol¨ªfico que allan¨® el camino a cientos de mundos virtuales. As¨ª emergieron Scepter of Goth o Island of Kesmai, dos representantes destacados dentro de una lista que fue engordando con el paso de los a?os.

Las compa?¨ªas de Servicios Online

A comienzos de los 80 vieron la luz las primeras compa?¨ªas de servicios online destinadas al usuario dom¨¦stico. Desde la comodidad de casa, cualquier individuo pod¨ªa acceder a espacios de todo tipo: noticias, correo electr¨®nico, chat, foros, anuncios e informaci¨®n de inter¨¦s. Adem¨¢s de juegos online y MUDs.

La red brit¨¢nica Compunet a?adi¨® MUD1 (la tercera versi¨®n del juego) en su cat¨¢logo en el 84. Desgraciadamente, la d¨¦bil infraestructura brit¨¢nica fren¨® las aspiraciones del t¨ªtulo. Tambi¨¦n en Reino Unido existi¨® una cuarta versi¨®n del juego exclusiva de British Telecom, esa fue MUD2, pero se enfrent¨® a muchos tropiezos hasta asentarse. Al otro lado del charco la situaci¨®n fue m¨¢s favorable. En 1987, CompuServe licenci¨® MUD1 bajo el nombre ¡®British Legends¡¯ y estableci¨® un precio de 12.50 d¨®lares la hora. Quer¨ªan venderlo a toda costa y no escatimaron en marketing, anunci¨¢ndolo alegremente como el juego que arras¨® en Reino Unido. Y parece que el eslogan cal¨®: MUD congreg¨® a una s¨®lida comunidad que se mantuvo unida hasta los ¨²ltimos d¨ªas del t¨ªtulo.

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Gracias a los fans, a¨²n hoy en d¨ªa es posible jugar a esa joya de anticuario. La web British Legends se mantiene activa desde 1999 para guiar a los curiosos por este episodio hist¨®rico. Tambi¨¦n disponible en la p¨¢gina MUD2. Y para todo aquel aficionado a la inform¨¢tica que quiera indagar en las tripas del juego, la universidad de Stanford almacena el c¨®digo fuente de MUD1.

El progreso continu¨® su curso. Y nos plantamos en los 80, donde el g¨¦nero despeg¨® hacia mundos virtuales asombrosos. Pero eso lo abordaremos en el siguiente episodio de esta emocionante historia.