Predator: Hunting Grounds, an¨¢lisis

Juegos de acci¨®n, shooters, beat em ups¡­ Durante las ¨²ltimas d¨¦cadas, Predator ha protagonizado juegos de todo tipo con mayor o menor ¨¦xito, aunque, debido a la mala acogida que tuvieron los ¨²ltimos lanzados, llev¨¢bamos la friolera de diez a?os sin verle en acci¨®n, salvo en cameos que ha realizado en sagas como Mortal Kombat. Ahora, gracias a Illfonic, regresa con una nueva propuesta que, por desgracia, se queda a medio gas al menos en su lanzamiento. Pero empecemos por el principio.

Predator: Hunting Grounds es un shooter multijugador asim¨¦trico, es decir, un juego que nos propone jugar partidas de 4 vs 1 en la piel, o bien de una escuadra militar, o bien del depredador. Como cabe esperar, jugar en un bando u otro cambia por completo tanto los objetivos a cumplir como la jugabilidad durante la acci¨®n.

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Si elegimos la escuadra militar, pasamos a formar parte de un grupo de hasta cuatro soldados. Como en cualquier otro shooter, disponemos de una serie de armas y habilidades entre las que podemos elegir para equiparnos lo que mejor se ajuste a la clase que hayamos seleccionado: asalto, reconocimiento, explorador o apoyo. Cabe destacar que algunas de las armas est¨¢n inspiradas en el arsenal que podemos ver en las pel¨ªculas de Predator como la Minigun. M¨¢s originales son los accesorios que podemos utilizar para personalizar la apariencia de nuestro personaje: desde gorras y gafas hasta trajes un tanto llamativos. Es necesario explicar aqu¨ª que tanto estos accesorios como los que est¨¢n disponibles para la personalizaci¨®n del depredador pueden conseguirse gratis jugando. Con cada partida, se acumula una cantidad determinada de la moneda del juego, por lo que no es necesario pasar por caja para obtenerlos.

Una vez en el campo de batalla, elegido aleatoriamente entre los tres mapas que existen, tenemos que realizar una misi¨®n, compuesta por diferentes objetivos, y escapar. En este punto, cabe destacar que, sobre el papel, la variedad de misiones y objetivos es extensa, aunque, durante el juego, pueden llegar a repetirse bastante, puesto que se trata mayormente de matar a un personaje en concreto, conseguir ciertos objetos como fajos de billetes o datos, y destruir dispositivos como ordenadores o antenas parab¨®licas. Al final, que una partida sea m¨¢s o menos interesante y divertida depende en gran medida del jugador que se mete en la piel de Predator.

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Al igual que los soldados, el depredador dispone de un arsenal, clases y habilidades determinados, solo que, en el caso del armamento, al igual que en las pel¨ªculas, est¨¢ compuesto por tecnolog¨ªa alien¨ªgena m¨¢s bien futurista. As¨ª, disponemos desde el famoso ca?¨®n laser al hombro hasta discos inteligentes, entre otro tipo de armas. Por su parte, la personalizaci¨®n del Predator es similar a la de la escuadra militar, puesto que tambi¨¦n se puede elegir su g¨¦nero, entre masculino y femenino, as¨ª como la apariencia, cambiando, por ejemplo, el color de la piel, del pelo y de la armadura.

En el campo de batalla, el ¨²nico objetivo que tenemos si controlamos al letal depredador es dar caza a los otros jugadores y acabar con ellos. Para tal misi¨®n, disponemos de una serie de caracter¨ªsticas extra: por un lado, la posibilidad de subirnos a los ¨¢rboles y volvernos pr¨¢cticamente invisibles para poder avanzar m¨¢s r¨¢pido pasando desapercibidos, y, por otro lado, un filtro especial que nos permite apreciar la temperatura corporal, tal y como se ve en las pel¨ªculas. Si lo anterior no fuese suficiente, tambi¨¦n podemos hacer uso de una opci¨®n que a¨ªsla el objetivo para localizarlo al momento, pues aparece rodeado por una especie de c¨ªrculo rojo.

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Como dec¨ªamos antes, que una partida sea m¨¢s o menos interesante depende en gran medida de la actuaci¨®n del jugador que encarne a Predator, pues todo puede terminar cuando entra en acci¨®n. Es decir, sean los jugadores que sean los que mueran en ese momento, soldados o alien¨ªgena, la partida finaliza ah¨ª mismo. El mayor problema de esto es si el depredador aparece pronto, pues todo puede acabar al poco de empezar la partida, lo que nos puede llegar a desesperar si tenemos en cuenta que hay que esperar entre dos y cuatro minutos para jugar una. No obstante, tenemos que destacar el trabajo que ha realizado Illfonic en lo que al balance de la vida del depredador y la capacidad de hacerle da?o se refiere.

En nuestras impresiones de Predator: Hunting Grounds, destacamos que resultaba pr¨¢cticamente imposible acabar con el depredador salvo que actuase torpemente o la escuadra se coordinase para acabar con ¨¦l. Ahora, es mucho m¨¢s f¨¢cil, aunque, nuevamente, si hay falta de coordinaci¨®n o consigue acabar uno a uno con los soldados porque est¨¢n muy distanciados unos de otros, es f¨¢cil que el jugador que controle a Predator se alce con la victoria, puesto que en un enfrentamiento 1 vs 1 sigue ganando f¨¢cilmente, como es de esperar al tratarse de un alien¨ªgena cazador y con caracter¨ªsticas superiores.

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Un aspecto que no se ha retocado y que incluso es m¨¢s visible ahora que en la beta abierta es la IA. Tanto su vida como su inteligencia son rid¨ªculas. Pr¨¢cticamente, podemos enfrentarnos solos a una gran cantidad de personajes controlados por la IA y salir airosos de la situaci¨®n, pues, adem¨¢s de contar con poca vida, no son nada inteligentes. Nos hemos encontrado personajes que estando nosotros situados delante de ellos no reaccionaban o que sub¨ªan y bajaban escaleras sin m¨¢s, haciendo que cumplir la misi¨®n fuese, a falta de que apareciese el jugador depredador, f¨¢cil.

Volviendo a las similitudes de Predator: Hunting Grounds con las pel¨ªculas que componen la saga de ciencia ficci¨®n en las que se inspira, la ambientaci¨®n es digna de menci¨®n tambi¨¦n, pues, aunque la calidad de los gr¨¢ficos deja algo que desear, al menos en consolas, los dise?os de las diferentes localizaciones est¨¢n muy logrados y nos trasladan f¨¢cilmente a las cintas. Algo que remata la banda sonora, que incluye la famosa canci¨®n de esta serie de pel¨ªculas y que desde el primer minuto se mete en nuestra cabeza para no parar de tararearla.