Vampyr, decisiones de dise?o que empa?an la experiencia final

Life is Strange, un t¨ªtulo que lleg¨® a las tiendas sin hacer mucho ruido, pero que con el paso de los meses se convirti¨® en todo un fen¨®meno. El runr¨²n de los jugadores recorri¨® las redes sociales como un rel¨¢mpago, mientras el boca a boca propagaba las bondades de la obra de Dontnod Entertainment. El estudio franc¨¦s, cuyo videojuego anterior, Remember Me, tambi¨¦n goz¨® de cierto renombre, engros¨® en las filas de la primera divisi¨®n, aun en su condici¨®n de peque?a empresa.

A pesar de que Dontnod est¨¢ ultimando Life is Strange 2, no se puede decir que no hayan intentado avanzar en otras direcciones. Si bien Twin Mirror, un thriller que abraza de nuevo el g¨¦nero de la aventura narrativa, parece m¨¢s cercano a la saga protagonizada por Max Caufield y Chloe Price en lo que a mec¨¢nicas se refiere, con Vampyr se atrevieron a desarrollar un RPG. Tiene sentido habida cuenta de que los franceses se han labrado el respeto del sector gracias al modo en que contaban historias. Ahora bien, aunque el relato sea una parte fundamental en los juegos de rol, el sistema de combate, las mec¨¢nicas jugables y la interacci¨®n con los personajes y escenarios deben funcionar como un reloj suizo.

Lo bueno y lo malo de Vampyr

Los vampiros son seres chupasangre que viven en las sombras y al abrazo de la noche. De las comisuras de sus labios emergen los colmillos, ¨¢vidos de savia escarlata. La sed, la maldita sed, consume la voluntad y quiebra la racionalidad. Sin control, el vampiro se vuelve una criatura imprevisible, cruel y ajeno a todo atisbo de moralidad y de clemencia. Al beber, las fuerzas reavivan el coraz¨®n muerto; el poder se eleva desde las puntas de los dedos hasta la cabeza, como si fuera un cosquilleo placentero. En el m¨¢ximo apogeo de sus facultades, el ser de la oscuridad se imbuye de habilidades sobrenaturales que le permiten moverse con mayor velocidad y atacar con m¨¢s rudeza que nunca.

Dontnot Entertainment ha sabido trasladar la mitolog¨ªa vamp¨ªrica a su juego y adaptarla al contexto narrativo de la obra. Se dice que estas criaturas sucumben ante cruces cristianas, agua bendita y ristras de ajos, pero los personajes de Vampyr se r¨ªen a menudo de esa concepci¨®n tan t¨®pica. No, los ajos no son una fuente de salvaci¨®n en el Londres decadente que reproduce el videojuego. En cierto modo, el argumento entrelaza la ciencia con el aspecto sobrenatural de los vampiros, pero todo se articula en torno a la explicaci¨®n racional.

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Entre los temas que se tratan durante la aventura, el enfrentamiento entre la raz¨®n y la pasi¨®n impregna la historia. Los guionistas de Vampyr acertaron al otorgar el papel de vampiro protagonista a un hombre de ciencia, nada m¨¢s y nada menos que un m¨¦dico. La paradoja de que un vampiro trabaje en un hospital con pacientes, siempre en contacto con la sangre, es una de las curiosidades que encierra el t¨ªtulo. Es, en efecto, un punto de partida excelente para hurgar en el conflicto interno que vive el personaje. Como doctor, se debe a sus pacientes, que al mismo tiempo, pueden ser su propio banquete. Jonathan Raid, el protagonista, digiere esa situaci¨®n como puede, puesto que los asesinatos no est¨¢n en su naturaleza como humano. Ya no lo es.

Dontnod ha dejado que sea el jugador el que elija el destino del personaje. Si sucumbe o no a las bajas pasiones depende de las decisiones que se tomen. El juego se puede terminar sin matar a un solo civil, pero la dificultad aumenta en el caso de que elijamos ese camino. Sin beber sangre humana, Jonathan debe contentarse con otro tipo de platos menos suculentos: ratas, por ejemplo. Eso ralentiza la progresi¨®n de manera notable, pero al mismo tiempo refleja el hecho de que existen caminos m¨¢s dif¨ªciles de transitar, algo que se traslada al sistema de juego. Tal vez dejarse llevar por su condici¨®n sea m¨¢s sencillo que resistirse.

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La relaci¨®n de Jonathan Reid con los personajes de Londres es uno de los puntos fuertes de Vampyr, pero que tambi¨¦n dejan entrever sus costuras. Cada ciudadano tiene una personalidad y una historia determinada. Adem¨¢s, est¨¢n conectados a otros personajes del mundo a trav¨¦s de un sistema de c¨ªrculos sociales que el jugador puede desentra?ar a medida que investiga y charla con la gente.

Existe un concepto, a menudo objeto de burla y tildado de gafapastista: disonancia ludonarrativa. Este t¨¦rmino hace referencia a las incoherencias que se producen entre lo que est¨¢ contando el juego y lo que se representa despu¨¦s. En ese sentido, los personajes de Vampyr no siempre reaccionan como deber¨ªan. Por ejemplo, hay un paciente con tendencias suicidas en el hospital. A pesar de los esfuerzos de su madre para que no se sepa, Jonathan termina descubri¨¦ndolo. As¨ª las cosas, llega un momento en que la madre amenaza al doctor con asesinarle si a su hijo le pasa algo. La sorpresa viene despu¨¦s, cuando decides acabar con la desdicha del chico y la madre contin¨²a como si nada.

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Otro de los problemas que empa?an la experiencia de juego es el modo en que el protagonista se desplaza a trav¨¦s de Londres. Si bien el combate resulta divertido, la cantidad de enemigos y el tiempo que uno pasa combatiendo es excesivo. Querer ir de A a B en un mapa de estructura algo laber¨ªntica y con continuas refriegas de por medio termina haci¨¦ndose tedioso. Las actualizaciones posteriores han a?adido nuevos modos de dificultad, uno de los cuales reduce la cantidad de combates. Sin embargo, a Vampyr le falta un sistema de viaje r¨¢pido. Est¨¢ bien que el jugador tenga la libertad de desplazarse sin usar atajos, pero el tiempo de las personas es limitado y recorrer esas calles no es muy satisfactorio.

Con todo, Dontnod Entertainment ha construido un juego de vampiros de mucha calidad. Le falta un puntito para rozar la excelencia, pero como primera incursi¨®n en el g¨¦nero el resultado es loable. Con unos peque?os ajustes, es posible que el conjunto mejorara un poquito m¨¢s. Aun as¨ª, es un producto dise?ado con mucho mimo y con el sello caracter¨ªstico del estudio en su propuesta narrativa.