Harlan Ellison: El horror de no tener boca y querer gritar

Harlan Ellison ha sido uno de los mayores autores de ciencia ficci¨®n, terror y fantas¨ªa de nuestros tiempos. En su prol¨ªfica carrera se hallan m¨¢s de 1.700 obras que cubren casi todas las ¨¢reas art¨ªsticas, y que han dejado huella en series como Star Trek o Dimensi¨®n desconocida, de las que guioniz¨® cap¨ªtulos. Este artista de car¨¢cter conflictivo e imaginaci¨®n prodigiosa nos abandon¨® recientemente, pero su vivo legado podr¨ªa llenar vol¨²menes de ensayos. No obstante, hoy nos centraremos en uno de sus relatos m¨¢s c¨¦lebres que inspir¨® una hom¨®nima aventura gr¨¢fica de culto que versa sobre la desesperaci¨®n, la crueldad y la oscuridad en el alma humana: I Have No Mouth And I Must Scream, presentado en el E3 de 1995?y que inspir¨® la misi¨®n de Tranquility Lane en Fallout 3, entrega de una saga repleta de homenajes a la cultura de la ciencia ficci¨®n.

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Harlan Jay Ellison naci¨® en Cleveland el 27 de mayo de 1934, hijo de un dentista convertido en joyero y de una ama de casa. Su infancia fue destrozada por el acoso escolar sufrido a causa de su origen jud¨ªo, su corta estatura y su aspecto fr¨¢gil. Su hogar tampoco fue un rinc¨®n feliz; era un muchacho rebelde e indomable que tuvo que con 15 a?os tuvo que superar el fallecimiento de su padre. Un contexto as¨ª perfil¨® a¨²n m¨¢s una personalidad dif¨ªcil y una visi¨®n mis¨¢ntropa que perme¨® en sus obras. Prueba de ello es?No tengo boca y quiero gritar (1967), uno de sus relatos m¨¢s c¨¦lebres, que se hallan entre los 10 m¨¢s reeimpresos de la literatura inglesa, y galardonado con un Premio Hugo.

No tengo boca y quiero gritar nos sit¨²a en un futuro post-apocal¨ªptico situado 109 a?os despu¨¦s de la Guerra Fr¨ªa, donde la carrera tecnol¨®gica entre Estados Unidos, Rusia y China ha culminado en la creaci¨®n de AM, inteligencias artificiales m¨¢s eficientes que la mente humana y dise?adas para exterminar a sus enemigos. Una de ellas cobra conciencia de s¨ª misma ¡ªI think, therebefore I AM (Pienso, luego existo)¡ª, asimila a sus rivales y finaliza la guerra aniquilando a toda la poblaci¨®n, salvo a cuatro hombres y una mujer. El destino de los supervivientes no resulta m¨¢s halag¨¹e?o, puesto que AM crea para ellos un infierno artificial, en el que los mantiene inmortales bajo una tortura continua, construida por una esperanza puesta en el horizonte para ser arrebatada momentos antes de alcanzarla. Por ejemplo, AM les ofrece comida repugnante como gusanos u orina hervida para saciar la hambruna extrema a la que les tiene sometidos. En otra ocasi¨®n, AM les propone la misi¨®n de ir a por unas latas de comida. Tras varios peligros, el grupo encuentra su premio para despu¨¦s darse cuenta de que no tiene abrelatas para disfrutarlo.

Harlan Ellison, en su relato, nos muestra la crueldad exquisita de AM, al mismo tiempo que nos deja ver que es una maldad aprendida. AM, que m¨¢s adelante inspir¨® la figura de Skynet en la saga Terminator, fue creada con el prop¨®sito de vencer un carrera genocida y cumpli¨® su misi¨®n sin entender de bandos. El motivo de su configuraci¨®n acaba determinando el prop¨®sito de AM, cuyo odio infinito es el combustible de una tortura tan eterna como creativa. En su c¨¦lebre mon¨®logo, que abre la secuencia inicial del videojuego del que hablaremos a continuaci¨®n, describe la magnitud de su odio, con unas may¨²sculas que dibujan una voz perforante:

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"ODIO. DEJADME DECIROS TODO LO QUE HE LLEGADO A ODIAROS. DESDE QUE COMENC? A VIVIR MI COMPLEJO SE HALLA OCUPADO POR 387.400 MILLONES DE CIRCUITOS IMPRESOS EN FIN?SIMAS CAPAS. SI LA PALABRA ODIO SE HALLARA GRABADA EN CADA NANOANGSTROM DE ESOS CIENTOS DE MILLONES DE MILLAS NO IGUALAR?A A LA BILLON?SIMA PARTE DEL ODIO QUE SIENTO POR LOS SERES HUMANOS EN ESTE MICROINSTANTE. POR TI. ODIO. ODIO."

Y, no obstante, en No tengo boca y quiero gritar no existe un dualismo entre la bondad del ser humano y la maldad de la m¨¢quina. Ted, el narrador protagonista, muestra sus ideas mis¨®ginas y hom¨®fobas cuando observa a sus compa?eros, quienes tampoco son ejemplos de rectitud moral. Sin embargo, pese a despreciarles, se acaba sacrificando por ellos. Y es que No tengo boca y quiero gritar trata de los l¨ªmites ¨¦ticos que el ser humano es capaz de quebrantar en una situaci¨®n extrema, as¨ª como de su capacidad de redenci¨®n.

A?os despu¨¦s, Harlan Ellison convirti¨® su terror¨ªfico y exitoso relato en una aventura gr¨¢fica que pon¨ªa en las manos de los jugadores la salvaci¨®n de los cinco supervivientes condenados por AM.

De relato ic¨®nico a videojuego de culto

I have no mouth and I must scream (1995) es la adaptaci¨®n al?point & click del insigne relato de Harlan Ellison, quien colabor¨® en el gui¨®n y puso voz a la propia AM, con una interpretaci¨®n que honra la compleja personalidad de la m¨¢quina: su crueldad, su ira, su placer obtenido a trav¨¦s de la tortura. Harlan hab¨ªa actuado como AM en diversas lecturas de su relato, as¨ª que volvi¨® a adoptar ese papel de nuevo. Al contrario que otras inteligencias artificiales, fr¨ªas en su expresi¨®n, AM exalta todas sus emociones en cada una de sus frases.

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Cyberdreams, editora de juegos especializada en aventuras gr¨¢ficas del momento, se puso en contacto con Harlan Ellison y le prometi¨® unas ganancias colosales. ¡°Siempre te prometen lo mismo¡±, cita el autor con cinismo en la citada entrevista con Nightdive. Ellison era muy proteccionista a la hora de trasladar su relato a otro medio art¨ªstico, pero estaba abierto a darle una oportunidad. Ellison, totalmente profano en materia tecnol¨®gica, puso una condici¨®n a Cyberdreams para estar presente durante todo el proceso creativo: ¡°Si ten¨¦is a alguien bien equipado a nivel t¨¦cnico y capaz de fabricar el juego con todos sus entresijos mec¨¢nicos, yo me sentar¨¦ a su lado con mi m¨¢quina de escribir¡±.

The Dreamer¡¯s Guild fue el estudio encargado de desarrollar I Have No Mouth And I Must Scream. David Mullich, director de Cyberdreams y ac¨¦rrimo admirador de la ciencia ficci¨®n y del propio Ellison, trabaj¨® codo a codo con ¨¦l y con David Sears para elaborar el gui¨®n. Mullich, en su propia p¨¢gina web,?habla de la convivencia profesional con Ellison, quien mostr¨® su rostro m¨¢s amargo al despreciar el borrador de gui¨®n y, m¨¢s adelante, sac¨® su lado m¨¢s humilde: ¡°Cuando [Ellison] me mostraba un fragmento de gui¨®n que no estaba a la altura, yo le dec¨ªa que era capaz de hacerlo mejor, a lo que asent¨ªa y volv¨ªa a ponerse manos a la obra¡±. El proceso creativo fue tal y como Ellison hab¨ªa pedido en sus requisitos previos a aceptar el contrato: con su m¨¢quina de escribir al lado de alguien que controlaba los aspectos m¨¢s t¨¦cnicos. David Sears, que tambi¨¦n adoraba la obra de Harlan Ellison y empezaba su carrera en el dise?o de videojuegos, recuerda: ¡°La premisa sobre la que trabajamos fue la pregunta que le hice a Ellison: ?Por qu¨¦ AM ha escogido a estas personas y no a otras?¡±, cuenta Sears a GameInformer?durante una entrevista?en enero de 2016 sobre el desarrollo de esta terror¨ªfica aventura gr¨¢fica. ¡°Al principio, se sinti¨® abrumado por una pregunta que nunca le hab¨ªan hecho, pero despu¨¦s se lanz¨® a confeccionar un trasfondo para sus personajes en su m¨¢quina de escribir¡±. Ellison recuerda a Nightdive c¨®mo cada escenario respond¨ªa a las preguntas con las que se da forma a un relato. ¡°Si est¨¢bamos en una cueva, [Sears] me preguntaba: ?Qu¨¦ sucede aqu¨ª? Y yo le respond¨ªa: ?Qu¨¦ necesitas en este momento del juego? ?Acci¨®n, aventura, revelaci¨®n de un secreto? ?C¨®mo enredo y desenredo la historia?¡±.

La complejidad de la tortura

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I Have No Mouth and I Must Scream contiene una biograf¨ªa m¨¢s compleja de cada uno de sus protagonistas, cuyos trasfondos apenas se detallan en el relato original. Cada uno de los humanos presenta sus propios traumas y defectos, que AM conoce y explota en sus torturas. El propio Ellison coment¨® a Nightdive que se sent¨ªa orgulloso de haber otorgado m¨¢s profundidad a sus personajes en el videojuego, puesto que siempre hab¨ªa considerado muy superficial el tipo de narrativa videol¨²dica.

En I Have No Mouth And I Must Scream, AM fabrica para cada uno de sus rehenes una aventura personalizada y surrealista, con el fin de atormentarlos para su propio regocijo. El rol del jugador representa una oportunidad esperanzadora, ya que completaremos cada una de las aventuras y sus respectivos puzles para conseguir que los personajes superen sus propias debilidades y as¨ª, seg¨²n las decisiones tomadas, derrotar a AM.?

Los personajes de I Have No Mouth And I Must Scream no nos resultar¨¢n agradables por su vida pasada y con algunos empatizaremos m¨¢s que con otros. La pregunta de por qu¨¦ AM ha escogido a esas v¨ªctimas y no otras no se resolver¨¢ claramente, si bien podemos comprender que los motivos de la mal¨¦fica m¨¢quina no se basan en la justicia o la venganza, sino en su propia diversi¨®n; nuestros protagonistas son gente destruida por su propio pasado, lo cual constituyen el juguete perfecto para AM. Adem¨¢s, la m¨¢quina, para complementar su perversi¨®n, ha retorcido sus personalidades. Gorrister, con ideas suicidas, se ve atormentado por haber ingresado a su esposa en un psiqui¨¢trico. En su vida pasada hab¨ªa sido alguien racional y entusiasta, si bien la vida dentro de AM le ha arrebatado sus emociones. AM le promete un premio especial si supera el juego: poder suicidarse. Durante el camino, encontrar¨¢ m¨¦todos muy f¨¢ciles para llevar a cabo su cometido, pero Gorrister sabe que AM es un ser traicionero.

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Benny, cuya belleza AM ha deformado hasta proporcionarle un aspecto simiesco como castigo por haber devorado a sus propios subordinados en el ej¨¦rcito ¡ªen el relato original, era condenado por su homosexualidad¡ª, vivir¨¢ en una comunidad prehist¨®rica en la que peri¨®dicamente sacrifican miembros a AM, con un hambre perpetua que no podr¨¢ saciar a causa de su mand¨ªbula atrofiada. Harlan Ellison explica a Nightdive que este cambio de biograf¨ªa se ajustaba m¨¢s a la intenci¨®n de tratar en el juego temas m¨¢s oscuros de lo que se estilaba en el medio.

Por ¨²ltimo, tenemos a Ted, narrador protagonista del relato, estafador profesional y a quien vemos enamorado de Ellen. En el cuento original, hace continuos comentarios mis¨®ginos hacia su compa?era por acostarse con todo el grupo, pero en el juego exploramos los celos como origen de ese desprecio. Ted, por su lado, sufre paranoia, que AM explota llev¨¢ndole a un castillo medieval poblado de brujas que le har¨¢n peticiones sospechosas.

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El mismo sistema de juego resulta frustrante para el jugador, el cual siente en sus dedos la crueldad de AM. Cuando fallamos en nuestra misi¨®n, volvemos al punto inicial de la historia en la que nos encontr¨¢bamos, con lo que AM nos obliga a revivir la tortura tanto a nosotros como al personaje que est¨¢bamos controlando en ese momento. El estado an¨ªmico de nuestros protagonistas nos proporcionar¨¢ pistas de c¨®mo sigue el curso de su cometido: si en su retrato se muestran relajados es se?al de que vamos por el buen camino; si se muestran angustiados es que nos acercamos a un error fatal o, sencillamente, los hemos conducido a un enfrentamiento directo con sus temores.

I Have No Mouth And I Must Scream contiene diversos finales, entre los cuales s¨®lo hay uno satisfactorio. La conclusi¨®n feliz no existe en ninguno de ellos, y es as¨ª como Harlan Ellison quiso transmitir a los jugadores que era imposible vencer a AM sin salir indemne, idea que ya reflej¨® en su relato: ¡°Quise hacer un juego que nunca se pueda ganar.¡±, comenta Ellison a Nightdive. En ¨¦l, muestro que hay una chispa de bondad que brilla en nosotros en el momento m¨¢s extremo, pero quise mantener la frustraci¨®n hasta el final. As¨ª es como AM ha sido designado uno de los mayores villanos de todos los tiempos¡±. La maldad de AM se extiende incluso despu¨¦s de ser derrotada, y as¨ª lo veremos incluso en el ¨²nico final agridulce entre otros tantos desenlaces amargos que sirven como homenaje al final del relato original.

La singular aventura gr¨¢fica cosech¨®, por lo general, cr¨ªticas muy favorables, pero las ventas no acompa?aron. Los medios elogiaron la forma de plantear dilemas ¨¦ticos inc¨®modos, as¨ª como su estilo gr¨¢fico, su banda sonora compuesta por John Ottman y su ambientaci¨®n pesadillesca. No obstante, medios como GameSpot o Next Generation condenaron su exasperante jugabilidad. Con el tiempo, se ha convertido en un t¨ªtulo de culto apreciado por los amantes del terror y la ciencia ficci¨®n.

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I Have No Mouth And I Must Scream recibi¨® el Premio Al Mejor Juego Adaptado de Un Medio Linear en la Game Developers Conference . David Mullich recuerda con cari?o el momento en el que le dio la noticia a Harlan Ellison: ¡°Le llam¨¦ y le dije: ?HAS GANADO!, a lo que ¨¦l respondi¨®: Dir¨¢s que HEMOS ganado¡±. Y es que Ellison, pese a su agrio car¨¢cter y sus sombras, ten¨ªa momentos de luz y redenci¨®n, como los personajes que escribi¨® para su relato y su videojuego.

Digital Hollywood nombr¨® a esta aventura gr¨¢fica El Mejor Juego Oscuro, y Computing Gaming World la nombr¨® La Aventura del A?o, adem¨¢s de clasificarlo como uno de los mejores t¨ªtulos de todos los tiempos.

Ecos de Ellison en Tranquility Lane

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No tengo boca y quiero gritar?ha inspirado obras como Terminator y Odisea 2001. En los videojuegos, Ellison?tambi¨¦n dej¨® huella. Es el caso de Fallout 3, en el que experimentaremos una misi¨®n en la que estaremos atrapados en una realidad virtual en la que seremos torturados f¨ªsica y mentalmente, sin concedernos la clemencia de morir: Tranquility Lane.

La saga Fallout est¨¢ repleta de gui?os a la cultura popular, lo cual se ha convertido en uno de sus m¨²ltiples encantos. Quienes conozcan a Harlan Ellison y I Have No Mouth And I Must Scream revivir¨¢n de nuevo la crueldad ilimitada de un ser que prolonga la vida de los humanos para torturarlos por toda la eternidad, ahondando en su lado m¨¢s siniestro y burl¨¢ndose de sus esperanzas.

En Fallout 3, el rastro de nuestro padre desaparecido nos llevar¨¢n hasta el Refugio 112. Si nos hemos familiarizado con el universo de Fallout, sabremos que cada refugio alberga un experimento sociol¨®gico de ¨¦tica cuestionable. El Refugio 112 tal vez sea de los m¨¢s memorables por el cambio radical de interfaz que supone Tranquility Lane. En el b¨²nker hallaremos unas c¨¢psulas supuestamente destinadas a crear una experiencia virtual relajante para sus hu¨¦spedes, lo cual, a priori, no parece mal plan para aguardar el fin de la guerra ¡ª¨¦sa que nunca cambia¡ª. No obstante, una pista nos alertar¨¢ de que algo no funciona: las constantes vitales de los habitantes del refugio muestran ¨ªndices altos de estr¨¦s, al borde del infarto. Y, pese a todo, nos tumbamos en una c¨¢psula vac¨ªa y nos adentramos en Tranquility Lane.

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El mundo que nos ha engullido es la postal de una feliz urbanizaci¨®n americana de los a?os 50, te?ida del blanco y negro de una pel¨ªcula antigua, con una m¨²sica alegre que suena constantemente, y todo est¨¢ a una altura mayor de lo habitual. Al mirarnos las manos, descubrimos que nuestro cuerpo ha mutado al de un infante, y que nuestro Pip-Boy ha sido sustituido por un reloj de pulsera con el insigne hombrecillo rubio. Por supuesto, no tenemos inventario. El resto de habitantes parecen felices, menos la anciana se?ora Dithers, que sospecha que algo es irreal. Nosotros no tardaremos en darnos cuenta cuando tratemos con Betty, una ni?a rubia a la que todos obedecen y que, a cambio de responder a nuestras preguntas, nos propondr¨¢ tareas de crueldad ascendiente: hacer que un ni?o vecino llore, romper un matrimonio, matar a una vecina de forma rocambolesca y acabar con todos los habitantes de Tranquility Lane disfrazados del Destripador Canijo, un popular asesino en serie. La oposici¨®n directa contra la muchacha ser¨¢ in¨²til, ya que si la atacamos, ¨¦sta nos matar¨¢ con una descarga el¨¦ctrica.

Poco a poco, descubriremos que Betty es el siniestro avatar de Stanislaus Braun, cuya voz oiremos a trav¨¦s de la boca de la ni?a en los instantes que pierde el control de la situaci¨®n. Braun hab¨ªa dise?ado el programa de simulaci¨®n para crear un rinc¨®n de paz para el resto de habitantes del refugio. Con el tiempo, empez¨® a dar rienda suelta a su maldad y a utilizar la realidad virtual para fabricar un infierno perpetuo en el que pone a prueba los l¨ªmites de la crueldad humana, obliga a sus hu¨¦spedes a vivir una pesadilla sinf¨ªn en la que mueren de forma dolorosa para luego llevarles a otra macabra aventura. Al igual que AM, Braun?instrumentaliza a los humanos para obtener placer y entretenimiento a trav¨¦s de la tortura. El Trotamundos Solitario podr¨¢ participar con entusiasmo en sus jugarretas macarras o bien rechazarlas y buscar una forma de desconectar el sistema y salvar al resto de habitantes con una piadosa eutanasia.

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Emil Pagliarulo, jefe de dise?o de Fallout 3, declar¨® a 1UP que Betty estaba inspirada en el cap¨ªtulo ¡°Es una buena vida¡± de la serie Dimensi¨®n desconocida, donde un ni?o que adquiere poderes divinos tiraniza a su vecindario. Asimismo, la similitud entre el reinado de terror de AM y el de?Stanislau Braun es m¨¢s que obvia.

Mis¨¢ntropo, tecn¨®fobo y esperanzado

Harlan Ellison es ya toda una leyenda de la ciencia ficci¨®n, y seguir¨¢ viviendo a trav¨¦s de su obra, multidisciplinar, numerosa e inolvidable. Y, aunque este mis¨¢ntropo de talento ¨²nico fuera un tecn¨®fobo que despreciaba a los videojuegos, consigui¨® crear un t¨ªtulo que consigue revolver los sentimientos de aquel quien lo juega, puesto que I Have No Mouth And I Must Scream es un espejo de todas las miserias humanas, entre las cuales brilla una llama de esperanza. Y, pese a sus prejuicios, Harlan Ellison no cerr¨® las puertas a volver a guionizar un videojuego, si bien estaba dispuesto a repetir la experiencia por motivos comerciales, como confes¨® a Nightdive: ¡°Si me dan pasta suficiente, aceptar¨ªa, pero no ser¨ªa un videojuego cualquiera que siga la moda. Estoy satisfecho de haber hecho de No tengo boca y quiero gritar un buen juego. El siguiente deber¨ªa superar sus l¨ªmites¡±. Por desgracia, nunca se reconcili¨® con los videojuegos, aunque, casi sin pretenderlo, demostrara que no son en absoluta una p¨¦rdida de tiempo con narrativas superficiales.

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