Irregularidades en el nuevo juicio dan esperanzas a Pablo Ibar de evitar la pena de muerte
M¨¢s de 24 a?os despu¨¦s de ser acusado de un triple homicidio en Florida, la defensa del sobrino del legendario y ya fallecido boxeador Urtain encuentra fisuras en el proceso reabierto y en las pruebas de la acusaci¨®n.
Pablo Ibar, pelotari frustrado y sobrino del legendario y ya fallecido boxeador Urtain, tiene esperanzas, por primera vez en muchos a?os, de evitar la pena de muerte. El pasado mes de noviembre se inicio el cuarto juicio contra el estadounidense de origen espa?ol nacido en Fort Lauderdale hace 46 a?os. En las primeras semanas de la vista oral se han sucedido irregularidades y las pruebas presentadas por la fiscal¨ªa son las mismas que fueron consideradas por el Tribunal Supremo de Florida como "escasas y d¨¦biles" para condenar "injustamente" a Ibar. La Asociaci¨®n Contra la Pena de Muerte Pablo Ibar relata con todo lujo de detalles las sesiones celebradas hasta ahora, que est¨¢n resultando muy favorables para un hombre que ha estado en el corredor de la muerte 16 a?os.
Hace m¨¢s de 24, Pablo fue acusado, junto con Seth Pe?alver, del triple homicidio en Miramar (Florida, Estados Unidos), de Casimir Sucharski, propietario de un local nocturno, y dos de sus bailarinas, Sharon Anderson y Marie Rodgers. Tras ser declarado nulo el primer proceso en 1997, en 1999 se celebr¨® el segundo, que fue aplazado por la detenci¨®n del abogado de oficio de Ibar por un delito de violencia dom¨¦stica. En el tercer juicio, en 2000, fue condenado finalmente a muerte. Tras a?os de apelaciones, ya con abogados de prestigio como Peter Raben y Benjamin Waxman gracias a las gestiones de la Asociaci¨®n, el sobrino de Urtain logr¨® que se se anulara su sentencia y se repitiera la causa por defensa letrada ineficaz. Fue en 2016, pero hasta hace un mes no comenz¨®. Pe?alver hab¨ªa conseguido en 2012 que le concedieran un nuevo juicio en el que fue declarado inocente por un jurado de 12 personas en el tribunal de Broward County, donde hab¨ªan sido condenados a la pena capital tanto ¨¦l como Ibar. Varias irregularidades y la falta de pruebas suficientes y concluyentes para demostrar su culpabilidad salvaron a Pe?alver. A eso mismo se agarra ahora su supuesto c¨®mplice.
Dennis Bailey, amigo de Chuck Morton, fiscal original de la acusaci¨®n que abandon¨® su jubilaci¨®n para participar otra vez en ella, es el juez del nuevo pleito en el que 18 personas (11 mujeres y 7 hombres) de or¨ªgenes afroamericano, hispano y cauc¨¢sico con edades comprendidas entre los 20 y los 60 a?os forman parte del jurado que decidir¨¢ el destino del condenado. Los argumentos de la fiscal¨ªa, presentados inicialmente por un adjunto, William Sinclair, siguen siendo b¨¢sicamente los mismos: un v¨ªdeo de escasa resoluci¨®n con destellos de luz de la c¨¢mara de videovigilancia del domicilio donde se cometieron los asesinatos y el vago testimonio del ¨²nico testigo ocular, Gary Foy, con el a?adido de un an¨¢lisis de ADN con una traza que tiene una coincidencia parcial con el de Ibar, sacada de una camiseta en la que hay huellas de otras cinco personas, las v¨ªctimas y dos individuos no identificados. En a?os anteriores, los an¨¢lisis no hab¨ªan encontrado coincidencia alguna con Ibar. Kevin Kulik, uno de los actuales abogados de Pablo, desmont¨® con facilidad el alegato de Sinclair.
Declararon primero varios de los participantes en la investigaci¨®n del caso, sin aportar testimonios relevantes ni que relacionaran claramente a Ibar con el crimen, y en la primera semana comenzaron los incidentes. En la segunda jornada se person¨® en la sala Pe?alver, que lo ten¨ªa prohibido al haber sido designado como testigo por ambas partes. Despu¨¦s fue expulsado un miembro del jurado, uno de los hombres, por quedarse dormido. Dos d¨ªas despu¨¦s, una de las mujeres se dio de baja por enfermedad y la fiscal¨ªa present¨® una versi¨®n mejorada del famoso v¨ªdeo sin explicar el m¨¦todo usado para clarificar las im¨¢genes. Adem¨¢s, el investigador del escenario del crimen aseguro que hab¨ªa recogido m¨¢s de 100 huellas dactilares sin que ninguna se correspondiera con las de Ibar. Por si esto fuera poco, el fiscal Morton y el expolic¨ªa Sailing manipularon pruebas del lugar sin guantes delante del jurado. Una delegaci¨®n espa?ola de la mayor¨ªa de los partidos representados en el Senado asisti¨® a las primeras vistas y comprob¨® de primera mano las incongruencias de la acusaci¨®n junto a los familiares de Ibar. Para colmo, Francisco Molinero Hoyos, vicepresidente primero de la comisi¨®n de Justicia del Congreso de los Diputados sufri¨® un infarto camino del aeropuerto, del que se recupera favorablemente.
Las contradicciones de Gary Foy
En la segunda semana del proceso, la fiscal¨ªa present¨® un nuevo peritaje de las huellas con est¨¢ndares actuales que convert¨ªa al anterior en "no concluyente" seg¨²n su estimaci¨®n. Se produjo la comparecencia del testigo ocular, Gary Foy quien, desali?ado e impreciso, declar¨® que hab¨ªa visto desde su coche por el retrovisor c¨®mo hu¨ªan los asesinos en el Mercedes de Sucharski, una de las v¨ªctimas, hasta un sem¨¢foro, y que Ibar era quien iba de copiloto. Pero reconoci¨® que pese a que en el reconocimiento fotogr¨¢fico se?al¨® claramente a Ibar, lo hizo r¨¢pidamente porque su mujer le hab¨ªa dicho que no se implicara m¨¢s de lo necesario en el asunto. El fiscal no le pregunt¨® si reconoc¨ªa en la sala a la persona que identific¨® por aquel entonces. D¨ªas despu¨¦s, otro abogado del encausado, Fred Haddad, acorral¨® al inconsistente detective Manzella, encargado de la investigaci¨®n del triple homicidio y demostr¨® que hab¨ªa mentido intentando modificar sus anteriores declaraciones para perjudicar a Ibar. Por ejemplo, Manzella asegur¨® que Ibar baj¨® la cabeza en se?al de culpabilidad cuando una vez le ense?¨® una foto sacada del video, pero la defensa aport¨® las transcripciones de los anteriores juicios, y en todas el polic¨ªa hab¨ªa declarado que Ibar neg¨® que fuera el hombre de la foto. Muchos miembros de jurado movieron la cabeza en se?al de incredulidad mientras se derrumbada el testimonio de Manzella.
En la tercera semana, la fiscal¨ªa se dedic¨® a tratar de desacreditar la validez de las pruebas mostradas en los anteriores juicios y apelaciones y argument¨® que la madre de Ibar, Mar¨ªa Casas, ya fallecida, reconoci¨® a su hijo en el v¨ªdeo, lo cual contradice lo que ya hab¨ªa sido demostrado a lo largo de los a?os, que Casas siempre lo neg¨® en sus testimonios que figuran por escrito y fueron presentados por la defensa. La acusaci¨®n tambi¨¦n trat¨® de demostrar que era posible que la camiseta con las huellas de las v¨ªctimas, con publicidad de una empresa de electricidad (CES), hubiera llegado a manos de Pablo a trav¨¦s de su madre, que trabajaba en otra del mismo sector (SFE). Tambi¨¦n sali¨® a la luz que Gary Foy no vio en la rueda de reconocimiento en la que estuvo Ibar a los otros cinco sospechosos que le hab¨ªan ense?ado en fotograf¨ªas. Gloria Debeck, que realiz¨® las pruebas de ADN de la prenda en 2009 despu¨¦s de que Juan Gispert declarara que conoc¨ªa al verdadero perpetrador del crimen, William Ortiz, por que se lo relat¨® con todo detalle, admiti¨® que no desconoc¨ªa el origen del cabello que le proporcionaron para comparar y que descart¨® a Ortiz y que, adem¨¢s, la bolsa donde le entregaron la camiseta ten¨ªa signos de haber sido abierta y cerrada varias veces. Gene Glemetzko, conocido de Ibar y Pe?alver reconoci¨® de nuevo (lo hab¨ªa hecho ya en 2012) que hab¨ªa prestado falso testimonio contra ellos por enemistad y por primera vez revel¨® que le hab¨ªan pagado 1.000 d¨®lares por hacerlo, concretamente Manzella. En su d¨ªa hab¨ªa dicho que ambos recogieron una pistola en una casa que compart¨ªan y que la hab¨ªan devuelto posteriormente.