Las zapatillas y el tambor de Laia Palau en T¨²nez
La jugadora de baloncesto, antes de ser internacional, fue una de las estrellas de aquellos Juegos marcados por los atentados del 11 de septiembre en New York.
En los edificios bajos y blancos en los que resid¨ªan los atletas en los Juegos Mediterr¨¢neos de T¨²nez, en 2001, hab¨ªa varios listillos. En las noches de Rad¨¦s, se acercaban a los exteriores a robarle el calzado a los deportistas que, hombres y mujeres de buena fe, los hab¨ªan dejado en el exterior de sus pisos para que se airearan. Muchos de ellos se llevaron un disgusto, pero no Laia Palau (Barcelona, 1979), quien pese a sus 21 a?os era ¡°una t¨ªa lista¡± y con esp¨ªritu ¡°mochilero¡±. Con raz¨®n se explica su trayectoria posterior, jugando en ligas tan variopintas como la francesa, polaca, checa y australiana.
Era un libro abierto Palau en unos Juegos que volv¨ªan a ?frica. Lo peor, la comida, menos para ella, con una gran capacidad de adaptaci¨®n: ¡°Lo gente lo pas¨® mal, sobre todo porque era comida aut¨®ctona, con muchas especias¡ Sinceramente, cuando me convocaron no sab¨ªa ni que estos Juegos exist¨ªan, pero fueron muy divertidos¡±. Logr¨® colgarse el bronce el equipo femenino de baloncesto, y eso que Laia se compr¨® un tambor djemb¨¦ y alternaba los partidos con la fiesta de las miniolimpiadas, junto con su amiga Isa S¨¢nchez, quien tocaba las palmas.?
Era un d¨²o animado en una delegaci¨®n espa?ola que logr¨® 103 medallas, 33 de ellas de oro. Uno de los momentos divertidos y anecd¨®ticos lo protagoniz¨® el haltero Jos¨¦ Navarro, quien se baj¨® los pantalones y le ense?¨® las nalgas a los espectadores que le silbaban. La escena caus¨® un cierto revuelo. Pero para Laia Palau hay un d¨ªa grabado a fuego. El 11 de septiembre de 2001 pasadas las tres de la tarde, cuando las jugadoras de baloncesto estaban animando a las chicas del balonmano en uno de los pabellones. ¡°Nos empezaron a llegar mensajes de que se hab¨ªan ca¨ªdo las Torres Gemelas. Nos fuimos del pabell¨®n para ver las noticias. Todos nos fuimos a buscar r¨¢pidamente una televisi¨®n, fueron horas desconcertantes¡±, recuerda.
Los JJMM iniciaron el camino de Laia Palau, que un a?o despu¨¦s empez¨® su periplo con la selecci¨®n absoluta y su colecci¨®n de medallas. ¡°No tuvimos un referente, nosotras abrimos el camino¡±, apunta. ¡°Tuve la suerte de vivir la profesionalizaci¨®n de mi deporte. Nos hemos aprovechado de que Amaya Valdemoro abri¨® el camino. Hemos logrado ¨¦xitos por nuestro gen competitivo ?ramos muy peleonas y siempre alcanz¨¢bamos nuestro techo. Nos mantuvimos hasta que dimos un salto de calidad con las nuevas generaciones y la inversi¨®n en baloncesto¡±, reflexiona.
Mientras se colgaba medallas con la Selecci¨®n (diez metales internacionales y 264 veces internacional), viv¨ªa aventuras en distintas ligas. En Francia se integr¨® en la cultura (¡°mi inmersi¨®n en el pa¨ªs es completa, habl¨® el idioma¡±), en Polonia y Chequia apreci¨® la pasi¨®n de ambos estados por la cerveza, pero tambi¨¦n las numerosas diferencias (¡°no tienen nada que ver, en Polonia la religi¨®n tiene un peso mayor¡±), mientras que en Australia vivi¨® en ¡°la panacea: las normas est¨¢n muy bien hechas, la gente es feliz, rica, tienen comida, un pa¨ªs inmerso¡ Pero notas que est¨¢s muy lejos de todo, hasta en la comunicaci¨®n¡±.
Ahora Laia ha regresa a ¡°casa¡± y jugar¨¢ en Girona. Por la televisi¨®n ver¨¢n los Juegos Mediterr¨¢neos de Tarragona, 17 a?os despu¨¦s de haber ganado un bronce en una experiencia ¨²nica, la primera vital que le dio el baloncesto. Y sin haber perdido sus zapatillas.
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