La venganza m¨¢s larga de la historia de la NFL
La carrera como jugador de Frank Reich vivi¨® el momento m¨¢s amargo frente a Bill Belichick. Como entrenador, ha sido el m¨¢s dulce.
Mi abuela, que en paz descanse, pas¨® un mont¨®n de hambre. Casi una decena de hermanos en una peque?a aldea del Suroccidente de Asturias. Luego, la Guerra Civil y la postguerra en Madrid. Me contaba que la primera vez que comi¨® un pl¨¢tano en su vida le pareci¨® el sabor m¨¢s asombroso imaginable, y que se zamp¨® tambi¨¦n la piel. No iba a tirar la piel de una fruta.
Con aquel hambre construy¨® una familia, construy¨® su vida. Los meandros de la existencia le permitieron vivir su vejez sin apuros, aunque bien sabe Dios que sin excesos. Los ¨²nicos que se permiti¨® fueron para sus nietos, para nosotros. Un donuts alguna tarde. Una entrada para el Parque de Atracciones. Mil duros el d¨ªa del cumplea?os. Y que se nos quitara de la cabeza cualquier tonter¨ªa. No nos permit¨ªa dejar nada del filete, ni los nervios. No se tiraba ni el borde del lomo. Y, con lo que sobraba toda la semana, hac¨ªa el mejor arroz con ropa vieja que os pod¨¢is imaginar. De la necesidad, virtud. De las cicatrices del hambre, la sabrosa cocina en la que todo sirve y todo sabe rico.
Las dos fotograf¨ªas que encabezan este art¨ªculo est¨¢n tomadas el mismo d¨ªa. El 27 de enero de 1991. El partido que narran es la Super Bowl XXV ganada por los New York Giants a los Buffalo Bills por 20 a 19. A la derecha se ve a un joven Bill Belichick, coordinador defensivo de los Giants, gran protagonista de un plan de juego legendario que limit¨® al que era, con mucho, el ataque m¨¢s explosivo, imaginativo e imparable de la NFL. A la izquierda se ve a Scott Norwood, kicker de los Bills, en el momento preciso en el que fallaba un field goal de 47 yardas con el tiempo cumplido para dar nombre al partido, que pas¨® a llamarse "Wide Right", justo las palabras que us¨® Al Michaels en la retransmisi¨®n televisiva para describir el fallo.
Si os fij¨¢is un poco m¨¢s, como holder pod¨¦is ver al #14 de los Buffalo Bills, el que era el quarterback suplente del equipo, por detr¨¢s del m¨ªtico Jim Kelly, y cuyo nombre es Frank Reich. S¨ª, el mismo Frank Reich que es el coordinador ofensivo de los Philadelphia Eagles y que se acaba proclamar campe¨®n de la Super Bowl LII.
No puedo olvidar algunas im¨¢genes del documental "Four Falls of Buffalo" de la serie "30 for 30" de la ESPN. La pel¨ªcula cuenta como aquellos hombres perdieron cuatro Super Bowls seguidas, y lo que observamos de su actitud ante tal calibre de decepciones oscila entre la nostalgia, con sordo dolor de fondo, y el qu¨¦ pudo ser. All¨ª, Reich, al menos a mi entender, aparece como el ¨²nico que es capaz de analizar por encima de los sentimientos y, en hoy premonitorias palabras, se muestra convencido de que los Giants hab¨ªan conseguido sacarles de su ritmo, de su juego, con una defensa que dict¨® su voluntad a placer.
Frank Reich ya entonces era un entrenador, aunque se vistiese de jugador. Asesoraba y aconsejaba a Kelly todos los d¨ªas. Era su mayor confidente y su gran apoyo. A Reich no se le iba de la cabeza el trabajo de Belichick en aquel partido. Y de ese hambre hizo virtud.
Se present¨® en la final de Minneapolis del pasado domingo con eso en mente. Cogi¨® todo lo que Belichick le hab¨ªa ense?ado por la bravas, de la manera m¨¢s dolorosa posible, y lo puso en el campo del US Bank. Su ataque, con Doug Pederson de jefe, fue agresivo, dict¨® su ley, cambi¨® a Jeffery, Ertz, Ajayi, Blount, Clement... de rol para desquiciar a una defensa normalmente estable, y us¨® a Nick Foles como pocos esperaban que hiciera.
Diecisiete a?os despu¨¦s, el quarterback suplente de los Bills y el coordinador de ataque de los Eagles fueron la misma persona en distintos lados del triunfo. La venganza se hab¨ªa ejecutado, al fin. El hambre, las cicatrices, el arroz con restos, le han acabado dando el anillo a Frank Reich. Y yo me alegro. No os pod¨¦is imaginar c¨®mo me alegro.