El reglamento de conducta de la NFL fall¨® con Josh Brown
No deber¨ªa hacer falta ning¨²n reglamento para que la NFL fuera capaz de manejar con inteligencia y rotundidad asuntos como el del kicker de los Giants.
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Roger Goodell fue elegido comisionado de la NFL el 1 de septiembre de 2006 y desde el primer d¨ªa tuvo entre ceja y ceja supervisar la conducta de los jugadores fuera del ¨¢mbito deportivo, como si fuera el padre de una familia numerosa de menores de edad. En abril de 2007, anunci¨® la creaci¨®n de un nuevo reglamento de conducta personal, con el que castigar¨ªa a jugadores que protagonizaran sucesos que dejaran en entredicho el bueno nombre de la NFL, repercutiendo en el prestigio de la competici¨®n.
Ese fue el resquicio al que se tuvo que agarrar Goodell para crear una legislaci¨®n que afectaba a asuntos no deportivos. M¨¢s o menos, era un ¡°vale, no tiene nada que ver con la competici¨®n, pero nos deja en mal lugar y por eso debemos castigarlo¡±.
El problema es que ese tipo de sucesos ya se arbitran en el mundo civil, por lo que si un jugador comete un delito, termina siendo juzgado dos veces.
El otro problema es que Goodell no puede castigar un hecho no deportivo como si fuera un juez. B¨¢sicamente, porque no lo es. De entrada eso no parece tan problem¨¢tico, pero s¨ª se convierte en un quebradero de cabeza cuando el asunto que se juzga es especialmente grave. Josh Brown ha torturado f¨ªsica y psicol¨®gicamente a su mujer durante a?os, su mujer retir¨® la demanda, se separ¨® y el asunto ha trascendido por la aparici¨®n de un diario del jugador se describe como un degenerado, y confiesa que es un monstruo. Me imagino a Goodell ante la papeleta: ?y ahora qu¨¦ hacemos?
Tras la retirada de la denuncia civil, se llegara al acuerdo que se llegara, el ¨²nico juez que queda en el mundo con cierta autoridad para castigar a Josh Brown es Goodell. Pero es una autoridad exclusivamente deportiva. Y eso significa que sus competencias quedan reducidas, b¨¢sicamente, a una serie de partidos sin jugar. Ni siquiera puede a?adir una sanci¨®n econ¨®mica. No porque no quiera, que de hecho lo hizo durante los primeros a?os de aplicaci¨®n de su reglamento de conducta personal, sino porque un d¨ªa lleg¨® Ray Rice, se fue a un juez de verdad a quejarse de que Goodell quer¨ªa meter la mano en su bolsillo y adem¨¢s expulsarle de por vida, y el comisionado de la NFL recibi¨® una bofetada de realidad. No puede tocar el dinero de su contrato a un jugador por esas cuestiones, porque ese dinero es sagrado, ni exiliarle para siempre.
Y claro, la afici¨®n se indigna, se alza en armas pidiendo justicia, y se?ala con el dedete a Goodell. Y tambi¨¦n se alzar¨ªa aunque la sanci¨®n hubiera sido de 300 partidos. Y con raz¨®n. Porque la ¨²nica sanci¨®n l¨®gica ante una animalada parece el despido inmediato, con escarnio p¨²blico y lapidaci¨®n en medio de Times Square, pero eso no compete a Goodell por mucho que le gustara.
As¨ª que, despu¨¦s de varios a?os de aplicaci¨®n de ese reglamento de conducta personal, Goodell est¨¢ quedando como un papanatas que simplemente se ha metido en un jard¨ªn que no le corresponde, y que, como el reglamento deportivo no tiene ni jurisprudencia ni legitimidad para juzgar ese tipo de hechos, hace el rid¨ªculo cada vez que un jugador comete un delito no deportivo.
Porque yo me pregunto: ?hace falta de verdad un reglamento para que la NFL haga lo l¨®gico, que es extirpar a gentuza? No solo porque sea gentuza (estoy seguro de que en la NFL hay jugando un pu?ado de sinverg¨¹enzas como Brown) sino porque es verdad que la imagen de la competici¨®n queda gravemente da?ada.
El propietario de los Giants, el conocid¨ªsimo se?or Mara, uno de los due?os m¨¢s respetados de la NFL, no necesitaba ning¨²n reglamento para despedir a su kicker. Puede hacerlo sin problemas. Le llama a su despacho, le paga el dinero que le corresponde (1.677.941 d¨®lares correspondientes a 2016 y 2.225.000 correspondientes al garantizado de 2017), abre la puerta y le deja de patitas en la calle. Eso s¨ª, con su dinero.
Y tambi¨¦n sin necesidad de ning¨²n reglamento, si alguien decide ficharle m¨¢s tarde, tendr¨¢ que cargar con el peso de la opini¨®n p¨²blica y el da?o que ese fichaje pueda hacer a la imagen de marca de la NFL. Y ah¨ª es donde deber¨ªa entrar Goodell a saco y donde deber¨ªan comenzar sus competencias. Pero estoy seguro de que en ese jard¨ªn no se meter¨ªa.
El problema final de todo este asunto es el farise¨ªsmo. Josh Brown es solo un kicker degenerado que no le importa a nadie. Alg¨²n d¨ªa, y de hecho ya ha pasado, el depravado ser¨¢ un quarterback de m¨¢s de 4.000 yardas por temporada, con varias Pro Bowl a sus espaldas y siempre bien situado en el ranking de mejores jugadores de la NFL. Y cuando todo el mundo se les eche encima, y diga que ese individuo debe ser no solo expulsado de la NFL, sino del mundo en marcha, a ver lo que pasa y qu¨¦ decisiones se toman.
De hecho, eso ya ha sucedido una vez con un famoso quarterback, Ben Roethlisberger, denunciado en 2010 por asaltar sexualmente a dos mujeres en el plazo de un a?o, que fue sancionado con seis partidos que luego quedaron en cuatro por buena conducta ??. Y otra vez con un jugador, Adrian Peterson, que dio latigazos a su hijo de cuatro a?os para educarle, y que despu¨¦s de un a?o en blanco, cobrando todo el dinero que le correspond¨ªa, se reincorpor¨® a su equipo sin problemas.
Sinceramente, creo que Goodell se equivoc¨® al crear el reglamento de conducta personal, porque eso ha provocado que la gente le exija que tome decisiones que no son de su competencia. La NFL tiene otros recursos para extirpar gentuza, y adem¨¢s podr¨ªa convertirse en ejemplar, con una pol¨ªtica real de tolerancia cero, en un mundo del deporte en el que este asunto se est¨¢ convirtiendo cada vez m¨¢s en un problema.