Historia de la NFL
Discriminaci¨®n positiva en la NFL: The Rooney Rule
La regla se fundamenta en la obligatoriedad de entrevistar a un m¨ªnimo de personas, de alguna minor¨ªa ¨¦tnica, para elegir head coach.
Ya est¨¢ aqu¨ª el Super Bowl¡ qu¨¦ delicia y qu¨¦ abatimiento¡bueno, no tanto. A mi la offseason siempre me ha apasionado y m¨¢s ahora con la p¨¢ginas As NFL y la gu¨ªa del verano. Franchise tags, Combine, agencias, drafts, entrenamientos, novedades reglamentarias, movimientos en los banquillos, entrevistas t¨¦cnicas¡o ?parip¨¦s?
Cada a?o que culmina una temporada se repite invariablemente una liturgia de entrevistas y reuniones entre las franquicias y los candidatos a entrenadores jefe en las que, desde 2003, se exige que entre los entrevistados haya siempre un profesional procedente de una ?minor¨ªa ¨¦tnica?. En otras palabras, negro, hispano o nativo americano (?recuerdan al legendario ?Lone Star? Dietz?). Es la c¨¦lebre y pol¨¦mica ?Rooney Rule?.
No es casualidad que en 2003, el NFL Diversity Committee fuere presidido por Dan Rooney, sucesor del m¨ªtico Art en la direcci¨®n de los Steelers, no en vano, la familia Rooney y, por extensi¨®n, la franquicia acerera, desde siempre se ha caracterizado por la defensa de los derechos civiles y la promoci¨®n profesional de las minor¨ªas raciales en la orilla del Allengheny en los m¨¢s oscuros tiempos de segregacionismo en ese pa¨ªs.
As¨ª no debe extra?ar que Dan Rooney ¨Cy su padre en la sepultura- se removieran cuando en 2001, su querido Dungy fue cesado en Tampa despu¨¦s de encadenar cinco temporadas seguidas con balances positivos y el paisano Dennis Green fuera asimismo cortado despu¨¦s de nueve temporadas sin r¨¦cords negativos en Minneapolis. Estas decisiones no pasaron desapercibidas ni para el Departamento de Justicia, cuyos fiscales federales de derechos civiles Cyrus Mehri y Johnnie Cochran elaboraron un informe en el que se pon¨ªa de manifiesto la absoluta desproporci¨®n entre el porcentaje de poblaci¨®n afroamericana o hispana y su reflejo en la ¨¦lite de las sidelines del football profesional.
As¨ª pues, en 2003, se cre¨® un grupo de trabajo que inclu¨ªa a pesos pesados de la liga como los gerentes de Tampa Bay y Colts, Rich McKay y Bill Polian, el vicepresidente de personal de Baltimore Ozzie Newsome o el vicepresidente ejecutivo de Atlanta Falcons, Ray Anderson, entre otros, que bajo la poderosa tutela del clan Rooney decidi¨® apostar por medidas de discriminaci¨®n positiva en el ¨¢mbito de la contrataci¨®n profesional de entrenadores jefe, estableciendo que toda franquicia que pretenda firmar a un entrenador jefe debe entrevistar al menos a un candidato de la minor¨ªa social, con la ¨²nica excepci¨®n de que existiera previamente una clausula por la que el entrenador asistente asume la jefatura si el head coach es despedido ¨CMike Martz en 2000- o el asistente es ya negro o hispano ¨CMike Singletary, en 2008-. Desde junio de 2009, esta pauta se extiende tambi¨¦n a la selecci¨®n de altos cargos de operaciones (sin mucho ¨¦xito, por cierto). Algunos maledicentes insin¨²an que lo ¨²nico que mantiene a Mike Tomlin en la banda de los Steelers es la Rooney Rule¡
Medidas por cierto ni mucho menos desconocidas en los Estados Unidos, no en vano, desde que en 1960 JFK dictara la Orden Ejecutiva 10925, de adopci¨®n de medidas positivas para garantizar un trato igual sin tener en cuenta la raza, credo, color, u origen nacional, han sido numerosos tanto los instrumentos legislativos como las resoluciones judiciales con esta finalidad, como por ejemplo Grutter v Bollinger, 539 EE.UU. 244-. Suprem Court 2003, que permiti¨® a las instituciones educativas considerar la raza como factor para la admisi¨®n de estudiantes. Advi¨¦rtase en este sentido que desde la creaci¨®n de la competici¨®n en 1920 hasta la instauraci¨®n de la Rooney Rule en 2003, ¨²nicamente alcanzaron la posici¨®n de head coach siete hombres pertenecientes a minor¨ªas raciales: seis negros (Pollard, Shell, Green, Rhodes, Dungy y Edwards) y un hispano, el gran Tom Flores. Por el contrario, desde 2003 hasta la actualidad, catorce han sido o son los m¨¢ximos responsables de un equipo de la NFL. Siete en ochenta y tres a?os, catorce en trece a?os. Significativo sin duda y lacerante si se tiene en cuenta que en ese momento, el 65% de los jugadores de la NFL eran negros. Hoy son el 68%, dos de cada tres. Mientras escribo estas l¨ªneas, se hace viral el hashtag #OscarSoWhite, denunciando que no haya un solo afroamericano entre los veinte actores y actrices nominados en las cuatro categor¨ªas de interpretaci¨®n¡?por segundo a?os consecutivo!
Pero como dec¨ªamos al inicio, esta medida, objetivamente efectiva si atendemos al exponencial incremento de presencia minoritaria en los banquillos en comparaci¨®n con el p¨¢ramo racial que hubo hasta su implementanci¨®n, comienza a mostrar signos de esclerosis si recordamos lo que ocurri¨® en 2012, en la que ninguna de las ocho vacantes de head coach ni tampoco ninguna de los siete puestos de general manager fueron cubiertos por individuos pertenecientes a minor¨ªas raciales. En otras palabras, se observ¨® escrupulosamente la Rooney Rule entrevistando a la cuota de color correspondiente y despu¨¦s se contrat¨® a un blanco. Recu¨¦rdese a este respecto que ya en 2003, es decir, reci¨¦n estrenada la normativa de discriminaci¨®n positiva, todos y cada uno de los candidatos negros a los que convoc¨® el front office de Detroit declinaron la invitaci¨®n, pues hasta las torres del Renaissance Center de MotorTown sab¨ªan que el puesto estaba ya adjudicado a Steve Mariucci. Y no hace falta remontarse tanto. En las primeras semanas de enero de este mismo a?o, los 49ers se entrevistaron en Nueva York con Anthony Lynn, el brillante asistente de Rex Ryan en Buffallo, a sabiendas de que ¨²nicamente se trataba de cubrir el expediente Rooney y firmar una semana despu¨¦s a Chip Kelly, de Dover, New Hampshire (93.9% de Non-Hispanic Whites en 2014 seg¨²n la Us Census Bureau de 2014).
Adem¨¢s, la regla esconde una laguna extraordinariamente limitadora que fue detectada por profesores de las universidades de Georgetown, George Washington, Emory y la Universidad Estatal de Iowa tras analizar las carreras de m¨¢s de 1200 entrenadores: al no aplicarse a los coordinadores o entrenadores de posici¨®n, los t¨¦cnicos no blancos tienen muchas menos posibilidades de ser incluidos en las listas de entrevistados, que se nutren precisamente de los asistentes y coordinadores con m¨¢s aptitudes. F¨ªjense, el actual HC de Jets, Todd Bowles, en palabras de Andy Reid, la mejor cabeza defensiva de la NFL, tuvo que esperar 18 a?os para ser entrevistado y cruzar hasta cuatro despachos de otros tantos equipos hasta ser finalmente contratado, despu¨¦s de una carrera como entrenador de posici¨®n y coordinador absolutamente ejemplar. Y por favor, que no se justifique este desequilibrio con uno de los argumentos m¨¢s nauseabubndos para amparar la escasa contrataci¨®n de entrenadores negros o hispanos. Ya saben, mutatis mutandi, el mismo que sosten¨ªa que hab¨ªa m¨¢s quarterbacks blancos porque el juego ofensivo exige un mayor nivel t¨¦cnico. Sin eufemismos, como se expresar¨ªa ese pr¨®cer que es Donald Trump, los negros s¨®lo saben golpear y correr, los blancos pensar y pasar. Arios de pura cepa, nibelungos del Rhin, vikingos escandinavos son, como todo el mundo sabe, Kordell Stewart, James Harris, Doug Williams, Cam Newton, Russell Wilson, Daunte Culpepper, Steve McNair, Donovan McNabb, Randall Cunningham o Warren Moon¡
Cr¨¦anme, las disposiciones legislativas y reglamentarias, en cualquier ¨¢mbito de la convivencia, son importantes, y las que tienen por objeto discriminar positivamente para enmendar situaciones de inequidad cristalizadas durante d¨¦cadas, a¨²n m¨¢s. Pero esas medidas son papel mojado si no hay una verdadera voluntad de regeneraci¨®n por parte de los que la aplican.
Antes de 2003 no hab¨ªa ninguna Rooney Rule, pero hab¨ªa hombres como Al Davis, Roger Headrick, Malcon Glazer, el propio Dan Rooney o el inolvidable Bill Walsh, el Genio de la Bah¨ªa, que no s¨®lo no les import¨® el color de la piel de sus entrenadores y asistentes, sino que hicieron bandera precisamente de ese factor racial, alcanzando as¨ª no s¨®lo un insuperable estadio de dignidad moral y humana, sino tambi¨¦n trofeos Lombardis, Halas y Hunt, bajo la direcci¨®n t¨¦cnica de Flores, Shell, Green, Dungy, Tomlin, Smith o Caldwell.
No me digan que no ser¨ªa una verdadera ceremonia reivindicativa para las minor¨ªas raciales que las bodas de oro del Super Bowl, a jugarse en plena Bah¨ªa donde Walsh impartiera c¨¢tedra de football y de decencia y no muy lejos de la cueva de los piratas de Al Davis, fuese el escenario en el que Ron Rivera y Can Newton se unieran a los Flores, Dungy, Tomlin, Williams y Russell, como ganadores negros o hispanos de un anillo.
Por cierto, y hablando de minor¨ªas oprimidas, el abuelo del head coach de Denver que el pr¨®ximo 7 de febrero estar¨¢ en la otra banda del Levi¡¯s Stadium, naci¨® en 1848 en la Poznan polaca bajo dominaci¨®n prusiana. De los Kubiak de toda la vida¡
En fin ?no me digan que no est¨¢n deseando conocer cuantas toneladas de hamburguesas y de nachos se van a consumir, cuantos litros de cerveza van a correr y a cuanto est¨¢ el minuto de anuncio? ?Viva el Super Bowl!