Greg Olsen: la cabalgata de las Valkirias rugir¨¢ en la Super Bowl
El tight end de los Carolina Panthers lleg¨® a la NFL antes de tiempo, pero cuando le dieron la oportunidad se confirm¨® como una de las estrellas de la liga.
Siempre he pensado que el problema de Greg Olsen es que lleg¨® a la NFL con cinco a?os de adelanto. Demasiado pronto. Y adem¨¢s, creo que es algo que nos pasa a todos. ?Qui¨¦n de vosotros no ha pensado que ha nacido en una ¨¦poca que no es la suya? Seguro que alguno de los creyentes en la reencarnaci¨®n es capaz de darme una explicaci¨®n teol¨®gica sobre el asunto.
El genial vikingo de New Jersey fue elegido en primera ronda del draft de 2007 por los Bears con el pick 31. En un draft del que tambi¨¦n salieron Zack Miller (2?, 38), Scott Chandler (4?, 129), Brent Celek (5?, 162)¡ Pero hay una historia curiosa y divertida. Con la 5? ronda, en el puesto 155, los Carolina Panthers eligieron a un tight end llamado Dante Rosario que pas¨® en Carolina el mismo tiempo que Olsen en los Bears, desde 2007 hasta 2010, y que desde hace dos a?os juega, m¨¢s bien perpetra, en los (redoble de tambores y focos encendidos) ???BEARS!!!
Desde el primer d¨ªa, los Bears tuvieron a Olsen como ese nuevo rico que se compra un Ferrari, lo deja aparcado en la puerta de su casa, y se dedica a contemplarlo sin saber muy bien lo que hacer con ¨¦l. El equipo estaba a¨²n conmocionado por su derrota en la Super Bowl, donde Grossman, Thomas Jones y Mushin Muhammad (que curiosamente hab¨ªa sido un mito en Carolina) no hab¨ªan sido capaces de activar un ataque an¨¦mico.
As¨ª que Olsen fue uno de los grandes perjudicados por un equipo con una terrible crisis de identidad. Era una ¨¦poca en que el concepto tight end se defin¨ªa como ¡°se?or muy grande que bloquea en la l¨ªnea y de vez en cuando sale a recibir alg¨²n pase¡±, y no importaba demasiado tener un ¡°se?or muy grande que no solo bloquea en la l¨ªnea, sino que tiene unas manos de oro y una velocidad endiablada¡±.
Porque esa definici¨®n, esa aut¨¦ntica revoluci¨®n que puso patas arriba todas las estructuras del football americano, no lleg¨® hasta 2010, cuando Bill Belichick seleccion¨® a Rob Gronkowski con una segunda ronda y a Aaron Hernandez con una cuarta. Los mentideros de la NFL se llenaron de voces que consideraban a Tito Bill como un loco por gastar dos rondas altas en jugadores que ocupaban una posici¨®n auxiliar, mientras la nube de avispas de New England se completaba con dos avispones letales.
Estoy seguro de que Greg Olsen vivi¨® 2010 con una frustraci¨®n absoluta. Jugaba en unos Bears que segu¨ªan teni¨¦ndole como un Ferrari en la puerta; con un quarterback, Jay Cutler, que en esos tiempos no miraba a un Tight end ni aunque le obligara el oculista; y un coordinador ofensivo, Mike Martz, que si de ¨¦l hubiera dependido habr¨ªa extinguido a todos los tight ends de la faz de la tierra. Y lo peor es que el mejor receptor de aquel equipo era Johnny Knox, que por si alguno no lo recuerda, era la reencarnaci¨®n de la peste bub¨®nica en tiempo de hambruna.
Me imagino a Olsen de rodillas todas las noches, a los pies de su cama, pregunt¨¢ndole a Dios en qu¨¦ le hab¨ªa ofendido. Qu¨¦ le hab¨ªa hecho ¨¦l para que le hubiera castigado dej¨¢ndole en manos de esa banda de tarados.
Y claro, en 2011 los Bears, con Martz a la cabeza ofensiva, decidieron que ya estaba bien de tener en la puerta de casa un Ferrari que no sab¨ªan usar, y se lo mandaron envuelto a los Panthers, que aprovecharon el regalo para mandar a paseo a Rosario, que despu¨¦s de un largo periplo por toda la geograf¨ªa de EEUU termin¨® recalando en Chicago, donde sigue dormitando.
En su primer a?o en Carolina Greg Olsen sigui¨® sin explotar, pero el motivo tiene explicaci¨®n. Ron Rivera acababa de ser nombrado entrenador principal y hab¨ªan gastado la primera ronda en Cam Newton. Un proyecto nuevo necesitaba asentarse y Olsen empez¨® asumiendo, otra vez sin queja alguna, un papel secundario. Sin embargo, ya desde el primer momento se convirti¨® en la mejor v¨¢lvula de seguridad de Newton, que le buscaba en los momentos dif¨ªciles sabiendo que era un seguro de vida infalible.
A partir de ah¨ª la ascensi¨®n del tight end fue mete¨®rica. Un talento innato que hab¨ªa estado encerrado en una celda durante a?os y que se convirti¨® en un tornado en cuanto le dieron pista para que demostrara su val¨ªa. En 2013 ya fue el mejor receptor del equipo, en 2014 Benjamin le arrebat¨® los n¨²meros pero no la eficacia y durante todo 2015 ha rayado a un nivel estratosf¨¦rico con m¨¢s de 1.100 yardas de recepci¨®n, 7 touchdowns, 20 jugadas en las que logr¨® avanzar m¨¢s de 20 yardas y 52 primeros downs. Si comparamos sus n¨²meros con los de Gronkowski, parecen los de dos hermanos gemelos.
Por algo ser¨¢ que el ¨²nico momento de preocupaci¨®n de Cam Newton en todo el a?o, lo vivimos cuando pens¨® que Olsen hab¨ªa sufrido una lesi¨®n de gravedad, que luego no fue nada.
Como os dec¨ªa al principio, creo que Olsen ha sido el mejor tight end que ha pasado por la NFL en este siglo despu¨¦s de Rob Gronkowski. Y creo que perdi¨® los primeros a?os de su carrera no ya por caer en el equipo incorrecto, sino por hacerlo antes de tiempo, cuando a¨²n no se sab¨ªa que los tight ends dominar¨ªan la tierra. Y os aseguro que durante a?os, semana tras semana, me tir¨¦ de los pelos cuando ve¨ªa a un quarterback lanzar la pelota a Knox, o a quien fuera, mientras Olsen, majestuoso, bailaba sobre el emparrillado, resignado, con la convicci¨®n de que con solo una pizca de confianza ser¨ªa capaz de conquistar el mundo.
Pero al final el destino que tantas zancadillas le puso, le ha dado una oportunidad para reivindicarse, y para que todos podamos admirar su juego en una Super Bowl. Un vikingo de Nueva Jersey empe?ado en arrasar San Francisco a sangre y fuego.
En la Super Bowl 50 sonar¨¢ la cabalgata de las Valkirias.