Ya nadie puede infravalorar a Cam Newton como pasador
El QB de los Carolina Panthers estar¨¢ en la Super Bowl, entre otras cosas, por dominar el ineludible arte, en la NFL, de ser un pocket passer.
Hay una verdad que me parece incuestionable en el juego de pase en la NFL: tarde o temprano tu quarterback ha de poder sacar adelante un drive desde el pocket. Puede ser por detr¨¢s en el marcador, por delante, en el ¨²ltimo cuarto o necesitando cambiar el momentum del encuentro, en un tercera y largo, en un cuarto down definitivo. No importa. Lo ¨²nico que es relevante es que, sea de la condici¨®n que sea el pasador, provenga de la escuela que provenga, juegue en el estilo que juegue, tendr¨¢ que coger el bal¨®n, pararse dos segundos, mirar al campo profundo, elegir un receptor y poner una espiral veloz, tensa y precisa en los brazos de ese receptor. No hay m¨¢s. Demos las vueltas que queramos que, en un momento dado, eso definir¨¢ el ¨¦xito o el fracaso de ese jugador.
Esto lo aprend¨ª hace tiempo. Los mejores analistas que conozco de este deporte lo dicen siempre. Y cuantos m¨¢s partidos vez m¨¢s claro lo tienes. Al menos, m¨¢s claro lo tengo yo. En los ¨²ltimos a?os hemos visto intentos de introducir la spread option, o la option a secas, en la NFL, y los resultados son muy, muy diferentes al nivel colegial. Se debe al nivel f¨ªsico de las defensas, por supuesto. Es por eso que hay muchos QBs que se plantan en el pocket y creen que, cuando todo se rompe, se pueden poner a correr y que sea lo que Dios quiera. Va a funcionar una vez. Dos. tres. Una docena. Las que sean. Y va a dejar de funcionar en ese tercera y largo con un full blitz pidiendo la cabeza de ese QB en menos de dos segundos de puro p¨¢nico. Intercepci¨®n. Fumble. Sack. El partido. La temporada.
La temporada va a estar en un instante en el pocket, con el bal¨®n en la mano del QB y la necesidad de ejecutar el pase preciso en ese mismo segundo.
En el a?o 2010 comenzaba el a?o de football colegial y yo andaba emocionado. Me chifla esa competici¨®n, y sus doce jornadas de temporada regular me parecen los doce mejores s¨¢bados del a?o. En Auburn debutaba a los mandos Cam Newton. Le conoc¨ªa de o¨ªdas. Era reserva de Tim Tebow en Florida, y eso no le gustaba. Hab¨ªa pedido el transfer y tras un paso por una universidad menor hab¨ªa acabado en la gran Auburn. Ten¨ªa expectaci¨®n por verle. Un buen amigo (hola, Oriol) de estos mundos de internet y football, era gran fan de la universidad y me dijo: "este tipo es un genio". Que raz¨®n ten¨ªa. Mis expectativas eran m¨¢ximas, pero con un gran punto de escepticismo. ?ste desapareci¨® a la m¨ªnima. Aquel a?o la NCAA fue Newton, Newton, Newton. Su dominio fue apabullante. Gan¨® el Heisman Trophy. Gan¨® el t¨ªtulo nacional. Fue, sencillamente, imparable. Pero ?eso valdr¨ªa para la NFL? Ya hab¨ªa visto a Vince Young y Tim Tebow hacer cosas parecidos y ambos se pegaron un casta?azo soberano en su carrera profesional.
Como el resto del mundo mantuve mis dudas sobre Cam Newton un tiempo. Mi pregunta siempre era la misma: ?es capaz de ser el pocket passer que se necesita para el momento definitivo que llegar¨¢, oh, s¨ª, llegar¨¢ seguro a lo largo de los partidos cruciales, algo que no consiguieron los que eran de su especie??
La respuesta ya es un s¨ª rotundo. Sin asteriscos. Sin dobleces. Sin que nadie pueda oponerse. La evidencia es mucha evidencia como para que incluso el mayor de sus detractores, que los colecciona por su comportamiento y sus gestitos, se mantenga ajeno a una realidad incuestionable: Cam Newton es un pocket passer sensacional.
La semana pasada, frente a los Seattle Seahawks, vimos un pase a Greg Olsen digno del mejor QB de la liga. Con los hombros y la mirada sell¨® al safety y con la agilidad y la velocidad asesina de una cobra se gir¨® en una mil¨¦sima de segundo y puso una bala entre los n¨²meros del tight end. Touchdown.
Esta semana le toc¨® el turno a los Arizona Cardinals, a los que desmont¨® desde su posici¨®n de pasador cl¨¢sico. Los de Bruce Arians, como era de esperar, se lanzaron con numerosos, y complejos, blitzes. Es lo normal en el equipo, es lo m¨¢s l¨®gico contra un QB que, aparentemente, base su capacidad m¨¢s en sus piernas y en su amenaza terrestre, imparable como un mulo de carga a velocidad de purasangre en esas cuitas. Pero es un error. Contra el blitz Newton complet¨® un astron¨®mico 60% de los pases, con 12.7 yardas por pase completado y dos touchdowns.?
Un pocket passer. El tipo al que te encomiendas en cuarta y doce, en un tercera y ocho. Un pocket passer imparable como corredor en yardajes cortos, un pocket passer que ejecuta la option con la naturalidad del que la lleva en los genes, un pocket passer que obliga a todas las defensas a meter ocho tipos en la caja y uno m¨¢s de esp¨ªa si es necesario, un pocket passer que con coger el bal¨®n y amagar el handoff es capaz de tumbar una miriada de linebackers aterrorizados por si arranca a correr, un pocket passer que genera de dos a tres yardas para su corredor s¨®lo con moverse en direcci¨®n contraria.?
Oh, por favor, es injusto. Es totalmente injusto. Nadie gana para siempre. Nadie es perfecto. Nadie gana s¨®lo. Nadie tiene un equipazo de los pies a la cabeza como estos Panthers por mucho tiempo. Nadie. Pero Cam Newton, ese tanque con motor Ferrari, tiene el toque de los elegidos cuando se planta detr¨¢s de una l¨ªnea ofensiva y otea el horizonte a la b¨²squeda de un receptor. Y le encuentra. Perded toda esperanza, queridos detractores de Cam, perded toda esperanza. Est¨¢ aqu¨ª para haceros sufrir sin l¨ªmite, porque es uno de esos tipos a los que le confiar¨ªas el bal¨®n del partido... como pocket passer.