Mularkey pone a todos de acuerdo: no gusta a nadie
En una liga como la NFL, no es f¨¢cil conseguir unanimidad. El nuevo entrenador jefe de los Titans lo ha conseguido: todos le critican.
Amy Adams Strunk no se parece nada a Rachel Phelps. Amy es rica desde la cuna: su padre Bud Adams se convirti¨® en millonario gracias al petr¨®leo antes de fundar los Houston Oilers. Rachel era de or¨ªgenes m¨¢s humildes: era bailarina en clubes de dudosa reputaci¨®n antes de casarse con un octogenario de abultada cuenta corriente que no sobrevivi¨® a la luna de miel. Amy por supuesto disfrut¨® de una cuidada educaci¨®n en las mejores escuelas y universidades. Rachel no vio nada de eso. Y sobre todo, y para el caso que nos ocupa, Amy es propietaria de un equipo de football. Rachel pose¨ªa uno de baseball. Pero nadie puede culpar a los aficionados de los Titans (los Oilers que fund¨® Bud y luego traslad¨® a Nashville) si al mirar una foto de Amy, lo que ven en realidad es la cara de Rachel.
Rachel Phelps, en realidad, no es otra que la villana de Major League, la pel¨ªcula de finales de los 80 que en Espa?a se estren¨® bajo la infame traducci¨®n de ¡°Una mujer en la liga¡±. La propietaria de los Cleveland Indians, que se hace con la franquicia despu¨¦s de procurarle a su marido una muerte ¡°dulce¡± en su viaje de novios y, para trasladarla a Florida, decide rellenar el equipo de desechos de tienta con la esperanza de que el previsible mal juego desplome la asistencia al estadio.
Algo muy parecido siente cualquier aficionado al football en Tennessee. Primero fue la b¨²squeda del general manager. La lista de ¡°candidatables¡± siempre es larga. Pero el elegido finalmente, Jon Robinson, tend¨ªa a aparecer hacia el final de las que casi toda la prensa suele elaborar cada temporada. Su contrataci¨®n provoc¨® m¨¢s de un arqueo de cejas, pero poco m¨¢s que eso. Al fin y al cabo, su curr¨ªculum es m¨¢s que respetable, se le considera una joven promesa y los dos ¨²ltimos drafts de los Tampa Bay Buccaneers, en los que tuvo una influencia decisiva, son considerados un ¨¦xito (Mike Evans, Austin Sefarian Jenkins y sobre todo Jameis Winston son los frutos de esos drafts). Hab¨ªa muy poco que objetar a su nombramiento.
El de Mike Mularkey, en cambio, desat¨® una reacci¨®n casi un¨¢nime: Amy Adams Strunk hab¨ªa optado por ahorrarse dinero en lugar de hacer lo mejor para el equipo. No para trasladar el equipo a climas m¨¢s c¨¢lidos (que al fin y al cabo Los ?ngeles ya est¨¢ cubierto), son con la mirada puesta en el proceso de venta del equipo.
Pongamos el caso en contexto. Bud Adams traslad¨® el equipo a Nashville, pero la familia sigui¨® viviendo en Houston. Tambi¨¦n Amy, su hija, que dirige varios de los negocios familiares tras la muerte del patriarca. Cuando la liga se reuni¨® en esa misma ciudad para decidir sobre Los Angeles, Amy decidi¨® no acudir, a pesar de tener al resto de propietarios en la puerta de casa, como quien dice. La excusa: que lo m¨¢s urgente para su franquicia era buscar al entrenador.
Y a eso dedic¨® su tiempo. Entrevist¨® a Mike Mularkey, como es habitual hacer con los interinos, aunque sea por cortes¨ªa. Tambi¨¦n a Ray Horton, coordinador defensivo (y que acab¨® en los Browns) y a dos sospechosos habituales de todos los procesos: Teryl Austin y Doug Marrone. Todo apuntaba a que otros candidatos obvios, Josh McDaniels (coordinador ofensivo de los Patriots) o Sean McDermott (coordinador defensivo de los Panthers) pasar¨ªan tambi¨¦n por Nasville una vez eliminados de los playoffs.
En lugar de eso, y precisamente durante un partido de playoffs, como de tapadillo, los Titans anunciaron que Mike Mularkey dejar¨ªa de ser interino para ser head coach de pleno derecho. Despu¨¦s se supo que con un contrato de tres a?os. Y el consejero delegado no se cort¨® demasiado a la hora de dejar claro que, en realidad, Mularkey hab¨ªa sido el candidato preferido desde el principio, y que el resto de entrevistas eran m¨¢s bien un tr¨¢mite (hay que cumplir con la regla Rooney que obliga a entrevistar a un candidato afroamericano, hispano o de otra minor¨ªa), pero que la decisi¨®n en realidad ya estaba tomada. Por la propia Amy Adams Strunk, cuyo perfil estaba m¨¢s bien alejado del football hasta hace bien poco.
Mal asunto. Mularkey sustituy¨® a Ken Whisenhunt a mitad de temporada y dej¨® a muchos la impresi¨®n de que con ¨¦l, el equipo iba en realidad a peor. Los resultados no le acompa?aron (2-7) pero peor todav¨ªa fue la impresi¨®n que dej¨® el equipo sobre el campo de no tener rumbo. Su historial completo como head coach es si cabe m¨¢s preocupante. Nueve victorias frente a 38 derrotas (un 38%). Y la mitad de esas victorias las obtuvo en su primera temporada al frente de un equipo, en 2004 en Buffalo, cuando termin¨® 9-7. Es decir: desde entonces suma 9 victorias frente a 31 derrotas. Las cifras se comentan solas.
Alguna explicaci¨®n habr¨ªa, sin embargo. Y la ofreci¨® el consejero delegado, Steve Underwood, en rueda de prensa. Los Titans decidieron retener a Mularkey porque es lo que en la NFL ahora se conoce como quarterback whisperer, un gur¨² en la formaci¨®n de estos jugadores. Tiene sentido si se piensa que el ¨²nico gran activo de la franquicia es precisamente su quarterback, Marcus Mariota. Pero la justificaci¨®n qued¨® un poco en chufla cuando el principal ejemplo que Underwood ofreci¨® a la prensa fue Kordell Stewart.
Stewart fue una estrella del f¨²tbol universitario, elegido por los Steelers en la segunda ronda del draft de 1995, y con una carrera desigual, con m¨¢s decepciones que ¨¦xitos. Estuvo siete a?os en la franquicia de Pittsburgh, no lleg¨® a jugar hasta 1997, y que durante cinco temporadas alter¨® la titularidad con el banquillo ante la creciente frustraci¨®n de sus aficionados. Los Titans esperan bastante m¨¢s de Mariota. Pero es que, adem¨¢s, ni siquiera las fechas cuadran. S¨ª, Mularkey era parte del staff de Pittsburgh a finales de los 90. Pero hasta 2000 su puesto era el de entrenador de los tight ends.
Da igual que Underwood repitiera por activa y por pasiva que la franquicia no est¨¢ en venta. Y que ni siquiera hay una pelea con la NFL, que seg¨²n algunos medios est¨¢ empe?ada en forzar la salida de los Adams para buscar otros propietarios m¨¢s apropiados (entre ellos, como no, el omnipresente Peyton Manning, una leyenda en Tennessee desde sus a?os universitarios). Los titulares se hac¨ªan solos: ¡°propietaria desinteresada y que busca compradores ahorra costes manteniendo a un entrenador de perfil bajo¡±. Que, como bonus (econ¨®mico) a?adido mantiene a casi todo el staff, lo que ahorra otro buen pellizco en indemnizaciones de antiguos empleados y los sueldos de los nuevos.
Queda por ver si, como ocurre en Major League, los jugadores conspiran para sobreponerse a los planes de su ¡°villana¡± propietaria y se marcan una temporada de ¨¦xito. Claro que esas cosas, por lo general, s¨®lo pasan en las pel¨ªculas. Y adem¨¢s aqu¨ª la mala de la pel¨ªcula tambi¨¦n saldr¨ªa beneficiada. Siempre es m¨¢s f¨¢cil vender un equipo ganador.