Bengals y Steelers se lamen las heridas tras la brutal batalla
El esperado derby se llen¨® de provocaciones y acciones malintencionadas por ambos bandos que desvirtu¨® la eliminatoria m¨¢s interesante de la AFC.

No fue bonito. En ning¨²n momento dijimos que fuera a serlo. S¨®lo promet¨ªamos que ser¨ªa duro, pero jam¨¢s nos pod¨ªamos imaginar hasta qu¨¦ punto. Un entrenador tirando del pelo a un jugador rival. Un suplente con capa crey¨¦ndose un superh¨¦roe entrando al campo para empujar a un contrario. Los partidos entre Pittsburgh y Cincinnati nunca son ¡°normales¡±, y menos si est¨¢ en juego continuar en playoffs.
Lo triste es cuando, como el pasado s¨¢bado, se sobrepasa la delgada l¨ªnea que separa la intensidad pasional de la violencia marrullera. Enganchones continuos. Golpes con la jugada terminada. Uso del casco como arma. Asistentes saltando ilegalmente al terreno de juego para provocar. Jugadores que caen imperdonablemente en dicha provocaci¨®n. B¨²squeda del jugador con car¨¢cter m¨¢s vol¨¢til para que pierda los nervios, y dicho jugador dej¨¢ndose encontrar para perderlos. Un espect¨¢culo deplorable por parte de ambos equipos, que s¨®lo consigue dar alas a los detractores de nuestro deporte favorito. Una pena que la testosterona fuese el mayor argumento de dos escuadras cuyo juego nos hab¨ªa encandilado en temporada regular. La AFC Norte no se merece ser recordada as¨ª.
La responsabilidad de tan lamentable actuaci¨®n trasciende a los protagonistas directos y llega hasta la banda, donde ninguno de los t¨¦cnicos hizo por evitarlo. En el desenlace del encuentro, en los minutos donde se estuvo atendiendo a Antonio Brown y se formaron corros en los que se dec¨ªa de todo menos bonito, Lewis debi¨® haber retirado a sus jugadores m¨¢s susceptibles, y Tomlin a sus ayudantes que entraron irregularmente al campo. Claro que si nos atenemos a los antecedentes, ni es la primera vez que Lewis pierde el control de sus jugadores, ni que Tomlin entra indebidamente en un terreno de juego. Si los propios entrenadores no s¨®lo no predican con el ejemplo, sino que fomentan estas actuaciones, no sorprende que proliferen comportamientos antideportivos, tan comunes por desgracia en otros deportes y que tanto nos averg¨¹enzan a quienes defendemos ¨¦ste.
Un bochorno trasladable a la gesti¨®n de la NFL de este asunto. Tanto en el precedente anterior como en ¨¦ste, dej¨® crecer la tensi¨®n sin intervenir. Remediarlo a posteriori a base de multas se ha mostrado una soluci¨®n ineficaz. Tambi¨¦n inconcebible fue su decisi¨®n de repetir el mismo equipo arbitral que naufrag¨® en este cometido hace apenas un mes, y que volvi¨® a fracasar en la misi¨®n de evitar que el encuentro se les fuera de las manos. Faltas no pitadas, o pitos antes de tiempo, son errores inherentes a la complicada tarea de dirimir en d¨¦cimas de segundo si un golpe ha sido deliberado o incidental, ilegal o permitido; pero resultaron impotentes a la hora evitar el juego brusco y enfriar los ¨¢nimos encendidos. Por el contrario, sus discutibles decisiones echaron a¨²n m¨¢s gasolina al fuego, provocando la injustificable reacci¨®n del p¨²blico lanzando objetos al campo. En general, el bajo nivel mostrado por el arbitraje durante todo el a?o deber¨ªa ser motivo de an¨¢lisis. Aumentar el n¨²mero de jugadas revisables, establecer sanciones m¨¢s duras (econ¨®micas, pero no con cantidades fijas, sino en proporci¨®n al sueldo, ya que en ocasiones es calderilla para aquellos con contratos millonarios) y expulsiones de los partidos, tal como se castiga en el football universitario las faltas m¨¢s peligrosas, ser¨ªan opciones a considerar por parte de la liga durante la offseason.
La controvertida conclusi¨®n del encuentro eclips¨® todo lo dem¨¢s. Un partido que si bien no result¨® brillante, s¨ª nos dej¨® algunos detalles dignos de destacar. La circense recepci¨®n de TD de Bryant, por ejemplo, o los acertados planteamientos t¨¢cticos defensivos que por un lado maniataron al ataque terrestre bengal¨ª, conscientes los acereros de las debilidades de McCarron; y por otro, la completa aniquilaci¨®n por parte de los atigrados del juego profundo Steeler, quienes tuvieron que recurrir al talento para ganar yardas tras la recepci¨®n de Brown, Bryant o el desconocido Toussaint.
En Cincinnati, las aguas bajas revueltas por el esperpento final, apuntando al head-coach como ¨²ltimo y principal responsable. Desde que el respetado coordinador defensivo Mike Zimmer se march¨® a Minnesota, la indisciplina que reinaba antes de su llegada ha vuelto a hacer acto de presencia en el tormentoso vestuario bengal¨ª. La falta de autoridad de Lewis ante determinados comportamientos de ciertos jugadores ya fue criticada por algunos pesos pesados de la plantilla, y la manera de caer eliminados refuerza esta posici¨®n. Si es incapaz de domesticar a sus pupilos, y una vez m¨¢s (y van 7) se hace patente su incapacidad t¨¦cnica para preparar adecuadamente y salir victorioso de una cita de playoffs, es leg¨ªtimo cuestionarse su continuidad como entrenador principal. No obstante, no se esperan cambios, lo cual no quiere decir que no debieran producirse. Quiz¨¢ no tanto su despido, como la promoci¨®n a un puesto directivo donde puedan lucir mejor sus innegables cualidades para componer una plantilla competitiva, pero alejado de la responsabilidad directa en la gesti¨®n de partidos y jugadores.
Ambos equipos deb¨ªan haber sido conscientes de que incrementando la fogosidad del envite, el billete para la siguiente ronda no iba a resultar barato. En el bando local, Bernard, Nelson, Kirkpatrick y Peko no pudieron finalizar el encuentro y hubiesen sido 4 bajas important¨ªsimas de haber continuado en competici¨®n. Por parte visitante, Golden y Johnson tambi¨¦n abandonaron por lesi¨®n el partido, pero no est¨¢n descartados para el siguiente como si parece estarlo Antonio Brown, sujeto a los protocolos por conmoci¨®n cerebral, que muy raramente no suponen al menos un partido de descanso. Podr¨ªan estar disponibles, pero con dudas sobre el estado de tobillo y hombro respectivamente, DeAngelo Williams y el lesionado m¨¢s importante, Roethlisberger. Si se confirma la baja del tridente ofensivo, mucho deber¨¢ trabajar el staff t¨¦cnico steeler para recomponer, en torno a Landry Jones, un ataque exento de sus principales armas, frente a una defensa tan exigente como la de Denver. Podr¨ªa darse la paradoja que en un mismo partido de playoff, hubiesen sido eliminados en la pr¨¢ctica ambos contendientes.
En definitiva, me quedo con la reflexi¨®n de que el injusto criterio de la NFL en la composici¨®n de las eliminatorias, primando el t¨ªtulo divisional sobre el balance global (como se ha puesto de manifiesto en esta ronda con 4 triunfos visitantes) nos depar¨® unos wildcards desequilibrados que nos privaron, con todo el respeto para la intachable trayectoria de los Chiefs, de que los 4 mejores equipos de la AFC luchen por el titulo.