World Series Episodio III: Capit¨¢n Am¨¦rica lidera la lucha
El tercera base de los Mets, alma y coraz¨®n del club, David Wright pone en marcha a su equipo de cara a conseguir un triunfo que necesitaban.
Al otro lado del Atl¨¢ntico, en un campo de b¨¦isbol muy lejano¡.
S¨®lo se ve¨ªa el color azul y naranja en el metro y en las calles de Queens. Y aunque las calabazas de Halloween colaboraban en el colorido, la ¨²nica raz¨®n era que las Series Mundiales llegaban a la ciudad. El Citi Field se visti¨® con sus mejores galas para acoger un partido que se antojaba trascendental. Los Mets necesitaban ganar porque nadie en la historia ha remontado un 3-0 en el cl¨¢sico de oto?o.
La puesta en escena de los Metropolitanos fue toda una declaraci¨®n de intenciones. Con Escobar en el caj¨®n de bateadores, Syndergaard lanz¨® una bola que parec¨ªa un misil tierra-aire a la cabeza del venezolano. El shotstop de los Royals tuvo que tumbarse para evitar el impacto y la acci¨®n provoc¨® que el p¨²blico subiera la presi¨®n de la olla que era el estadio.
Pero es necesario algo m¨¢s que un lanzamiento para asustar a estos Royals y en las dos primeras entradas anotaron tres carreras. Cuando estaba a punto de decretarse la alerta amarilla, emergi¨® la figura de David Wright, el gran capit¨¢n mi capit¨¢n, bateando una bola hasta la grada. Cuatro de las nueve carreras fueron impulsadas por el tercera base neoyorquino dejando claro que ¨¦l ha llegado a las Series Mundiales para pelear por el anillo hasta la extenuaci¨®n.
Y no s¨®lo de la voluntad de los jugadores depende el resultado, cuando Grandenson impact¨® con el bate, la Estatua de la Libertad sopl¨® para que la bola llegar¨¢ a la grada y los Mets se pusieran definitivamente por delante.
En la parte alta de la sexta entrada, con m¨¢s de cien lanzamientos en el brazo de Syndergaard, los Royals lograron llenar las bases con dos eliminados y con R¨ªos en el caj¨®n dispuesto a lograr un gran slam. El pitcher se anud¨® la capa roja del dios n¨®rdico Thor y solvent¨® la situaci¨®n sin ceder una carrera. En la parte baja de la misma entrada, se produjo el verdadero punto de inflexi¨®n con cuatro carreras anotadas por los locales finiquitando el encuentro.
Cambiaron las Series Mundiales de escenario pero el resultado ha sido el mismo, victoria del equipo local. Los aficionados de los Mets saben que ver¨¢n otros dos partidos en su feudo y con David Wright liderando la resistencia neoyorkina para intentar viajar de nuevo a Kansas.
Los aficionados neoyorquinos miran a su pasado y ven que la diferencia de los tres partidos es la misma que se produjo en 1986 cuando fueron campeones en siete partidos. Pero los Royals tambi¨¦n tienen a que aferrarse y esta temporada se cumplen treinta a?os de su ¨²nico entorchado.
La cuarta batalla est¨¢ servida. Chris Young, abridor de los Reales tratar¨¢ de conseguir su segunda victoria de la serie mientras que Wright arengar¨¢ a sus tropas, y en especial a Steven Matz, para igualar la final.
Pero no todo son buenas noticias, el mismo d¨ªa que disfrutamos del tercer partido se anunci¨® el cierre del formidable Grantland, noticia que ha merecido hasta un obituario en el Washington Post. Echaremos de menos sus acertados an¨¢lisis.