Historia de dos (pares de) quarterbacks de la AFC Sur
Indianapolis Colts y Houston Texans han sufrido un a?o de inestabilidad en el puesto de quarterback pero por distintos motivos y con distintos resultados.
Una de las mejores inversiones que cualquier franquicia puede hacer es pagar una cantidad respetable de dinero a un buen quarterback suplente con la esperanza de que nunca tenga que demostrar que merece semejante sueldo. Es una verdad casi universalmente aceptada, y que Colts y Texans han puesto a prueba en este inicio de temporada. Los resultados no pueden ser m¨¢s diferentes.
Si hubiera que comparar al quarterback con alg¨²n jugador de f¨²tbol (el europeo, el soccer), quiz¨¢ ser¨ªa con uno de esos mediapuntas creativos por los que pasa todo el juego del equipo y cuya especialidad es dar el ¨²ltimo pase. Pero la forma de gestionar su titularidad siempre ha sido m¨¢s parecida a la de un portero. Ya se sabe: eliges a uno, conf¨ªas en ¨¦l y salvo que el desastre sea may¨²sculo, no le tocas hasta final de temporada. Si llega a darse el caso en el que el suplente tiene que salir al campo, el procedimiento es el mismo: pasa a ser intocable en su puesto.
Los motivos son bastante evidentes: un quarterback, como un portero, necesita tener confianza en s¨ª mismo, y para que eso ocurra es necesario que sepa que tiene la confianza de sus entrenadores y del resto del equipo. Es complicado tomar decisiones en fracciones de segundo si se tienen dudas sobre la capacidad de uno mismo elegir las adecuadas.
Por eso es raro que los equipos cambien a sus quarterbacks incluso en sus peores rachas. Si tu mediapunta baja su rendimiento, le sientas en el banquillo hasta que mejore su forma. Si tu portero atraviesa un bache, le das tu apoyo y rezas para que acabe pronto. Y si se te ocurre quitarle el puesto, prep¨¢rate para una tormenta medi¨¢tica que puede durar a?os (no dar¨¦ ejemplos, no es necesario).
Los Indianapolis Colts lo saben. Y por eso Andrew Luck, a pesar de todos sus problemas en los primeros partidos de la temporada, es su quarterback titular sin ning¨²n tipo de dudas ni reservas. Si est¨¢ disponible, incluso al 75%, juega. Y si no lo est¨¢, su suplente, Matt Hasselbeck, sabe perfectamente cu¨¢l es su funci¨®n. Gestionar los partidos de la manera m¨¢s eficiente, sin fuegos artificiales, y no perderlos. Si adem¨¢s los gana, mejor que mejor. Y por supuesto sabe que, haga lo que haga, en cuanto Luck est¨¦ sano su sitio volver¨¢ a estar en la banda, carpeta en mano.
El resultado est¨¢ a la vista: dos victorias en dos partidos con el quarterback titular lesionado, ninguna controversia rodeando un puesto clave en cualquier equipo, y tiempo suficiente como para que Andrew Luck se recupere con calma sabiendo que su estatus no est¨¢ en peligro. Muchas cosas han funcionado mal en Indianapolis en el primer mes de competici¨®n, pero la gesti¨®n de sus quarterbacks no es una de ellas. De manual.
Los Houston Texans, en cambio, no parecen tenerlo tan claro. Cierto es que no disfrutan del privilegio de tener en su plantilla al que posiblemente sea el mejor quarterback joven de la liga, pero la monta?a rusa a la que han sometido a Ryan Mallet y Brian Hoyer no tiene pinta de llevar al equipo a buen puerto. Bill O¡¯Brien empez¨® la temporada con Hoyer de titular, pero esa titularidad no le dur¨® ni un partido completo. Mallet tampoco dur¨® mucho de titular: en la cuarta jornada, con los Texans perdiendo 42-0 contra los Falcons, O¡¯Brien dio de nuevo paso a Hoyer. Que consigui¨® al menos que el equipo hiciera un amago de remontada y anotase 21 puntos. Pero no le sirvi¨® de nada porque Mallet volvi¨® a ser titular ayer. ?Todo el partido? No, claro. La excusa fue un sack que le dej¨® magullado. El caso es que fue Hoyer el que termin¨® el partido.
Como los Colts, los Texans han tenido que echar mano de su quarterback suplente (si es que alguien sabe qui¨¦n es el suplente all¨ª). Pero tanto las condiciones como, por supuesto, el resultado, no pueden ser m¨¢s opuestos. La elecci¨®n del quarterback se ha convertido en asunto de debate cada semana. El resto del equipo no sabe a qui¨¦n puede esperar en el huddle cuando llegue el partido, y con dos QBs tan distintos eso tiene un impacto enorme sobre el gameplan y lo que se espera de la l¨ªnea, los receptores y los corredores. Mallet es un pocket passer con un ca?¨®n por brazo y la mirilla desviada. Hoyer es un game manager que apenas lanzar¨¢ m¨¢s all¨¢ de 15 yardas.
Ayer, en uno de los muchos momentos de desesperaci¨®n que O¡¯Brien ya acumula esta temporada, las c¨¢maras le pillaron pregunt¨¢ndole a Hoyer desde la banda que ¡°c¨®mo demonios has podido lanzar ese pase¡±, el que le cost¨® una intercepci¨®n y probablemente el partido a los Texans. No sabemos lo que contest¨® el quarterback. Pero si le hubiera dicho que ¡°quiz¨¢ si no me obligases a ejecutar el game plan de otro sabiendo que si fallo me voy a la banda ipso facto estar¨ªa m¨¢s tranquilo y tomar¨ªa mejores decisiones¡± nadie mover¨ªa siquiera una ceja.