Baltimore Ravens 24 - Cincinnati Bengals 28
Los Ravens se ponen 0-3 tras un duelo de locura con los Bengals
Los de Cincinnati pudieron dejar el partido resuelto en la primera mitad, pero Baltimore reaccion¨® para convertir los ¨²ltimos minutos en una ruleta rusa.
Los Ravens eran en pretemporada el m¨¢ximo favorito para representar a la Conferencia Americana en la Super Bowl. Tres jornadas despu¨¦s de comenzar la temporada regular son un equipo cl¨ªnicamente muerto que necesitar¨¢ un milagro para entrar en postemporada.
Se le pueden dar muchas vueltas al problema ?C¨®mo es posible que un equipo pase de todo a nada en tan poco tiempo? ?Qu¨¦ una franquicia ejemplar en su planificaci¨®n transmita una sensaci¨®n tan profunda de improvisaci¨®n?
Al menos este domingo ante los Bengals, los espectadores presenciamos el t¨ªpico ejemplo de una crisis de ansiedad colectiva. Los Ravens Parec¨ªan tener soluciones para mover el bal¨®n, pero transmit¨ªan una sobreexcitaci¨®n que no paraba de perjudicarles. Y durante la primera mitad pasaban de avanzar en sus series con cierta solvencia, incluso con brillantez, a colapsarse de improviso y sin explicaci¨®n. Jugadas bien dise?adas, y ejecutadas, se alternaban con lanzamientos a ninguna parte, carreras poco efectivas de un backfield que no acaba de arrancar y desconcierto, sobreexcitaci¨®n, descontrol. En toda la primera mitad fueron incapaces de anotar un punto, con error de Tucker en un field goal sencillo incluido, mientras los Bengals, a lo suyo, se aprovechaban de las apreturas de sus rivales para ir sumando sin hacer mucho ruido.
Pese a todo, no era raro que los Ravens se encontraran en tal estado de nervios. Ten¨ªan enfrente a un enemigo ac¨¦rrimo que ten¨ªa muy claro que arrancar una victoria de Baltimore era casi dar un tiro de gracia a un complicado rival divisional. Pero otra vez volvieron los problemas de los Bengals para cerrar partidos. A poco de iniciarse el segundo cuarto iban ya ganando 0-14, tras un touchdown de carrera de Dalton y otro de pase a Marvin Jones. Mov¨ªan el bal¨®n con facilidad con carreras interiores y Dalton se apoyaba en Green para solventar los momentos dif¨ªciles, pero los de Cincinnati volv¨ªan a dar la sensaci¨®n de que en cuanto el campo se estrecha se les acaban las ideas.
Si Cincinnati quiere ser aspirante a ganar el anillo no puede regalar como lo hizo la posibilidad de irse al descanso con una ventaja de tres anotaciones, al jugarse innecesariamente un cuarto down que Eifert pareci¨® completar en un primer momento, pero que no supo embolsar en su af¨¢n por lograr como fuera el touchdown, cuando ten¨ªa asegurado el primer down en la yarda uno rival. Ni puede hacer una magn¨ªfica serie de arranque de la segunda mitad para acabarla con una intercepci¨®n rid¨ªcula. Hasta ese momento, Dalton estaba conectando una y otra vez con Green y quemando a Jimmy Smith, que desesperado ve¨ªa c¨®mo su asignaci¨®n le superaba una y otra vez. Sin embargo, en otra jugada que habr¨ªa dejado a los Ravens tres anotaciones por detr¨¢s, y casi sentenciado el partido, Dalton lanz¨® el bal¨®n cort¨ªsimo a los brazos de un Smith que volvi¨® a nacer. Ni puede consentir que Steve Smith anote un touchdown de50 yardastras un fallo defensivo en cadena.
Los Bengals pasaron de desperdiciar dos ocasiones de dejar el partido sentenciado, a sentir el aliento de sus rivales en la espalda, a un solo touchdown en el marcador (7-14) y, lo que es peor, perdiendo totalmente la iniciativa, vi¨¦ndose desarbolados y notando c¨®mo toda la sobreexcitaci¨®n de sus rivales era encauzada por unos Ravens que recuperaban la coherencia y demostraban que hay mimbres y sistema. Que solo falta coherencia.
A eso hay que sumarle un festival de pa?uelos en ambas direcciones que estaba enloqueciendo a¨²n m¨¢s un choque que mediado el tercer cuarto estaba completamente enajenado, y que convert¨ªa en m¨¢s imprevisible, si cabe, el resultado final. Hasta el punto que el tercer cuarto tuvo una jugada m¨¢s, con el tiempo a cero, por una en¨¦sima penalizaci¨®n que lleg¨® con el tiempo concluido.
El ¨²ltimo cuarto empez¨® con un field goal de Baltimore, que roz¨® el touchdown del empate pero que debi¨® conformarse con tres puntos tras una defensa numantina de sus rivales. Pese a ello, lo Bengals estaban groguis. Sepultados por el ambiente ensordecedor de un M&T Bank que pas¨® de ver la primera mitad bajo el silencio de un velatorio a convertirse en una olla a presi¨®n. Dumervil provocaba un fumble de Dalton, Mosley recog¨ªa el bal¨®n y los Ravens se adelantaban 17-14. Ni en sus mejores sue?os pod¨ªan imaginar cuando se fueron al descanso que iban a ser capaces de darle la vuelta al partido.
A partir de ah¨ª, la locura. Los Bengals oliendo a cad¨¢ver, que parec¨ªan destinados a perder por pardillos, soltaban un ca?onazo atronador con una conexi¨®n Dalton-Green para un touchdown de80 yardasque les volv¨ªa a adelantar 17-21. Baltimore, con el estadio ya patas arriba, y el p¨²blico gritando hist¨¦rico sin poder contenerse, se atraviesa el campo para que Steve Smith anote su segundo touchdown despu¨¦s de acumular186 yardasdescomunales. 24-21, cuatro minutos por jugar y la sensaci¨®n de que el partido no se estaba jugando en diciembre, sino en pleno incendio de postemporada. Y los Bengals solo necesitaron dos de esos minutos para atravesarse el campo y que AJ Green anotara su segundo touchdown,227 yardasdespu¨¦s. N¨²meros monstruosos para un encuentro descomunal. De los que hacen afici¨®n y sellan para siempre el amor eterno hacia un deporte inefable. 24-28, dos minutos a¨²n en reloj, y la sospecha de que cualquier cosa pod¨ªa pasar. Aunque ah¨ª se acabaron las fanfarrias. Los Ravens se quedaron sin pilas y consumieron cuatro intentos en los que no solo perdieron el partido, sino muchas de sus opciones de entrar en postemporada.