AFC NORTE DESDE DENTRO
Pap¨¢, ?Por qu¨¦ somos de los Cincinnati Bengals?
?Qu¨¦ impulsa a un aficionado a seguir este deporte marginal, en ocasiones casi clandestino, y adem¨¢s, convertirse en fan¨¢tico de un equipo perdedor?Patriots-Eagles: Super Bowl LII en vivo
En su continua b¨²squeda de socios, los clubes de f¨²tbol hacen cada a?o nuevas campa?as de captaci¨®n. Algunas originales, otras desafortunadas, pero pocas de ellas son recordadas pasado un tiempo. Sin embargo, en la memoria colectiva de todos nosotros permanece aquella campa?a de 2001 en la que un ni?o le preguntaba a su padre por qu¨¦ eran del Atleti. No son pocas las veces que los seguidores al football americano sufrimos crisis de fe que nos hacen cuestionarnos nuestra afici¨®n. En especial, durante alg¨²n que otro sopor¨ªfero Monday Night Football a las tantas de la madrugada. ¡°?Por qu¨¦ me gusta la NFL?¡±, nos preguntamos. Y peor a¨²n si adem¨¢s nuestro equipo no gana. Y m¨¢s grave todav¨ªa sin en nuestra locura arrastramos al abismo a nuestros m¨¢s indefensos seres queridos. ¡°?Pap¨¢, por qu¨¦ somos de los Bengals?¡±
En mi caso, no podr¨¦ escuchar esta frase porque no tengo hijos. Tengo perro, y obviamente no me podr¨¢ hacer la pregunta que da nombre al art¨ªculo porque¡ es de los Steelers. Os preguntar¨¦is c¨®mo he llegado a esta conclusi¨®n. Para un fino observador como yo, hay detalles que no se me escapan. Esa forma de entrar en blitz al comedero cuando se lo lleno de comida, sus gru?idos cuando mancillo con mis manos mojadas las toallas amarillas que coloca mi mujer en el ba?o, sus mordiscos en mi rodilla cuando me enfundo mi antigua camiseta de Carson Palmer¡
A menudo los hijos se nos parecen, que dir¨ªa Serrat, pero otras veces, por suerte, no. La familia suele ser el lugar donde crecen las aficiones, y en ocasiones nos condena a seguir determinadas tendencias, m¨¢s por costumbre que por propia decisi¨®n. Si vivi¨¦semos en USA, ser¨ªa normal aficionarse al football, pero ?qu¨¦ motivos puede tener un latino para convertirse en seguidor de este deporte tan alejado de su cultura? Descartado el entorno familiar (al menos para los de mi generaci¨®n), s¨®lo nos queda el atractivo intr¨ªnseco de este espect¨¢culo. Esta es su grandeza: atrapar en sus redes a incautos que por accidente cambiando de canal o por seguir el consejo de alg¨²n desaprensivo amigo, se acercan al football americano. Y hay incluso adictos que llegan a practicarlo y todo.
Una vez dado el primer paso, el segundo suele ser inevitable: elegir equipo. Lo m¨¢s normal es fijarse en un equipo ganador. Tambi¨¦n es lo m¨¢s f¨¢cil: habitualmente es el equipo que m¨¢s retrasmiten y el que m¨¢s informaci¨®n genera. Es comprensible por tanto el crecimiento de la naci¨®n steeler, abducida por las galopadas de Bettis, las jugadas interminables de Roethlisberger o la ferocidad de Polamalu. Los triunfos ayudan, pero ser¨ªa injusto reducirlo a esto. Muchos se sienten atra¨ªdos por la idiosincrasia del equipo, reflejo de una ciudad trabajadora y sin alharacas. Igualmente puedo entender el incremento de la legi¨®n de seguidores ravens. Desde su fundaci¨®n ha obtenido un continuado ¨¦xito, y su estilo de juego, tan reconocible y sobrio, tambi¨¦n aglutina multitud de adeptos. Pero como en el caso anterior, tambi¨¦n los habr¨¢ enamorados de la parafernalia de Lewis antes de los partidos, la animosidad incansable de su grada, o por qu¨¦ no, groupies de Edgar Allan Poe (cuyo poema ¡°el cuervo¡± da nombre al equipo), o incondicionales de la serie ¡°The Wire¡±, que se desarrolla en Baltimore.
Lo anterior se puede aplicar a seguidores de equipos ganadores, pero ?c¨®mo explicar la existencia de aficionados a los Bengals o a los Browns? Dudo que quede nadie de la prodigiosa d¨¦cada de los 50 de Cleveland, as¨ª que tiene que haber otras razones. Hace poco le¨ªa a un aficionado Brown reconocer que no es f¨¢cil ser objeto continuo de burlas y comentarios despectivos sobre su equipo, y me identificaba totalmente con ¨¦l. Tiene m¨¦rito la devoci¨®n por nuestros colores porque en el fondo sabemos que a dichos comentarios no les falta raz¨®n. Pocos equipos han sufrido tanto en su historia como los Browns. Incluso la huida de la ciudad que le acog¨ªa. Pero ¡°Believeland¡± nunca perdi¨® la fe hasta recuperar su franquicia, y lo que no te mata te hace m¨¢s fuerte. Para el caso de los Bengals, cuya racha sin ganar en playoffs es la m¨¢s prolongada de la liga, se trata de un misterio digno de un programa de Iker Jim¨¦nez.
?Qu¨¦ extra?o sentimiento nos atrae a estos equipos? Aunque a todos nos gusta sentirnos ganadores, es f¨¢cil empatizar con el perdedor, porque en general nos es m¨¢s cercano. Todos alguna vez nos hemos sentido perdedores. O v¨ªctimas de lo que consideramos alguna injusticia. Que levante la mano quien no tenga alg¨²n vicio. O quien no sienta una ¨ªntima satisfacci¨®n yendo contracorriente. C¨®mo resistirse al melanc¨®lico encanto del perdedor, como el que impulsa al subteniente Bevilacqua de las novelas de Lorenzo Silva a coleccionar soldados de plomo de ej¨¦rcitos derrotados.
Pero os tengo que confesar un secreto. Os he mentido. Tengo que reconocer que me hice seguidor de los Bengals cuando, por extra?o que os parezca ahora, j¨®venes, eran los que part¨ªan la pana en la liga a finales de los 80¡¯s. Recuerdo perfectamente aquella Super Bowl XXIII. Cuando faltando 39 segundos Montana pas¨® a Taylor para el TD que sell¨® la victoria de los 49ers y me escuch¨¦ gritando ?nooo!, y despertando a mis amigos (no todos terminan enganchados, es as¨ª) supe que estaba perdido. Mi destino quedaba ligado por siempre a los Bengals. El amor no siempre es correspondido, ni mucho menos tiene una base racional. Al principio te llama la atenci¨®n el casco atigrado, luego el bailecito de Ickey Woods al anotar un TD¡ y cuando quieres darte cuenta, has ca¨ªdo sin remedio. Porque os dir¨¦ una cosa, no cre¨¢is que vosotros escog¨¦is a vuestro equipo, ¨¦l os elije a vosotros.
Los aficionados al football americano somos raros, admit¨¢moslo. Dif¨ªcilmente encontraremos a alguien en el bar, en el descanso entre clases, o en la m¨¢quina del caf¨¦ de la oficina con quien hablar de nuestro deporte favorito. Pero mientras o¨ªmos c¨®mo despotrican contra el aburrido empate a cero de su equipo de soccer, nosotros sonre¨ªmos en nuestro interior recordando el TD en el ¨²ltimo segundo que nos cost¨® las ojeras que lucimos orgullosos. S¨ª, ser aficionado a la NFL es complicado. Y mucho m¨¢s ser seguidor de equipos de la AFC Norte, cuyo juego en general, siempre condicionado por la adversa climatolog¨ªa, nunca ser¨¢ recordado como ¡°the greatest show on mud¡±.