C?DIZ, 1 (4) - ATL?TICO, 1 (2)
El C¨¢diz le roba la foto a De Paul
El equipo de Cervera gan¨® el Carranza al equipo del Cholo en los penaltis. Perea igual¨® el tanto en la primera parte de Carrasco. Agridulce estreno de De Paul.
Hab¨ªa recibido De Paul un ¨²ltimo abrazo nada m¨¢s saltar, colocarse a la derecha y mirar alrededor. La grada rug¨ªa, tanto tiempo las gargantas apagadas. Abrazaba Kondogbia, compa?ero al centro. Que el argentino se licenciaba, se vest¨ªa la rojiblanca por primera vez. Todos los ojos estaban sobre ¨¦l. Es el fichaje del verano del Atl¨¦tico, el hombre que Simeone pidi¨® para vestirlo de soldado.
No lo puso f¨¢cil el C¨¢diz, nada, desde el inicio, queriendo salir en su foto, que para algo el Carranza es su torneo, su reencuentro con el p¨²blico, este a?o y medio tan largo despu¨¦s. Entr¨® mejor en el partido, m¨¢s hecho, cocinado, comandado por el Choco. El Atleti, a¨²n frankenstein, entre los nuevos, los regresos, los cholitos que quedaban (Giuliano y Garc¨¦s). Con Simeone insistiendo en su plan, los cinco hombres atr¨¢s, Sa¨²l mostraba su mejor versi¨®n otra vez desde el carril izquierdo. Con pases, desborde, zancada, que cuando Simeone le manda ah¨ª por algo y Simeone acierta m¨¢s que se equivoca. Carrasco, su hombre con m¨¢s imaginaci¨®n, ocupaba el derecho, aunque ni con regates freestyle escapaba de la jaula de Cervera. De Paul, por delante de los centrales, iniciaba su historia en el Atleti con un ca?o de los que gritan: "Van a pasar cositas...". Y fueron pasando. Pases de 40 metros, trabajo atr¨¢s, buen pie.
El C¨¢diz amenazaba, s¨ª, pero sin intimidar. Y fueron creciendo los rojiblancos sobre ese Sa¨²l bueno, su banda, un cuchillo, y el f¨²tbol f¨¢cil de Lemar, como buen camar¨®n. Era el minuto 40 cuando Carrasco, al fin, romp¨ªa la jaula. El gol lo firm¨® ¨¦l, con pisadita y zurda, pero naci¨® del hambre de un chico, Giuliano, que es todo Simeone.
Cuando el partido regres¨® del descanso se hab¨ªan terminado los primeros 45' de De Paul con la rojiblanca. Con cositas, s¨ª, pero poca indicencia. Ya saben, partido a partido. El duelo segu¨ªa, con los primeros cambios, cholitos de nuevo a escena y el C¨¢diz como al principio, m¨¢s y mejor mezclado, hecho. Camus sac¨® de la porter¨ªa de Oblak un gol cantado de Akapo mientras la grada no dejaba de atronar. Hab¨ªa ido entrando el p¨²blico al campo, ese lugar que es m¨¢s casa que muchos hogares, desde las 19:18. "Volver es ganar' que rezaban varios carteles repartidos por las puertas de acceso al estadio. Desde el calentamiento no dejaron de sonar las palmas, como quit¨¢ndose de encima el polvo de tanta ausencia, felices, alegres, aplaudiendo ya s¨®lo por eso, reencontrarse con sus asientos, el sol de la tarde cayendo en la grada de preferencia, el amarillo llenando las palmas, las espaldas y las gargantas.
Razones ten¨ªan, para atronar. El C¨¢diz se hab¨ªa hecho con el control, acorralaba desde su banda izquierda, con Nano y Akapo, y no dejaba de intimidar, ahora s¨ª, por el ¨¢rea de Oblak. Perea mediante. Perea en todo. El meta estrenaba los guantes en un remate a bocajarro suyo y Montero sacaba como pod¨ªa una pelota que ca¨ªa como una bomba en sus dominios con Nano y Jonsson lanz¨¢ndose sobre ella para estallarla. Por el ¨¢rea del C¨¢diz, mientras, la nada. El Atleti era rocoso pero, sin Carrasco, tan inofensivo como el agua mansa. Hasta Sa¨²l hab¨ªa palidecido. Y tanto iba el c¨¢ntaro amarillo a la fuente que, claro, termin¨® rompiendo: a seis minutos del final, Perea le pon¨ªa el gooool de nuevo al Carranza en la boca, al batir al esloveno con un disparo raso. Empate, penaltis, y el C¨¢diz acodado en la foto de De Paul: se llev¨® el torneo impecable en los penaltis sin que Oblak detuviera ninguno en la tarde en que, cuando comenz¨® con un abrazo, s¨®lo tra¨ªa ese nombre como viento de Levante: De Paul.