SEMIFINALES (IDA) | REAL MADRID-CHELSEA
Benzema vale lo que el Chelsea
Un gol del franc¨¦s, de nuevo el mejor, mantiene vivo al Madrid. El equipo de Tuchel fue muy superior en la primera parte. Partidazo de Militao. Todo se resolver¨¢ en Londres.

Todo fue lo que parec¨ªa. El Chelsea, un hueso. El Madrid, Benzema y diez m¨¢s. La Champions, un mal sitio para meter la pata. Makkelie, un ¨¢rbitro al servicio de s¨ª mismo y no de quien le puso en Valdebebas. Y la eliminatoria, un thriller que se resolver¨¢ en Londres. La gran virtud del Madrid en esta competici¨®n que fund¨® y que explica sus trece copas radica tanto en su capacidad para aprovechar el viento de cola como para sortear tempestades. Una se le vino encima en la primera mitad y sali¨® vivo de ella. Y luego restableci¨® un equilibrio que espera romper en Stamford Bridge. Le costar¨¢.
Atendiendo a la estad¨ªstica reciente de los dos terraplanistas (uno, el Chelsea, arrepentido como Galileo; otro, el Madrid, persistente) se anunciaba el desfile de una columna de blindados. Atendiendo a las alineaciones, tambi¨¦n. Zidane se fue a los tres centrales, que ahora es mal menor por varias razones. La principal, que el s¨¦quito de Benzema en ataque est¨¢ muy lejos de aquellos tiempos de la BBC, un bombardero que no miraba a retaguardia y que justificaba de sobra esa juerga loca del 4-3-3. Pero es que adem¨¢s a Zidane, aunque tarde, se le ha aparecido el banquillo con el renacimiento de Nacho y Militao (excelente otra vez), m¨¢s Marcelo, que con la red de un central de m¨¢s a¨²n tiene recorrido y el plus de la experiencia en una competici¨®n que ¨¦l y el Madrid traducen como nadie.
Tuchel tampoco toc¨® nada. Le ha ido bien con ese 3-4-2-1 que amuralla al equipo por el centro con Kant¨¦ y Jorginho, un cerrojo de doble vuelta, y sin su fichaje estrella, Havertz, que a¨²n debe coger ese punto canalla que tiene la Premier. El partido, en cualquier caso, tuvo m¨¢s marcha de la prevista. El furg¨®n blindado pas¨® de largo.
La manada azul
El Chelsea es un equipo de enorme exuberancia f¨ªsica para el que cualquier zona del campo es aprovechable. Con y sin bal¨®n. M¨¢s incluso sin bal¨®n. As¨ª que, presumiendo de vigor extremo, se fue a buscar al Madrid all¨¢ donde estuviese. A por los centrales, a por los laterales, a por Casemiro, a por los constructores. Aquella manada azul result¨® un verdadero incordio para el equipo de Zidane. M¨¢s con un ¨¢rbitro, Makkelie, muy permisivo con los contacto.
El Chelsea de Tuchel es un experto en penalizar la p¨¦rdida ajena. Pudo hacerlo pronto, en una llegada de Mount, con dejada de Pulisic de cabeza y remate de Werner a tres metros de la l¨ªnea de gol. Courtois sac¨® un pie por reflejos y evit¨® un gol seguro. Aquello no acab¨® con el dominio del Chelsea, un equipo de extraordinaria agresividad y un ritmo muy superior al de este Madrid exhausto. As¨ª que antes del cuarto de hora repetir¨ªa. Pulisic encontr¨® la espalda de los centrales en un env¨ªo de R¨¹diger, sorte¨® con paciencia a Courtois y marc¨® entre los centrales del Madrid, que esperaban sobre la l¨ªnea lo inevitable. El equipo de Zidane defendi¨® mal la acci¨®n de principio a fin.

S¨®lo pareci¨® vulnerable el Chelsea a la velocidad atropellada de Vinicius, poco aprovechada, y al duende de Benzema, que ha aprendido, a la fuerza, a vivir en soledad. Sin m¨¢s ayuda que la de su ingenio se invent¨® un zurdazo al palo para proclamar que el Madrid exist¨ªa. Mientras, a Modric, Casemiro y Kroos el partido les pasaba por encima. Su motor no estaba al alcance del correcaminos Kant¨¦, de Jorginho o del diab¨®lico Mount, un cuchillo con espacio por delante.
Y en este escenario de m¨¢xima adversidad empat¨® el Madrid. Un centro de Marcelo pas¨® por las cabezas de Casemiro y Militao hasta llegar a Benzema, que sali¨® del trance con dos acrobacias: un control de testa y una volea tremenda. Era un jugador contra el mundo. El gol del franc¨¦s y la lluvia incesante le bajaron la temperatura al Chelsea hasta el descanso sobre un c¨¦sped de cristal.

La igualdad
El inicio de la segunda mitad estuvo m¨¢s cerca de los pron¨®sticos. El Madrid encogi¨® la distancia entre l¨ªneas y pareci¨® protegerse mejor, y el Chelsea ya no encontr¨® tantas puertas por donde colarse. Qued¨® la impresi¨®n de que uno y otro concluyeron que la batalla va a ser larga y que cualquier riesgo de m¨¢s es innecesario. Un partido con menos ruido jugaba a favor del que ten¨ªa menos ritmo, claramente el Madrid.
En ese periodo de encalmada pintaba poco Vinicius y Zidane se ech¨® en brazos de Hazard, ese convaleciente eterno que hace casi dos a?os lleg¨® para patronear al equipo. Tuchel, consciente de que el partido ya sonaba a bolero, cambi¨® a un futbolista por l¨ªnea sin m¨¢s pretensi¨®n que volver a poner en marcha aquel motor de gran cubicaje. Esa situaci¨®n de equilibrio ya le parec¨ªa un ¨¦xito al Madrid, consciente de que en la primera parte se hab¨ªa visto desbordado.
A un cuarto de hora del final, los laterales del Madrid sacaron bandera blanca y a Zidane, que ya no ten¨ªa m¨¢s, no le qued¨® otra que colocar a Asensio como carrilero zurdo. Los cambios revitalizaron al Madrid con algunos detalles esperanzadores de Hazard. Quiz¨¢ por ah¨ª, por el lado m¨¢s inesperado, est¨¦ su billete a Estambul.